Tras volver de unas vacaciones en la isla de Margarita en 2012, una familia de Carrasco desarmó el equipaje en su casa y se llevó una sorpresa. De la valija prolijamente acomodada en origen salió un escorpión de unos siete centímetros de largo. O un alacrán, para quien prefiera usar ese nombre común que refiere al mismo animal.
En Uruguay viven cinco especies de escorpiones nativos y una especie introducida, pero aquel ejemplar no pertenecía a ninguna de ellas. Había viajado como polizonte desde el Caribe a Uruguay, igual que en el argumento de una de esas películas de horror arácnido que tanto abundan desde la década del 50.
En vez de dar un zapatazo al escorpión viajero, la familia tomó la atinada decisión de guardarlo en un recipiente y llamar a expertos del Instituto de Investigaciones Biológicas Clemente Estable (IIBCE). El polizonte resultó ser un ejemplar de la especie Tityus discrepans, potencialmente peligrosa para seres humanos.
Escorpión Tityus discrepans, que arribó en 2012 a Montevideo junto a viajeros que retornaban de Isla Margarita, Venezuela.
Foto: Carlos Toscano
Al año siguiente ocurrió algo parecido con otra especie del mismo género, Tityus footei, que llegó desde Machu Picchu a un hogar de Pocitos aprovechando la comodidad de la mochila de un joven.
Escorpión de la especie Tityus footei, arribado a Montevideo desde Machu Pichu, en 2014.
Foto: Carlos Toscano
En ninguno de estos casos la llegada de los escorpiones viajeros dio pie a que esas especies exóticas prosperaran y se establecieran aquí, pero eso no significa que esa situación sea imposible.
De hecho, la especie exótica de escorpión que sí logró prosperar en Uruguay, Euscorpius flavicaudis (reconocible por su cola amarilla), también llegó gracias a la ayuda humana. Se la encontró por primera vez en Paso Molino, en un viejo depósito de materiales del puerto, en 1996, tras haber arribado probablemente con mercaderías en algún barco, y desde entonces se ha extendido a otros barrios capitalinos.
Escorpión de la especie Euscorpius flavicaudis.
Foto: Carlos Toscano
Ninguna de las especies registradas en Uruguay es peligrosa para el ser humano, salvo una excepción muy discutible de la que hablaremos más adelante. Eso, sin embargo, cambiará probablemente en el corto o mediano plazo. Así lo advierte un reciente estudio realizado por los especialistas argentinos Alexis Barrios, de la Universidad de Catamarca (Argentina), Pablo Martínez, de la Universidad Federal de Sergipe (Brasil), y Andrés Ojanguren, del Museo Argentino de Ciencias Naturales Bernardino Rivadavia.
En él investigaron la expansión en curso de seis especies de escorpiones con veneno poderoso en el cono sur del continente y proyectaron lo que puede ocurrir con ellas en las próximas décadas, debido tanto a la acción humana directa e indirecta como al extraordinario truco sexual que perpetran algunas de esas especies.
Para entender qué consecuencias tendrá esto para nuestro país y de paso separar mitos de verdades, entra en escena un especialista local: el biólogo Carlos Toscano, del Departamento de Ecología y Biología Evolutiva del IIBCE.
Esto trae cola
“Hay que aclarar algo: es cierto que ninguna de las especies de escorpiones presentes en Uruguay representa un problema para los seres humanos, pero no hay que manipularlas. Como con las abejas, una picadura puede no hacerle nada a una persona y, sin embargo, crearles grandes problemas a otras que son alérgicas”, dice Carlos Toscano desde su espacio de trabajo en el IIBCE, rodeado de recipientes con arañas y escorpiones a los que alimenta con esmero incluso en sus días libres.
Para demostrar cuán fascinantes le resultan los escorpiones, apaga las luces de la sala, enciende una linterna de luz ultravioleta e ilumina un ejemplar de Bothriurus rochensis, una especie endémica del este uruguayo como bien ilustra su nombre científico. El escorpión brilla con hermosos tonos fosforescentes en la oscuridad, una característica cuya función no es clara aún, pero que podría servirles para distinguir entre especies.
Escorpión Bothriurus rochensis.
Foto: Ernesto Ryan
Según la investigación realizada por los biólogos argentinos, la única especie peligrosa que vive en Uruguay es Tityus carilloi, pero Carlos toma con pinzas (guiño) esta información. Aunque hubo un par de reportes aislados de esta especie en Colonia en la década de 1990, con base en ejemplares analizados en Argentina, todo indica que se trató de una confusión de etiquetas sobre su origen. “Pasados tantos años en los que no se ha vuelto a registrar, creo que la presencia de esta especie acá no es real”, opina. El registro equivocado, sin embargo, podría convertirse en una profecía autocumplida.
En otros países de América del Sur los escorpiones se han convertido en un problema de salud pública. Brasil es el caso más evidente: en 2024 se registraron 152 muertes por picaduras, 12 más que las provocadas por serpientes en ese período. Incluso en Argentina, con ciudades que tienen climas similares a los de las nuestras, hay una gran cantidad de accidentes anuales, con una mortalidad mucho menor que la de Brasil, pero aun así relevante; entre 2020 y 2024 murieron siete personas.
Influye mucho en las estadísticas la falta de acceso a centros de salud, algo más común en algunas de las grandes ciudades de esos países que en Uruguay. La peor parte suelen llevársela los niños, por una cuestión de proporcionalidad del veneno en relación con el cuerpo, entre otros factores.
Pica por todos los compas
Todos estos accidentes son producidos por varias especies de un solo género de escorpiones, Tityus, cuyo único representante realmente confirmado en Uruguay es Tityus uruguayensis, una especie casi endémica y poco peligrosa.
Los escorpiones no tienen interés alguno en atacar seres humanos, pero los accidentes se repiten año a año en la región. ¿Por qué? La explicación hay que buscarla en la influencia que ejercemos sobre otras especies. Muchos de los escorpiones de este género son sinantrópicos, palabra que indica que se han adaptado a vivir cerca de los seres humanos. Dicho de otro modo, les hemos proporcionado una serie de ventajas que les permitieron prosperar.
“Los ambientes urbanos les dan dos cosas importantísimas: refugio y alimento. Si no tenés competencia fuerte con otras especies y te dan esas dos cosas, te va a ir bien sin problemas”, apunta Carlos.
En Buenos Aires, por ejemplo, los escorpiones se “toman” el metro. Se ha visto que abundan en los túneles del subte, lugares ideales para ellos. “Son oscuros, húmedos, llenos de alimento como cucarachas y otros insectos, y les permiten dispersarse”, dice Carlos. Esa, al menos, es una de las pocas cosas que podemos agradecer a nuestro incompleto sistema de transporte: no hay metro que permita a escorpiones (ni a los ciudadanos) trasladarse con facilidad.
Esta capacidad que tienen los escorpiones para dispersarse a sitios que les son favorables, ayudados por el clima y la presencia humana, es justamente el tema central de la investigación realizada por los especialistas argentinos, que arroja varias conclusiones importantes para Uruguay.
Carlos Toscano.
Foto: Ernesto Ryan
Wind of change
El trabajo se centró en las seis especies de escorpiones con veneno de importancia médica que habitan en el sur de América del Sur: Tityus bahiensis, Tityus carrilloi (la de dudosos registros en Colonia), Tityus confluens, Tityus costatus, Tityus serrulatus y Tityus trivittatus.
Para entender la expansión de estas especies, estudiaron primero la distribución histórica conocida y la actual mediante registros en museos, colecciones y plataformas de imágenes como iNaturalist y GBIF.
Luego, usaron modelos de distribución para definir cuáles son las zonas ambientalmente idóneas para cada una de estas especies y cómo podrían modificarse de aquí a 2070, teniendo en cuenta las proyecciones de cambio climático. Estos modelos son herramientas estadísticas que tienen en cuenta las variables ambientales más favorables para las especies, como temperatura, humedad y densidad urbana, por mencionar las más relevantes.
No es la primera vez que se usan modelos de distribución para predecir qué podría ocurrir con estos escorpiones en algunas regiones del cono sur, pero la realidad les viene ganando a las proyecciones. Tal cual apuntan los autores del trabajo, “para 2025, la mayoría de las especies ha expandido su distribución mucho más allá de lo predicho, dejando claro que este es un problema mucho más serio de lo que se pensaba”.
Esa es justamente la primera conclusión valiosa del trabajo. Estas especies han ampliado en forma importante su distribución en los últimos tiempos, en buena medida gracias a introducciones casuales –como las mencionadas al comienzo de este artículo–, a las que se suma su capacidad para ocupar áreas urbanizadas con rapidez. En los últimos 50 años, algunas “extendieron su área de distribución en un 300%”, aseguran los autores.
Lo curioso, sin embargo, es que no todas lo han hecho de la misma manera. Esta tendencia es mucho más notable es tres especies de escorpiones que comparten una asombrosa característica: prescinden por completo de los machos para prosperar.
Ellas arriba
En algunas especies de escorpiones las hembras no necesitan tener sexo con machos para reproducirse. Pueden clonarse, básicamente, gracias a un tipo de reproducción llamada partenogénesis, que se ha reportado en animales de diversos grupos, como pasa en Uruguay con algunas mantis y cochinillas, entre otros.
Por suerte para los machos del reino animal, este mecanismo tiene algunas desventajas, como la menor diversidad genética que heredan las crías. Sus ventajas son, sin embargo, evidentes: les permite reproducirse rápidamente, sin necesidad de encontrar ejemplares del sexo opuesto o de gastar energías en arduos cortejos.
Esta característica es especialmente útil para colonizar nuevos lugares, que es lo que parece estar ocurriendo con algunas de las especies de escorpiones estudiadas. Las tres que se reproducen mediante partenogénesis –Tityus carrilloi, Tityus confluens y Tityus serrulatus– son justamente las que más se han expandido a nuevas zonas urbanas en la región en las últimas décadas. Un dato interesante es que el científico que confirmó que Tityus carrilloi es partenogenética fue el propio Carlos Toscano, en un trabajo de 2004.
Estas características se combinan en forma muy sencilla: llegan a nuevos lugares, generalmente debido a la introducción involuntaria por parte de seres humanos, y, una vez allí, se reproducen rápidamente y prosperan gracias a la partenogénesis y las buenas condiciones que les ofrecemos.
Tal cual vimos al comienzo de la nota, esto no es suficiente para que las especies se establezcan en nuevos sitios. Otro requisito es que “las condiciones climáticas sean favorables”. Y eso, justamente, es lo que permitirá que continúen su expansión en el futuro cercano, según las proyecciones de los modelos de distribución.
Escorpio ascendente
“Uruguay, que prácticamente no alberga escorpiones de importancia médica, casi seguramente enfrentará problemas de escorpionismo en el futuro, ya que varias especies de escorpiones médicamente relevantes podrían llegar al país. Es muy probable que Tityus carrilloi, Tityus confluens y Tityus serrulatus se establezcan en ciudades uruguayas en las próximas décadas”, advierte el trabajo en forma concluyente.
Algunas de estas especies no requerirán necesariamente las introducciones humanas para expandirse a Uruguay. En este sentido, la frontera seca con Brasil, donde hay corredores biológicos que conectan ambos países, es un lugar al que hay que prestar atención, apunta Carlos Toscano.
“Las especies peligrosas de Brasil, como Tityus serrulatus, se adaptan perfectamente a vivir con nosotros. Si se combinan variables como el aumento de temperatura, el aumento de la humedad y una mayor densidad humana, es probable que dentro de unos años algunas de estas especies aparezcan en el norte”, asegura.
“El área adecuada para Tityus serrulatus en 2070 aumentará drásticamente, alcanzando las ciudades más importantes del centro de Argentina, Bolivia, Paraguay, Uruguay, y el centro y sur de Brasil, lo que representa una seria amenaza para sus sistemas de salud”, indica el texto.
Mapa predictivo de expansión de Tityus serrulatus. Tomado de Alexis Barrios.
El trabajo también predice que Tityus carrilloi podría expandir su distribución hacia el este de Uruguay, “lo que representa un problema potencial”. Para Carlos, la introducción de esta especie en ciudades uruguayas sí podría significar un problema en el corto plazo. “Buenos Aires tiene un clima relativamente similar al nuestro. Y si Tityus carrilloi está adaptada a Buenos Aires, yo no veo diferencias como para que no se adapte a ciudades de Uruguay”, apunta.
Mapa predictivo de expansión de Tityus carrilloi. Tomado de Alexis Barrios.
Las proyecciones marcan que Uruguay tendrá condiciones ambientales idóneas también para los demás escorpiones de veneno potente, pero sus posibilidades de establecerse aquí son mucho menores, por no tener costumbres tan urbanas ni reproducirse mediante partenogénesis.
Ya sea que lleguen como invasoras en el equipaje de viajeros o por sus propios medios gracias a la ayuda del cambio climático, la respuesta a su arribo deberá ser la precaución y el monitoreo, más que el pánico y el zapatazo.
Qué bonita vecindad
Los autores del trabajo advierten que los resultados “permiten visualizar un problema ‘dinámico’, en el que resulta urgente la colaboración de todas las entidades estatales y de los agentes de salud pública competentes para evitar graves problemas sanitarios”.
Más específicamente, aclara que Uruguay, que actualmente no presenta problemas de escorpionismo, “debería implementar controles epidemiológicos fronterizos más estrictos en la carga procedente de países vecinos, prestando especial atención” a estos animales.
Además, debería “implementar programas de vigilancia que permitan la detección temprana de su presencia”, con el objetivo de “alertar oportunamente al sistema de salud” y “garantizar la adquisición oportuna de antídotos específicos para cada especie”, ya que hoy no están disponibles en Uruguay justamente porque los escorpiones no son un problema (aún). En Argentina, el Instituto Malbrán produce un suero antiescorpiónico que sirve para todas las especies peligrosas que hay en ese país y posiblemente también para todas las de Brasil, señala Carlos.
Si estas especies tan exitosas para prosperar en ambientes urbanos se establecen en nuestras ciudades, lo que queda es “prevenir el ingreso a viviendas y áreas vulnerables”, proponen en el artículo.
Carlos Toscano coincide en que el monitoreo es muy necesario para estar atento a la posible llegada de estas especies, y asegura que es posible evitar problemas con algunas medidas simples. A estos animales les gusta y les conviene vivir cerca de nosotros. Matarlos o echar veneno no modificará eso.
“Si estas especies llegan a establecerse, lo mejor que se puede hacer es evitar tener refugios para ellos alrededor de la casa, como leña o macetas apoyadas contra las paredes. Un método accesible y sencillo, por ejemplo, es poner una rejilla fina en los resumideros, para evitar el paso de este y de otros animales al interior de los hogares”, aconseja. En casas con patios y jardines es recomendable cortar el pasto que crece alrededor.
“Esas son acciones fáciles para evitar que los animales aparezcan dentro de las casas. En caso de duda sobre si una especie es peligrosa, es posible avisar al IIBCE, pero es importante reiterar que estas especies, que son bastante más grandes que las que viven aquí, aún no están presentes en Uruguay”, concluye Carlos.
La relación de humanos y escorpiones es complicada desde los comienzos de las primeras civilizaciones. Han sido sinónimo de peligro en muchas culturas, pero también fuente de fascinación, misterio y adoración. Más recientemente, sus toxinas han servido para producir medicamentos contra el cáncer como el “escozul” desarrollado en Cuba, entre muchas otras aplicaciones.
La posible llegada a Uruguay de especies peligrosas de escorpiones obliga a prepararse y tomar precauciones adicionales, pero no cambia el hecho de que la convivencia forzada con ellos fue propiciada por nuestra forma de vida, que desplaza a muchos animales y también atrae a otros no siempre bienvenidos. Sarna con gusto no pica, a diferencia de los escorpiones.
Artículo: The ongoing expansion of the medically important scorpions in Southern South America
Publicación: EcoHealth (junio de 2025)
Autores: Alexis Barrios, Pablo Martínez y Andrés Ojanguren.