Buenos días. Les comento algunas noticias que pueden leer hoy en la diaria.
A veces los gestos en el terreno de la política internacional no son fáciles de entender, y así ocurre con la intervención del presidente Luis Lacalle Pou, el sábado en México, durante la cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac).
Seguramente Lacalle Pou les tiene muy poca simpatía a los gobiernos de Cuba, Nicaragua y Venezuela. Sin embargo, no es obvio por qué consideró necesario participar en la reunión y expresar allí sus críticas a la ausencia de democracia y la violación de derechos humanos en esos países.
Habrá quizá quienes piensen que sintió el imperativo moral de plantarse frente al presidente venezolano Nicolás Maduro y a su par cubano Miguel Díaz Canel (el nicaragüense Daniel Ortega no asistió) para manifestarles su rechazo en un foro cuya creación fue impulsada por Hugo Chávez, y en el que el gobierno de Jair Bolsonaro decidió suspender su participación desde el año pasado, porque “daba protagonismo a regímenes totalitarios”.
Otros pueden suponer que Lacalle Pou habló para parte de la tribuna de sus seguidores en nuestro país, pero cualquiera de las dos hipótesis parece demasiado alejada de los objetivos que puede tener, sensatamente, la política exterior.
Resulta más verosímil ubicar el hecho en un contexto que tiene bastante más que ver con tácticas y estrategias diplomáticas. Lacalle Pou anunció hace menos de dos semanas que se propone avanzar hacia un eventual tratado de libre comercio (TLC) con China y, más allá del modo en que presentó la noticia, está claro que la iniciativa no vino de Pekín, sino de Montevideo.
Ese anuncio no sólo complica aún más la situación de Uruguay con el Mercosur, sino que también es problemático para las relaciones con Estados Unidos, que no tiene el menor interés en el crecimiento de la influencia china sobre una región que se ha acostumbrado a considerar su “patio trasero” desde el siglo XIX. Además, cabe señalar que llevará bastante tiempo saber si se puede concretar el TLC con China, pero que ya les hemos dado motivos de irritación a nuestros vecinos y al gobierno estadounidense.
Lacalle Pou fue a México en camino hacia Nueva York, donde participará en la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas, se reunirá con personas vinculadas a 30 fondos de inversión y, seguramente, tratará de aplacar a las autoridades de Estados Unidos.
En ese marco, cabe la posibilidad de que el despliegue de agresividad en la Celac, así como la defensa en ese foro de la Organización de Estados Americanos, hayan sido una forma de alegar que, con independencia del acercamiento a China, Lacalle Pou es un socio confiable para Washington.
En todo caso, le salió mucho más barato que plantearles a las autoridades chinas lo mismo que manifestó en México: “Cuando uno ve que en determinados países no hay una democracia plena, cuando no se respeta la separación de poderes, cuando desde el poder se usa el aparato represor para acallar las protestas, cuando se encarcelan opositores, cuando no se respetan los derechos humanos, nosotros con esta voz, tranquila pero firme, debemos decir con preocupación que vemos gravemente lo que ocurre”.
Hasta mañana.