Hace tan sólo una semana y pocos días que finalizó la misión exploratoria que se volvió un fenómeno viral del streaming en Argentina, pero permanece la sensación de haber participado en un acontecimiento significativo de forma colectiva. La gente se rehúsa a “soltar”, como decimos acá, y esto se debe en gran parte al entusiasmo que mantuvo al borde del sillón a muchos argentinos y que calentó las redes por semanas (especialmente X).
Para quienes no están tan atentos a la burbuja online, estamos hablando de la transmisión en vivo y en directo de la exploración subacuática del mar argentino en la ciudad de Mar del Plata a bordo de un buque de investigación del Schmidt Ocean Institute. La misión incluyó a 25 científicos argentinos del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet) de Argentina, quienes ganaron el derecho a participar por licitación y se embarcaron por tres semanas en el moderno buque Falkor (too). La exploración del buque continuará con una etapa en Uruguay, y el 30 de octubre regresará a Argentina para hacer dos campañas más.
La misión dejó como resultado el descubrimiento de 40 especies acuáticas nuevas (cuyas muestras van a terminar en el Museo Argentino de Ciencias Naturales), pero además produjo un fenómeno con picos de rating de hasta más de 80.000 espectadores conectados en vivo, y un fanatismo en las redes sociales de un impacto cultural y simbólico innegable, que adquiere aún más relevancia en el contexto de desfinanciación de la ciencia argentina y el constante ataque del presidente Javier Milei a la comunidad científica.
Un contexto especial y un mensaje político
Si bien los integrantes de la expedición Oasis Submarinos del Cañón de Mar del Plata: Talud Continental IV seguramente no anticipaban la relevancia que iba a tener su trabajo más allá de lo estrictamente científico, podemos afirmar con seguridad que el tema caló hondo en la esfera pública y el sentir popular por una variedad de motivos. Que la mayoría de la expedición estuviera integrada por científicos y técnicos del Conicet, el principal organismo dedicado a la promoción de la ciencia y la tecnología en Argentina, hoy bajo ataque tanto económico como político por el gobierno, no pasó desapercibido.
Una encuesta de la consultora argentina Zuban Córdoba sobre ciencia y política reveló que, más allá de la brecha política, ya sea que hablemos de la recepción positiva de la misión o de la labor del hoy también desfinanciado hospital Garrahan, unifica a la gente: “Casos como el Conicet y el hospital Garrahan muestran los límites del frame libertario. El 77% de la gente vio en vivo o grabada la transmisión del Conicet sobre la exploración del fondo del mar”, señalan desde Zuban. “La ‘estrella culona’ del Conicet tiene 68,6% de imagen positiva, más que cualquier político nacional”, revelan luego, haciendo hincapié en el orgullo por la ciencia argentina como motor de cohesión social y símbolo de consensos que la política no logra replicar.
“Nos alegra mucho que haya llegado a tanta gente. Nos alegra que muchos jóvenes quieran seguir carreras científicas, que muchos chicos sigan dibujando y que conozcan a todos estos animales. Pero también queremos mostrar a la gente de Argentina que esto es el Conicet, que trabajamos bien, con vocación, con muchas ganas y con pocos fondos. Esta expedición se pudo realizar gracias a los fondos internacionales, pero desde 2023 tenemos congelados los fondos nacionales para ciencia y también tenemos frenada la carrera de investigador científico”, explica Gregorio Bigatti, investigador del Conicet en el Instituto de Biología de Organismos Marinos de Puerto Madryn y parte de la misión.
El escenario actual ha llevado no sólo a recortes para investigaciones y temas concretos (como el trabajo de los taxónomos y quienes trabajan en biología marina o del mar profundo), sino que también ha hecho que se redujera el número de becas, que muchos investigadores perdieran capacidad adquisitiva y que otros tantos se hayan visto obligados a dejar el país, en lo que constituye la llamada “fuga de capital intelectual”. Se trata de un impacto que seguramente no veamos ahora, sino en las próximas generaciones.
“Queremos también que se vea que las inversiones en educación pública y en ciencias son a largo plazo para los países, no tienen que depender de los gobiernos, sino que tenemos una ley en Argentina, que no se cumple, de financiamiento. Hablamos de inversión no sólo para el Conicet, también para el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria, el Instituto Nacional de Tecnología Industrial, las universidades públicas, un montón de organismos que traccionan todo lo que es la ciencia y la tecnología en Argentina, que es lo que nos va a permitir ser un país fuerte”, agrega Bigatti.
El boom cultural y la importancia de la divulgación científica
Como todo fenómeno viral, el boom por el streaming del Schmidt Ocean Institute tiene algunos elementos azarosos y otros intencionales, algunos más lógicos y otros totalmente sorprendentes. La línea de tiempo empieza unos días antes del inicio de la expedición, cuando la periodista y divulgadora Celeste Giardinelli, al enterarse de que se iba a llevar a cabo, va a charlar con Daniel Lauretta, biólogo experto en corales y director científico de la expedición. El video se viraliza y a Giardinelli (quien cubrió toda la misión de forma remota) comienzan a llamarla desde streams y diarios hasta llegar a los canales de televisión. Los medios extranjeros, entre ellos The New York Times también levantaron la noticia.
Pepino de mar del género ¨Scotoplanes ¨descubierto en el fondo marino argentino. Foto:Schmidt Ocean Institute
El tópico también escaló gracias a un tuit de un periodista de otro canal de streaming (Gelatina), que avisaba que esto estaba sucediendo y dejaba el link para ver las maravillas acuáticas. A raíz de esto, tomó notoriedad el trabajo del Grupo de Estudios del Mar Profundo de Argentina, cuya cuenta pasó de tener unos pocos seguidores a 187.000. El resto es historia.
Lo llamativo del asunto es la escalada y el pico de interés que tuvo entre el público argentino y más allá, sobre todo teniendo en cuenta que ya se habían hecho expediciones con transmisión en vivo, por ejemplo, a la Antártida en diciembre pasado. ¿Cuáles fueron los condimentos que hicieron de esta algo tan especial?
Fueron fundamentales la decisión clara de contarlo y una comunicación adecuada para las audiencias digitales. En este sentido, Giardinelli cuenta que desde el Grupo de Estudios del Mar Profundo de Argentina le comentaban que habían estado enviando el material y que les contestaban que cuando estuvieran a bordo les enviaran fotos y videos. La noticia iba a ser noticia con ellos a bordo y no antes. Por suerte, no todos compartieron esa idea. Giardinelli y su equipo empezaron a agitar antes en redes sociales como Tik Tok e Instagram, y eso dio sus frutos.
“Fue un ejemplo muy claro de cuán distinto fue de otros viajes, con toda la épica de hacerlo en la Antártida versus contarla digitalmente, haciendo una narrativa de lo digital que esté buena. Tuve mucha suerte, y también creo que algo que sostuvo la ola fue que nuestros científicos son excelentes oradores porque son docentes, cosa que no sucede mucho en otras expediciones”, explica Giardinelli, quien también revela que desde el Schmidt Ocean Institute comentaron que nunca habían visto a un país reaccionar así.
Otro dato curioso que trascendió es cómo la tripulación argentina logró cambiar un poco las reglas a bordo del barco, en el que no estaba permitido aplaudir durante las transmisiones, pero que con el paso del tiempo y en aras del creciente entusiasmo, empezó a suceder de todas maneras. Esta mezcla de didactismo y claridad en la comunicación, que permitió concitar interés pero también empatía en la audiencia, más cierta idiosincrasia argentina para vivir estos momentos colectivamente como si fuera casi un mundial de fútbol, fueron otros elementos clave para el éxito.
“La gente conectó mucho con los personajes en dos líneas temporales. Los biólogos a bordo, que transmitían su emoción, y la aparición de los personajes de los animales, que podrían haber sido muy aburridos, pero gracias al chat y a la comunidad social fueron muy divertidos. Personajes como la batata, la estrella culona o la centolla drag queen”. Algo de humor que, en un contexto tan terrible para la ciencia argentina, también se agradeció.
El boom produjo todo tipo de manifestaciones culturales, desde arte en todas sus variantes o productos autóctonos (muñequitos, posters, bombillas y otros con la forma de los personajes marinos) hasta festejos colectivos con gente juntándose a ver la transmisión en grupo como si fuera un partido, fiestas de cumpleaños con temática del Conicet o proyecciones en vivo en situaciones tan insólitas como un boliche nocturno. Todo esto sin olvidar el álbum de figuritas coleccionables que confeccionó una maestra mientras se iban descubriendo y nombrando informalmente las especies (el nombre científico de las especies debe seguir un conjunto de reglas, entre ellas, estar publicado en una revista científica junto con la descripción del holotipo y demás condiciones).
Ilustración de Gi Curione compartida en la red X sobre descubrimientos en el fondo marino argentino
“Se veía la argentinidad de los científicos que nos emocionábamos cuando veíamos cosas nuevas, el ida y vuelta con la gente, más la calidad de la transmisión. Todo esto fue algo que como científicos nos permitió ver por qué lado tenemos que ir con la divulgación científica en general. Hace más de 15 años que el Schmidt Ocean Institute hace este tipo de transmisiones, pero en Argentina fue la primera vez que se hizo también en castellano y que los científicos éramos todos de acá. Todo eso hizo que tuviera mayor difusión”, cierra Bigatti.
En suma, una confluencia de factores sociales y técnicos, entre ellos, una divulgación acertada, el poder replicador de las redes, la “manija” argentina y la necesidad de contenidos de mayor calidad en un contexto sobresaturado y, por supuesto, la emoción y calidez del equipo de científicos que levantó la moral general del país. Por su parte, la tecnología de avanzada permitió saber qué estaba pasando en cada momento a kilómetros de profundidad, algo que hace unos años hubiera sido difícil de imaginar.
La incógnita en Uruguay
La expedición tendrá su llegada a Uruguay esta semana. ¿Cuál será la recepción allí?
Si bien es una incógnita, Giardinelli considera que la transmisión va a funcionar muy bien con Uruguay por el cariño que existe hacia las playas, pero además por el antecedente que significó el caso de éxito argentino, que ya está influyendo en la cobertura local: el gobierno uruguayo hizo un llamado a licitación para cubrir la transmisión y hay agencias de contenidos participando y contactando a periodistas locales para cubrirlo.
Para Gustavo Villa, jefe de prensa de la expedición, la expectativa es grande. “Lo que viene pasando en Argentina ha hecho que la gente se interese por el mar. Una de las preguntas que más se repiten en la previa es si en Uruguay hay posibilidad de que se vean las cosas lindas que se vieron allá, y sabemos que sí”, declara.
Valga aclarar que la expedición se va a estar desarrollando en Uruguay a días de que el gobierno presente el Presupuesto quinquenal, por lo que toda la comunidad vinculada a la ciencia, la investigación y la educación terciaria permanece atenta y cruza los dedos para que la misión sirva como recordatorio de lo valioso que resulta invertir en ciencia.