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Ilustración: Ramiro Alonso

A Heber le quitaron la cartera

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Leído por Andrés Alba.
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Buenos días. Les comento algunas noticias que pueden leer hoy en la diaria.

Luis Alberto Heber renunció al Ministerio del Interior porque quedó envuelto en el escándalo causado por las declaraciones de Carolina Ache en Fiscalía, en el marco de la investigación sobre el otorgamiento de un pasaporte al narcotraficante Sebastián Marset. Aunque esta investigación es sin duda el centro de la actual coyuntura política, resulta oportuno comentar que ayer Heber, además de plantear descargos, realizó un breve balance de su gestión como ministro, que según las encuestas ha sido muy mal evaluada por la ciudadanía.

Asumió el cargo en mayo de 2021, por la muerte del primer titular en este período de gobierno, Jorge Larrañaga. Antes había sido durante algo más de un año ministro de Transporte y Obras Públicas, y estuvo en el centro de reservadas tratativas con Katoen Natie, que desembocaron en una concesión ampliada en el puerto de Montevideo hasta 2081. Su desempeño en Interior no fue menos controvertido.

No hay evidencia de que Heber haya realizado cambios sustanciales con relación a la forma de trabajo que se instaló desde el 1º de marzo de 2020, con el regreso en cargos jerárquicos de gente que restauró antiguos estilos y vicios, y un notorio aumento de la autonomía de los subordinados en la relación con el mando político.

Esta realidad fue aceptada en nombre del prometido respaldo de las autoridades electas a la actuación policial, y Heber empeoró las cosas con un talante altanero, que lo llevó con frecuencia a defender lo indefendible y enfrentarse con el sistema judicial, pero al mismo tiempo tuvo una relación muy conflictiva con los sindicatos policiales, entre otras cosas porque afirmó que los problemas de seguridad pública se debían en buena medida a las licencias de funcionarios por motivos de salud.

El descontrol de jerarcas y mandos medios quedó de manifiesto en los casos de Alejandro Astesiano, Marset y Gustavo Penadés, los tres mayores escándalos durante este gobierno, y en la opacidad de lo referido a algunos programas con financiamiento internacional. Heber usó su posición institucional para impulsar operaciones políticas como las de denuncia contra el senador Charles Carrera, pero no para lograr cambios significativos en la situación atroz en las cárceles.

Su soberbia se manifestó también en la presentación de estadísticas, en más de una ocasión con manipulación de los períodos para mejorar la imagen, pero no logró disimular la evidente ausencia de políticas eficaces para hacerle frente al crecimiento de la violencia homicida. Insistió en que era un daño colateral causado por el éxito de los operativos contra lugares de venta de drogas al por menor, pero el hecho es que la presencia y las actividades en el país del gran narcotráfico aumentaron en forma muy preocupante.

Ante la alarma ciudadana por el aumento de los asesinatos y el peligroso clima de guerra en muchos barrios, en mayo de 2022 afirmó que tenía un plan para hacerle frente al problema, avalado por el presidente Luis Lacalle Pou, pero que debía mantenerlo en secreto. Nunca se supo en qué consistía ni que haya dado algún resultado. Ahora volverá, maltrecho, al Senado, del que quizá no debería haber salido.

Hasta mañana.

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