Buenos días. Les comento algunas noticias que pueden leer hoy en la diaria.
En las elecciones brasileñas de ayer, Luiz Inácio Lula da Silva fue el candidato más votado a la presidencia. Con casi todos los votos escrutados, obtuvo 48,33%, pero no llegó a la mitad necesaria para ganarle en primera vuelta a Jair Bolsonaro, quien logró 43,28%. Por lo tanto, el duelo épico entre ambos se resolverá mediante un balotaje, el domingo 30 de este mes.
De hecho, como queda en evidencia al sumar los porcentajes de Lula y Bolsonaro, lo de ayer ya fue algo bastante parecido a un balotaje, dado que la polarización entre ambos atrajo más de 91,5% de los votos, y los demás competidores quedaron muy atrás.
El apoyo a Bolsonaro indica que había poderosas razones para la estrategia elegida por Lula, quien buscó alianzas muy amplias en nombre de la defensa de la democracia y logró que varias candidaturas se retiraran a fin de apoyarlo. Quedó confirmado que, como indicaron durante meses todas las encuestas, el expresidente era el aspirante con más apoyo de la ciudadanía, en un regreso casi mítico después de 580 días preso y de la anulación de sus condenas, pero también se ratificó que tras él venía Bolsonaro, con el respaldo nada desdeñable de unos 51 millones de votos.
Parece muy probable que en una polarización neta de izquierda contra derecha, con más candidaturas centristas y alguna identificándose como una opción más de izquierda que el PT, la votación de quienes no quieren otros cuatro años de gobierno de Bolsonaro habría estado más repartida y, aunque los realineamientos para la segunda vuelta podían revertir esto, también era posible que Lula no llegara al balotaje con el capital simbólico de ser el contendiente más votado.
El panorama previo a la segunda vuelta se asemeja a las proyecciones en este terreno de las encuestas, que indicaban una ventaja para Lula. Las dos candidaturas derechistas a la presidencia presentadas con independencia de la de Bolsonaro sumaron menos de un punto porcentual, mientras que las dos centristas acumularon algo más de 7%. En otras palabras, casi todos los votantes ideológicamente afines al actual presidente ya lo votaron.
Esto indica, en principio, que, entre quienes apoyaron a personas que no competirán el 30 de este mes, Lula tiene más probabilidades de crecer que su rival, y que a este le costará mucho descontar la diferencia de más de cinco puntos porcentuales que lo dejó en segundo lugar.
Sin embargo, la contienda está lejos de haber quedado resuelta. Cabe esperar que, en las cuatro semanas de campaña que comienzan hoy, Bolsonaro y sus seguidores se ensañen aún más en sus ataques a Lula, en los que ya han apelado a toda clase de recursos viles y violentos. No parece estar en la naturaleza del actual presidente moderar el discurso para ganar votos centristas, como lo ha hecho su rival en esta y otras campañas, y lo más probable es que Bolsonaro insista en sembrar temor y odio, pero de ningún modo corresponde subestimar el potencial de esa prédica.
Tras cuatro años terribles de gobierno de Bolsonaro, la ciudadanía brasileña tendrá en sus manos, el 30 de este mes, una decisión de enorme importancia para su país, la región y el mundo.
Hasta mañana.