Cotidiana Ingresá
Cotidiana

foto: difusión, s/d autor

Chelato juega con tragos y sabores frutales

1 minuto de lectura
Contenido exclusivo con tu suscripción de pago
Contenido no disponible con tu suscripción actual
Exclusivo para suscripción digital de pago
Actualizá tu suscripción para tener acceso ilimitado a todos los contenidos del sitio
Para acceder a todos los contenidos de manera ilimitada
Exclusivo para suscripción digital de pago
Para acceder a todos los contenidos del sitio
Si ya tenés una cuenta
Te queda 1 artículo gratuito
Este es tu último artículo gratuito
Nuestro periodismo depende de vos
Nuestro periodismo depende de vos
Si ya tenés una cuenta
Registrate para acceder a 6 artículos gratis por mes
Llegaste al límite de artículos gratuitos
Nuestro periodismo depende de vos
Para seguir leyendo ingresá o suscribite
Si ya tenés una cuenta
o registrate para acceder a 6 artículos gratis por mes

Editar

De algún modo, la película uruguaya Clever, estrenada el año pasado, puso en el imaginario unos insólitos helados palito de vino tinto, con los que los habitantes del ficticio pueblo Las Palmas mataban el mormazo en el bar hasta emborracharse. La marca local Chelato, que fabrica helados artesanales, hace algo parecido a través de su línea alcohólica, que generalmente elaboran a pedido: fernet, cerveza stout, Bayleys y tannat también.

“Nosotros tenemos la fábrica y ahí se puede inventar todo lo que quieras. Es cuestión de mezclar, ver cómo queda, encontrarle el punto justo y sacar el producto. Es así de sencillo”, afirma Joaquín Gallinal, ejecutivo de cuentas de gastronomía. Eso sí, más allá del dejo a la bebida base, nadie va a perder lucidez por tomar helado.

La marca nació hace cuatro años “como una picardía idiomática, fusionando gelato (el término que define a este tipo de preparación en lengua italiana y sinónimo, sin dudas, del helado de mejor calidad en el mundo) y el modismo rioplatense che, de modo de darle una identidad uruguaya”.

La iniciativa de inventar un helado de determinado sabor puede surgir de ellos o del cliente. Así como hay partidas especiales, hay otras ya habituales, como el pedido que el parador La Huella, de José Ignacio, les hace cada temporada, de 300 litros de helado de Campari con naranja o pomelo. Es que el suministro a restaurantes —además de los cuatro foodtrucks que alquilan para eventos y fiestas privadas— es uno de los fuertes de la marca, si bien sus helados de alta gama, con un rango amplio de gustos, de frutales a criollos o más exóticos (helado de rosas, de tiramisú, de queso azul), también pueden disfrutarse en los locales que tienen en el Mercado Agrícola, en la calle Rivera y Luis Alberto de Herrera y, próximamente, en Mercado Ferrando.

Justamente, en estos días están de estreno, abriendo una nueva heladería en Carrasco (Camino Carrasco y Brunel) y dando a conocer unas paletas heladas de crema con óreo, kiwi (las favoritas hasta ahora), de mango, frutilla, frambuesa, maracuyá, chocolate, mascarpone y frutos rojos, así como elaboraron otras de tragos hechos con whisky a pedido de la marca Jameson.

Este artículo está guardado para leer después en tu lista de lectura
¿Terminaste de leerlo?
Guardaste este artículo como favorito en tu lista de lectura