La ciencia se caracteriza por la racionalidad y el seguimiento de pasos y metodologías verificables para descubrir datos concretos en cualquier ámbito de la vida. Sin embargo, en el mundo académico, que no es ajeno a la sociedad en la que está inmerso, se reproducen y sostienen desigualdades de género que nada tienen de racionales y que, como en otros espacios de la vida, son difíciles de explicar. Se ha observado a nivel global la existencia de fenómenos como el “techo de cristal”, la “leaky pipeline” (o “tubería de fuga”) y el “suelo pegajoso” en la academia, que describen diferentes obstáculos que enfrentan las mujeres que se dedican a la ciencia, y que impiden que avancen de la misma forma que sus colegas hombres.
La extensa literatura al respecto demuestra que las mujeres, incluso en los países en que existe paridad, están subrepresentadas en la mayoría de las disciplinas científicas y no logran acceder de forma equitativa a lugares de toma de decisiones o a los grados más altos en las instituciones académicas y del sistema científico. La lista de desigualdades es larga. También hay estudios que evidencian que las mujeres científicas publican menos artículos que los investigadores, ocupan en menor medida lugares preponderantes en las autorías colectivas, y sus trabajos son menos citados. Estos planteos han inspirado varias explicaciones posibles, entre las que señalan la maternidad, las tareas de cuidado de las personas cercanas, la forma en que los sistemas científicos evalúan a los investigadores, la asignación de recursos, el clima laboral, etcétera.
Un grupo de investigadores se dedicó a reconstruir, por medio de un análisis bibliométrico, la carrera académica de más de 1,5 millones de investigadores (412.808 mujeres y 1.110.194 hombres) que desarrollaron sus carreras entre 1955 y 2010 en 83 países (entre los que está incluido Uruguay). Su objetivo fue ofrecer una “imagen completa de las diferencias entre hombres y mujeres en el rendimiento a lo largo de la carrera científica”, y sus hallazgos fueron dados a conocer en el artículo “Comparación histórica de la desigualdad de género en carreras científicas entre países y disciplinas”, publicado recientemente en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences of the United States of America (PNAS).
La investigación se concentró en la base de datos de Web of Science (WoS) para 13 disciplinas pertenecientes a los campos de ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas (STEM, por su sigla en inglés) y, según comentan, la muestra seleccionada se corresponde con “33% de todos los artículos publicados” en el período analizado. A su vez, para darles solidez a sus resultados los replicaron en dos conjuntos de datos adicionales: el Microsoft Academic Graph (MAG) y el Data Bibliography & Library Project (DBLP), cada uno con “diferentes criterios para inclusión de publicaciones y metodologías para la reconstrucción profesional”, aclaran los autores.
Creciente y persistente
Según la investigación, las mujeres representan “27% de los autores” globales, y los autores sostienen que esta cifra “esconde tendencias importantes”; mientras que en 1955 las mujeres representaban sólo “12% de todos los autores activos”, hubo un aumento constante de la participación femenina desde finales del siglo pasado hasta alcanzar 35% en 2005. Al discriminar por área científica se constata que en matemática, física e informática la proporción de autoras es de 15%, mientras que en psicología asciende a 33%. A su vez, los investigadores plantean que es pertinente observar los datos por país: incluso en países desarrollados y de avanzada en el desarrollo científico, como Alemania, las mujeres autoras de artículos representan sólo 28%, mientras que en Rusia hay paridad.
Los autores señalan que la evolución de la brecha de género en la ciencia no sólo fue persistente, sino creciente. “Paradójicamente, el aumento de la participación de las mujeres en la ciencia en los últimos 60 años estuvo acompañado por un aumento de las diferencias de género tanto en la productividad como en el impacto”, destacan.
La brecha de productividad y referencias
Un dato curioso que plantean los investigadores es que “no existe una diferencia fundamental entre los géneros” en las publicaciones por año, al punto de que señalan que “hombres y mujeres publican a una tasa anual comparable”. Los autores señalan que este resultado constituye una primera “invariable de género”. De acuerdo con la investigación, las mujeres publican, en promedio, 1,33 artículos por año, mientras que los varones presentan, en promedio, 1,32 artículos. “Este resultado se observa en todos los países y disciplinas, y lo replicamos en los tres conjuntos de datos”, dicen los investigadores y agregan: “La diferencia de género en la productividad anual es pequeña incluso entre los autores más productivos (4% para el 20% superior) y se invierte para los autores de mediana y baja productividad”.
La brecha entre hombres y mujeres aparece al observar las carreras completas. Los autores encontraron que durante el período analizado, en promedio, los científicos publicaron “13,2 artículos durante su carrera”, mientras que las científicas alrededor de 9,6. Así, la brecha de productividad total se ubicó en 27%. Según la investigación, la diferencia en la cantidad de autorías entre hombres y mujeres es mayor entre los autores más productivos –“Los autores masculinos en el segmento de productividad del 20% superior publican 37% más artículos que las autoras”– y disminuye en los niveles medios y bajos de los sistemas científicos: “La brecha de género desaparece para los autores productivos medianos (20% medio) y se invierte para los autores que están en el 20% inferior”.
Otro elemento que los investigadores observaron fue la brecha del “impacto total” del trabajo de investigadores a lo largo de su tarea. El impacto se considera el número de citas acumuladas durante los 15 años analizados. Aquí volvieron a encontrar una “segunda cantidad invariable de género”: para los artículos publicados en un año “no existe una diferencia perceptible en el impacto”, apuntan. Las desigualdades se hacen patentes una vez más al analizar las trayectorias enteras. En ese caso, los investigadores encontraron que los científicos varones “reciben 30% más citas para sus publicaciones que las científicas” y, una vez más, la diferencia aumenta entre los autores de “alto impacto en el 20% superior”, que reciben “36% más citas”.
“Esta segunda invariante de género refuerza nuestro principal hallazgo de que son las diferencias en la duración de la carrera las que impulsan la brecha de productividad total, lo que en consecuencia impulsa la brecha de género de impacto en la academia”, resumen los investigadores.
Tasa de deserción
Al medir la duración de la carrera de cada científico registrada en la base de datos, los investigadores descubrieron que, en promedio, los hombres tienen una vida académica de 11 años antes de dejar de publicar artículos, y las mujeres de “sólo 9,3 años”.
Para profundizar en sus resultados, introdujeron el análisis de la “tasa de deserción”, definida como “la fracción anual de autores en la población que acaba de publicar su último artículo”. En ese sentido, señalan que, en promedio, 9% de los científicos varones activos dejan de publicar cada año, mientras que en el caso de las mujeres la tasa de deserción “es de casi 10,8%”.
Los investigadores plantean que esto “explica 67% de la brecha de productividad y de impacto” entre hombres y mujeres científicos. A su vez, advierten que en el porcentaje restante (33%) “pueden desempeñar un papel potencial los efectos disruptivos auxiliares, desde la percepción del talento hasta la asignación de recursos”. Los autores también compararon casos de hombres y mujeres con tasas de deserción similares, y encontraron que las diferencias de género en la productividad total y el impacto total “se reducen en aproximadamente dos tercios”.
“Las científicas tienen un riesgo 19,5% mayor de abandonar la academia que los científicos, lo que les da a los autores hombres una gran ventaja acumulativa con el tiempo”, sostiene el artículo, que agrega que “la brecha de abandono no se limita a los investigadores junior, sino que persiste a tasas similares a lo largo de las carreras científicas”.
Reformular la discusión
En las conclusiones los autores discuten que es “particularmente problemático” que la brecha de género sea “más pronunciada entre los autores altamente productivos”, porque son quienes capacitan a las nuevas generaciones de científicos y “sirven como modelos a seguir para ellos”. Además, plantean que las “dos invariantes de género identificadas” abren el camino a una discusión que cuestione por qué o qué factores hacen que las mujeres abandonen antes sus carreras académicas. “Este hallazgo sugiere que debemos reformular la conversación sobre la desigualdad de género en torno a la sostenibilidad de las carreras de las mujeres en la academia, con importantes implicaciones administrativas y de políticas”, dicen los investigadores.
La ciencia es el producto de quienes se dedican a ella, y “el sistema académico está perdiendo a las mujeres a un ritmo más alto en cada etapa de sus carreras”, advierten los autores. Esto, para los investigadores, “sugiere que centrarse sólo en las científicas junior puede no ser suficiente para reducir el desequilibrio de género observado en la carrera profesional”, sino que deben hacerse esfuerzos en buscar los caminos “para reducir el desequilibrio de género observado” en toda la carrera profesional. “El impacto acumulativo de este efecto de carrera amplia aumenta dramáticamente la disparidad de género para los mentores senior en la academia, perpetuando el ciclo de menor retención y avance de la facultad femenina”, resaltan.
Uruguay: pequeño con grandes brechas
En Uruguay, actualmente, la participación de las mujeres en la ciencia es equitativa, incluso en algunas áreas superan en proporción a los hombres. Sin embargo, no existe una base de datos que permita reconstruir las carreras de hombres y mujeres dedicados a la ciencia y aplicar los métodos de este documento. De todas formas, pese a los escasos datos, los autores incluyeron a Uruguay en el estudio. Estudiaron las trayectorias de 149 investigadores (88 mujeres y 61 hombres) que culminaron su carrera científica entre 1955 y 2010. Según sus datos, en Uruguay los hombres producen a lo largo de su vida científica 10,5 artículos y las mujeres, 7,7, por lo que la brecha de productividad está alrededor de 26%. En el caso del impacto total, las diferencias entre hombres y mujeres alcanza a 8% a favor de los hombres científicos, que reciben mayor cantidad de citas por sus trabajos. Además, el artículo indica que en Uruguay la duración de la carrera promedio de los hombres es de 16,5 años, mientras que la vida editorial de las mujeres significa 11,4 años. Así, la brecha supera el 30%.
El investigador del Sistema Nacional de Investigadores (SNI) Néstor Gandelman consideró que la investigación es “sólida”, resaltó el análisis de las carreras científicas y que presenta “conclusiones contundentes”. No obstante, planteó algunas diferencias para la situación local. Si bien en su artículo “Techos de cristal en la investigación: evidencia de un programa nacional en Uruguay”, publicado en 2019 en la revista Research Policy, el investigador no estudia la productividad a lo largo de la carrera de los investigadores uruguayos, sí lo hace en los últimos tres años de actividad de 1.438 activos en 2015 en el SNI. A diferencia de resultados del artículo publicado en PNAS, Gandelman encontró que los hombres anualmente producen “sensiblemente” más que las mujeres: “Los hombres en promedio publicaron un paper por año y las mujeres 0,81; casi 20% de diferencia de productividad” y, en promedio, en los tres años “los hombres fueron 20% más productivos que las mujeres”.
Al observar qué ocurre con las STEM en Uruguay, Gandelman dice que la brecha es aun mayor. “En las ciencias naturales, los hombres están produciendo aproximadamente 1,4 papers por año –una cifra similar al promedio del estudio–, pero las mujeres 0,9. Hay una brecha de 55% de productividad entre hombres y mujeres”, comentó el investigador. No obstante, destacó que en ingeniería ocurre lo opuesto: las mujeres fueron más productivas que los hombres en el período analizado (2008 y 2015).
Otro planteo del investigador es que en general las mujeres y los hombres dedicados a la ciencia en Uruguay producen menos que el promedio presentado por los autores de la investigación. Mientras que el promedio mundial es de 1,3 artículos, en Uruguay los autores de todas las disciplinas del SNI publican en promedio 0,90 artículos por año. “El nivel de productividad de los investigadores uruguayos, comparado con el que está reportado aquí, es 25% inferior”, sostuvo Gandelman.
Para Victoria Prieto, investigadora e integrante de la Comisión de Género del Institut Pasteur de Montevideo, la investigación arroja nuevos elementos al debate sobre las barreras de las mujeres en la ciencia, al colocar sobre la mesa “la deserción de las mujeres científicas”, y abre un debate necesario sobre un dato que, opinó, está “subvalorado en los estudios” y no se ha cuantificado en Uruguay. “Nos hace pensar por qué la carrera de las mujeres es más corta y qué factores del sistema científico provocan la deserción”, dijo Prieto. Ante la ausencia de datos concretos, a priori explica que las causas de abandono pueden estar en que “el sistema no está preparado para dar suficiente apoyo a las mujeres científicas”.
“La brecha de duración de la carrera habla de varias cosas: de apoyos, de construcción de currículum en que las mujeres aparentemente no llegan a tener la misma cantidad de méritos que los hombres, y ahí me parece que estamos en el terreno de las cosas menos cuantificables y que hay que empezar a conversar”, sostuvo la investigadora. “Cómo se valora y se mide la excelencia en la carrera académica, cómo se administran los respaldos, los apoyos y las mentorías para las promociones”. Prieto considera que los datos aportados por la investigación ponen de manifiesto la necesidad de “acciones y políticas públicas de igualdad para lograr la paridad”.
Artículo: “Historical comparison of gender inequality in scientific careers across countries and disciplines”.
Publicación: Proceedings of the National Academy of Sciences of the United States of America (02/2020).
Autores: Junming Huang, Alexander Gates, Roberta Sinatra, Albert-Laszló Barabasí.