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Ilustración: Ramiro Alonso

Los soldados no son espantapájaros

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Leído por Andrés Alba.
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Buenos días. Les comento algunas noticias que pueden leer hoy en la diaria.

Ayer se comentó en este espacio la situación actual del Partido Nacional, donde predominan dos ramas del herrerismo fundadas, respectivamente, por Luis Alberto Lacalle Herrera y su hijo Luis Lacalle Pou. La contracara es el proceso de debilitamiento, desdibujamiento y dispersión de quienes se autoidentifican con el “wilsonismo”, y hoy podemos ver que tiene sus causas.

El senador Jorge Gandini, “wilsonista” declarado y precandidato a la presidencia de la República, la tiene muy difícil según las encuestas, y resulta entendible que, obligado a venir a Montevideo en enero porque integra la Comisión Permanente del Poder Legislativo, busque generar noticias para ganar visibilidad, pero sería deseable que se esforzara más por “agregarle intelecto” a sus iniciativas, como se decía en la campaña de 2019.

El senador se reunió ayer con Lacalle Pou en la Torre Ejecutiva, y a la salida tuvo, por supuesto, la oportunidad de realizar una rueda de prensa. En ella informó que le había comunicado al presidente su intención de proponer, en la campaña de este año, que personal de las Fuerzas Armadas participe en tareas de seguridad interna.

No es por cierto una idea muy novedosa, pero corresponde agregar que en la versión de Gandini tampoco es muy clara. Según dijo, quiere a los militares en “una función auxiliar a la de la Policía”, pero sin recibir órdenes de policías, y sin “tareas de represión”, como una “presencia” en “algunos barrios” de los departamentos de Montevideo y Canelones. Sus funciones serían, al parecer, atemorizar a quienes anden por ahí con intención de cometer delitos, y lograr que la gente de esos barrios se sienta más segura al ver el despliegue de funcionarios con armas de guerra. De más está decir que el logro de estos objetivos es por lo menos dudoso.

Durante este período de gobierno hubo, lamentablemente, numerosos momentos en los que se debatió cómo frenar el aumento de la violencia y en particular de los homicidios, y sucesivos ministros del Interior fueron al Parlamento a discutir el asunto, pero a Gandini no se le había ocurrido plantear esta idea. Tampoco lo hizo cuando se produjo, hace algo más de un año, una convocatoria formal del Ministerio del Interior a que los partidos propusieran iniciativas en materia de prevención del delito, y se mantuvieron varias reuniones con tal finalidad.

El precandidato dio a entender que realiza recién ahora este aporte movido por “la actitud renovada” con que Nicolás Martinelli ha sustituido a Luis Alberto Heber, y porque percibe “a los mandos policiales con mejor disposición, [...] más animados y mejor dispuestos”.

Gandini admitió que “es un tema discutible”, que “no le gusta a la Policía, ni a los militares ni a muchos políticos”. Esto también tiene sus causas. Si las Fuerzas Armadas no van a hacer nada cuando vean que se comete un delito, no se comprende para qué van a estar; si van a hacer algo, su entrenamiento las llevará a un uso de la fuerza con criterios bélicos, muy inadecuado en tareas policiales. Si va a estar por verse qué harán, cabe señalar que pocas cosas son más riesgosas para la seguridad pública que un soldado en la calle con órdenes imprecisas.

Hasta mañana.

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