Buenos días. Les comento algunas noticias que pueden leer hoy en la diaria.
La investigación que tomó estado público cuando Alejandro Astesiano fue detenido ha generado tantos episodios impactantes que corremos el riesgo de no alarmarnos como es debido ante todos ellos. El más reciente fue la renuncia, ayer, del subdirector nacional de Policía, Héctor Ferreira.
Ferreira chateó más de una vez con Astesiano, y se conoce el contenido de algunos intercambios en los que el entonces encargado de la seguridad presidencial le pidió favores: que se ocupara de una situación de violencia de género contra una hija suya; que facilitara un ingreso a la Escuela Nacional de Policía; y que enviara efectivos a un tablado cuya actividad le molestaba.
No se trata de los hechos más turbios y graves entre muchos con apariencia delictiva vinculados a esta causa, pero indican una relación fuera de lugar. Sin duda correspondía que tanto Fiscalía como el propio Ministerio del Interior (MI) investigaran si Ferreira hizo en cada caso lo que Astesiano le pedía, y si al hacerlo procedió en forma ilegal, eludiendo normas o procedimientos.
Más allá de esto, hay otro intercambio que fue dado a conocer hace una semana, en el que Ferreira calificó al senador frenteamplista Alejandro Pacha Sánchez de “sorete”, “sucio de mierda”, “lacra” y “reverendo HDP”. En este caso no había mucho que investigar, y cabe preguntarse en qué país medianamente serio se necesita una semana para que pase algo después de constatar que el número dos de la Policía Nacional se refirió en esos términos a quien es, en la actualidad, el primer senador de la lista más votada en las últimas elecciones nacionales. Sobre todo porque, si bien pasó algo, no fue que se cesara a Ferreira por sus exabruptos, sino que este se dio el lujo de presentar su renuncia.
Ferreira está entre los indagados por la fiscal Gabriela Fossati, y concurrió a declarar después de tomarse unos cuantos días para que su abogado estudiara el expediente, pero no había sido separado de su cargo, sino que pidió licencia. Según fuentes del diario El País, esto responde a una “determinación política” del MI respecto de cualquier jerarca policial investigado por Fiscalía, “mientras se dilucida su situación”.
Es un criterio extremadamente discutible, ya que el hecho de apelar a la licencia es una señal de que no se ha perdido la confianza en el alto funcionario, quien deja de ir a trabajar pero perfectamente puede comunicarse con sus subordinados para incidir en el manejo de datos requeridos por Fossati y capaces de incriminarlo. Como sucede también con otros jerarcas policiales indagados.
Supongamos que el ministro del Interior, Luis Alberto Heber, recién se enteró de que había existido el chat entre Astesiano y Ferreira sobre Sánchez cuando fue dado a conocer por MVD Noticias. Que a Ferreira le pidieron la renuncia, y que esto no se debió a la difusión del chat, sino a su grosera gravedad.
Quizá debamos suponer también que a Heber le llevó una semana deducir, por el contexto del intercambio, que cuando el subdirector nacional de Policía escribió “HDP” no quiso decir “honorable y distinguido parlamentario”. El presidente Luis Lacalle Pou ya señaló la inconveniencia de “dar manija” con este caso.
Hasta mañana.