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Ilustración: Ramiro Alonso

Entre el Estado mínimo y el Estado maniatado

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Leído por Andrés Alba.
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Buenos días. Les comento algunas noticias que pueden leer hoy en la diaria.

Se cumplen seis años de la primera manifestación estival del movimiento Un Solo Uruguay, que alcanzó su máxima convocatoria –presencial y mediática– en enero de 2018. Ayer, en cambio, la concurrencia se vio bastante disminuida, y también su discurso, por entonces bastante heterogéneo, ha sido reducido a un núcleo básico que reclama la baja de los combustibles y el viejo “achique del Estado” condimentado con retórica mileísta.

Un año después del lanzamiento del movimiento fue año electoral, como este, y la tracción de Un Solo Uruguay prendió alarmas en el Frente Amplio. Hoy se podrá discutir la magnitud de la incidencia que tuvo el movimiento en el resultado de las elecciones, pero es innegable su contribución al triunfo de la coalición que hoy gobierna.

El Partido Nacional, núcleo de esa coalición, tiene, como toda agrupación grande, visiones a menudo contradictorias sobre distintos temas; entre ellos, su concepción del Estado, que en lo discursivo se acerca al neoliberalismo y en la práctica, especialmente a nivel departamental, se apega al tradicional clientelismo.

En la práctica, ese equilibrio se traduce muchas veces en la figura de un Estado “gato de Schrödinger”, que está y no está, que regula para desregular, que interviene para dejar hacer y que compite para perder. Algunas de estas ideas pueden detectarse en la entrevista con Elisa Facio, la ministra de Industria y Energía que asumió tras los descabezamientos en el gabinete que desató el caso Marset.

El favorecimiento de oligopolios mediáticos en desmedro del uso democrático de las ondas públicas y el privilegio de la inversión extranjera en áreas estratégicas conviven en su discurso con el elogio de la diversificación energética iniciada hace más de una década o la admisión de la necesidad de regulación en el sector de combustibles. Son, en todo caso, los fundamentos de políticas que difícilmente hubieran agradado a las clases medias del interior que hace seis años se nuclearon en torno a Un Solo Uruguay y luego se diluyeron en el apoyo electoral al Partido Nacional y sus aliados.

Hasta mañana.

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