Buenos días. Les comento algunas noticias que pueden leer hoy en la diaria.
Una de las causas principales de la derrota del actual oficialismo en el balotaje fue el descontento de muchas personas con la situación económica. Es evidente, por lo tanto, que mejorar esa situación será uno de los principales desafíos para el gobierno presidido por Yamandú Orsi. Y no será un desafío fácil de superar.
En esta edición, tres economistas consultados por la diaria opinan sobre la situación internacional previsible, los márgenes de maniobra de que dispondrá el próximo gobierno y las opciones que consideran más convenientes. Los tres coinciden en algunas apreciaciones bastante obvias.
La primera es que varias de las políticas que el Frente Amplio (FA) quiere impulsar requieren recursos. La segunda es que esos recursos pueden provenir de nuevos impuestos (que desaconsejan), de que se recaude más con los impuestos actuales debido a un mayor crecimiento o de que el Estado logre más recursos por otras vías. Entre ellas, el rediseño de tasas para que la minoría en mejor situación aumente su aporte, o la reducción o eliminación de exoneraciones tributarias actuales. La tercera, que siempre es posible reasignar los recursos disponibles con prioridades distintas.
La cuarta es que el mundo ingresa en un período de mayor proteccionismo que afectará las exportaciones uruguayas y, por lo tanto, el incremento de la recaudación con la estructura impositiva actual, de modo que aumenta la importancia de que mejore la productividad y se revisen regulaciones ineficientes.
Por otra parte, es claro que reducir o eliminar subsidios y beneficios tributarios tendría costos sociales asociados, por lo menos en el corto plazo, en sectores que pasarían a aportar más. Del mismo modo, muchas reasignaciones de recursos causarían el conocido efecto de la frazada corta, porque el refuerzo en algunas áreas implicaría recortes en otras. Sin embargo, probablemente el costo de dejar todo como está sería aún mayor en términos sociales y políticos.
Una complicación adicional para Orsi es que una importante proporción de votantes frenteamplistas apoyó, en la primera vuelta del 27 de octubre, el proyecto de reforma constitucional sobre seguridad social impulsado por el PIT-CNT. Esto se basó, muy probablemente, en la convicción de que era posible, necesario e imperioso aumentar los desembolsos del Estado, con recursos provenientes de nuevos impuestos, mejoras de la eficiencia recaudatoria y eliminaciones del lucro privado, que no iban a causarle a Uruguay ningún problema grave.
Tal convicción fue promovida por sectores del FA alineados con aquella propuesta, sin que todos los que la consideraban inconveniente se esforzaran en forma pareja por difundir sus argumentos para cuestionarla.
Las orientaciones que el FA se comprometió a impulsar en el área de las políticas sociales son inversiones que apuntan, sin duda, a mejorar las condiciones para el desarrollo de Uruguay, pero no van a tener ese efecto a corto plazo. Su financiamiento, en cambio, es una exigencia inmediata. Hará falta mucha política de la buena para encontrar los caminos, defender el rumbo y convencer de que se va a la mayor velocidad posible.
Hasta mañana.