Buenos días. Les comento algunas noticias que pueden leer hoy en la diaria.
La situación de la Caja Bancaria y las bases acordadas para reformarla ilustran sobre problemas generales del sistema de seguridad social, y aportan pistas sobre la forma de hacerles frente.
Se trata de una institución que logró históricamente brindarles a sus afiliados condiciones de retiro mejores que las de la mayoría, por la combinación de varios factores. El sector patronal es poderoso y muy lucrativo; el sindicato es fuerte y cuenta con personas de gran solvencia técnica; ambas partes lograron acuerdos para sostener las prestaciones de la caja y quienes la han conducido realizaron inversiones provechosas. Pese a todo esto, ayer la amplia mayoría de una asamblea de trabajadores consideró que era inevitable aprobar cambios que incluyen el aumento de la edad mínima de retiro y quitas, por vía impositiva, a una parte de los beneficiarios.
Sin embargo, la otra cara de la moneda es que los acuerdos del sindicato con la asociación de bancos privados y el Poder Ejecutivo no consisten solamente en incrementar años de trabajo y disminuir prestaciones, sino que abarcan también aumentos de los aportes patronales, un factor que diferencia mucho esta reforma de la aprobada por el oficialismo para el resto del sistema jubilatorio.
Los factores que llevaron a que la Caja Bancaria tuviera por delante una perspectiva de varios años de déficit creciente no son exclusivos del sector financiero. Como en muchas otras áreas de actividad, hay una disminución de la cantidad de aportantes vinculada con cambios tecnológicos, y el aumento de la expectativa de vida prolonga el período en el que se perciben jubilaciones y pensiones.
Las tendencias tecnológicas y demográficas no se van a revertir en un futuro que esté a la vista, y esto significa que la receta de reducir los desembolsos del sistema sin aumentar sus ingresos, con el criterio de la reforma jubilatoria que aprobó el Parlamento este año, es una solución fatalmente transitoria.
Es cierto que el incremento de los aportes patronales es posible en el sector financiero, pero no en varios de los demás (aunque sí en unos cuantos, incluyendo a los que mantienen exoneraciones insólitas). Sin embargo, si vamos camino a la confluencia en un sistema común, lo que importa no es que la contribución de las empresas aumente por igual en todas las áreas de actividad, sino que el conjunto de las instituciones de seguridad social se sostengan. La idea de que esto suceda sólo a costa de los trabajadores, que en la gran mayoría de los casos ya reciben prestaciones muy bajas, no sólo es injusta sino también inviable.
Esto tiene que ver con el plebiscito de reforma constitucional sobre seguridad social que el PIT-CNT decidió impulsar. Lograr que la edad de retiro no aumente y que las jubilaciones mínimas mejoren exige que el sistema cuente con mayores recursos, y esto a su vez requiere un nuevo pacto para repartir los costos.
Hasta mañana.