Buenos días. Les comento algunas noticias que pueden leer hoy en la diaria.
En cada asunción ministerial se plantean lineamientos para la gestión futura, que en gran medida reiteran –como corresponde– propuestas adelantadas en la campaña electoral del Frente Amplio. Es importante que la formación de equipos en cada organismo no haga perder de vista que el programa es uno solo y que el despliegue de políticas en diversas áreas debería coordinarse y acompasarse para contribuir a un resultado integral.
Ayer, el ministro de Trabajo y Seguridad Social, Juan Castillo, se comprometió a sumar esfuerzos ante los problemas de desempleo que afectan especialmente a jóvenes y mujeres, y al ingreso insuficiente, por debajo de 25.000 pesos mensuales, de más de medio millón de personas. El ministro de Desarrollo Social, Gonzalo Civila, le asignó prioridad a la pobreza infantil, la universalización de la política de cuidados y la atención a las personas en situación de calle, en el marco de un “enfoque comunitario” que valorice la alianza entre participación ciudadana y acciones estatales, construyendo más y mejor democracia.
Anteayer, el ministro de Educación y Cultura, José Carlos Mahía, destacó la importancia de frenar las tendencias al ausentismo crónico en los centros de estudio. El mismo día, el ministro de Economía y Finanzas, Gabriel Oddone, planteó que las acciones para lograr mayor crecimiento apuntan a un “desarrollo sostenible con justicia social”. Las tareas antedichas y varias otras se inscriben en una misma orientación y se necesitan mutuamente.
En el suplemento Economía de esta semana publicamos opiniones de especialistas a partir de la medición del índice de pobreza multidimensional por parte del Instituto Nacional de Estadística, y entre otras consideraciones se señalaron los vínculos entre pobreza y educación. Las carencias en los hogares afectan con mucha fuerza los resultados del aprendizaje, y las personas con niveles educativos bajos tienden a quedar atrapadas en un círculo vicioso de pobreza, que acota sus posibilidades de desarrollo humano y también las de la sociedad en su conjunto.
No se trata, por supuesto, de asignarle a la educación por sí sola la responsabilidad de que las personas salgan de la pobreza. Para que el círculo vicioso se rompa y la pobreza infantil deje de ser un drama nacional hacen falta también, entre otras cosas, políticas económicas que generen más recursos, políticas de empleo y salariales, políticas de cuidados que les quiten lastre a las mujeres, participación social que arraigue el compromiso de construir una sociedad menos desigual.
La coordinación de políticas estatales con criterios de transversalidad enfrenta grandes dificultades en Uruguay, como en muchos otros países. Hay rutinas y culturas internas de los organismos públicos que generan resistencias, y también jerarquías tradicionales dentro del Estado que ubican a algunas áreas en posición demandante y les reservan a otras el poder de distribuir recursos, sin niveles adecuados de compenetración con las responsabilidades colectivas. En este terreno también hará falta mucha disposición al diálogo y la construcción de acuerdos.
Hasta el lunes.