Buenos días. Les comento algunas noticias que pueden leer hoy en la diaria.
Luiz Inácio Lula da Silva afronta desafíos de gran importancia dentro de Brasil, pero también presta mucha atención a las relaciones internacionales, sin que esto implique una contradicción. Lo que logre en la región y en el mundo ayudará a consolidarlo en su país, no sólo desde el punto de vista del crecimiento económico (necesario para las políticas sociales prometidas), sino incluso en términos de gobernabilidad. El papel que puede jugar Lula en la compleja geopolítica actual es una poderosa razón para que varias grandes potencias rechacen el golpismo de ultraderecha brasileño.
Siempre estuvo claro que Lula no iba a respaldar acuerdos comerciales unilaterales de Uruguay con países y bloques ajenos al Mercosur como los que ha intentado, sin éxito, el presidente Luis Lacalle Pou. Ayer, declaraciones del nuevo canciller brasileño Mauro Vieira al diario Folha de São Paulo confirmaron esto, que no puede sorprender a nadie. Lo que sí puede sorprender es que los editores de Folha, habitualmente poco interesados en el Mercosur y en Uruguay, hayan jerarquizado el tema y lo hayan destacado en el título de la entrevista con Vieira, pese a que también abarcó la relación de Brasil con China, Estados Unidos, la Unión Europea y la OCDE.
Esto sugiere fuertemente que al canciller, al diario o a ambos les interesaba enviar un mensaje claro antes de la visita de Lula a Uruguay esta semana, que se realizará después de una a Argentina. En ese mensaje Vieira señaló lo evidente y dejó una puerta abierta.
Lo evidente es que si Uruguay acordara con China aranceles por debajo del que tiene en común con el Mercosur, lo que entrara a nuestro país pagando menos circularía hacia el resto del bloque. La puerta abierta fue que Vieira habló de “ver las necesidades” de cada país “y las asimetrías que existen”, para considerar “algún tipo de concesión”, porque “Brasil y Uruguay no tienen sólo una relación dentro del Mercosur”, sino también una “bilateral directa que es intensísima”.
La traducción es fácil: Brasil está dispuesto a otorgarle algunos beneficios a Uruguay en la relación bilateral. Se trata de sacar cuentas.
Para algunos grandes sectores exportadores uruguayos, la posibilidad de ampliar cupos o ganar preferencias de ingreso en mercados fuera del Mercosur es muy tentadora. Pero si el precio fuera perder mercados y negocios en la región, ¿cuál sería el saldo global para el país, que es lo que deber tener presente el gobierno nacional?
Ni siquiera los partidarios más radicales de que Uruguay abandone el bloque regional han difundido nunca una estimación en este sentido, y los estudios preliminares de impacto realizados por las autoridades sobre un eventual acuerdo de libre comercio con China son secretos. De ello no surge simplemente una incertidumbre: es muy obvio que, si esas cuentas indicaran que nuestro país saldría ganando al librarse de lo que Lacalle Pou llama el “corsé” o el “lastre” del Mercosur, habrían sido ampliamente difundidas.
Habrá que ver y analizar qué ofrece Lula y en qué medida le conviene a Uruguay en su conjunto. Lo que carece de sentido es demandarle lo que no puede ni quiere darnos, sobre todo si no tenemos con qué presionarlo para que ceda.
Hasta mañana.