Buenos días. Les comento algunas noticias que pueden leer hoy en la diaria.
Luego de que el aún presidente Luis Lacalle Pou anunció que cuando cese su mandato no va a presidir el directorio del Partido Nacional (PN), se hizo visible una puja por ese cargo entre los sectores Aire Fresco y Alianza País, que postulan a quienes encabezaron sus listas en octubre: Álvaro Delgado y Javier García, respectivamente. Ahora los mismos sectores, defendiendo los mismos nombres, se enfrentan en la definición de quién llevará adelante la negociación con el Frente Amplio (FA) por cargos para el PN en el próximo período de gobierno. La competencia es una sola, pero no hay que engañarse acerca de su objetivo.
El liderazgo del PN no está en disputa. Muy por el contrario, Lacalle Pou lo ha ejercido en los últimos años con un nivel de supremacía que no tiene precedentes en el período posterior a la dictadura. Aun en sus períodos de apogeo, Wilson Ferreira Aldunate, Luis Alberto Lacalle Herrera y Jorge Larrañaga convivieron con sectores nacionalistas de importancia que no los reconocían como jefes políticos, y lo mismo le sucedió a Lacalle Pou hasta que, después de ganar las elecciones internas y las nacionales de 2019, la muerte de Larrañaga, en mayo de 2021, lo dejó sin posibles desafiantes a la vista.
Tanto Delgado como García llegaron a sus actuales posiciones como figuras del neoherrerismo construido por Lacalle Pou cuando decidió formar una corriente propia, sin lo que quedaba del entorno histórico de su padre en la lista 71. A ese herrerismo anterior lo derrotó en las urnas y lo redujo a un sector más en su órbita, que no fue capaz de producir nuevas figuras propias potentes, apostó para las internas del año pasado a Laura Raffo (quien había ingresado a la actividad partidaria en 2020 por decisión del propio Lacalle Pou) y quedó muy golpeado por la caída escandalosa de Gustavo Penadés y los cuestionados desempeños como ministro de Luis Alberto Heber.
Después del 1º de marzo, el actual presidente va a mantenerse en una posición de poder, pero sin obligaciones de intervenir en la política cotidiana; lo hará cuando y como lo considere conveniente para ir recorriendo el camino hacia una nueva postulación en 2029, dosificando con comodidad presencias y ausencias. Ni García ni Delgado tienen hoy fuerza o perfil propio para ser sus rivales, y ninguno de los dos cuenta con nada parecido al capital político de haber sido el único nacionalista capaz de ganarle una elección nacional al FA desde que Lacalle Herrera lo hizo en 1989, o de terminar su mandato con una popularidad y una hegemonía interna muy superiores a las de este en 1994.
Ni siquiera está claro que la pulseada sea por una especie de subjefatura. Lo que ocurre es que, si bien la próxima bancada del PN tendrá apenas un senador y un diputado menos que la actual, la participación de nacionalistas en organismos públicos caerá en picada, será muy alta la tasa de desocupación y no está claro que las departamentales vayan a disminuirla. En tales circunstancias, se cotiza mucho el rol de negociador con el FA por los 35 o 40 cargos que podrá ocupar el partido, que a su vez implican secretarías, asesorías y pases en comisión. Es un triste costo de la derrota.
Hasta mañana.