Apenas entrado el siglo XXI, la raza rottweiler se presentó por estas latitudes como “el perro asesino alemán”. Pasado el tiempo, parece que los genes se amoldaron a nuestras calmas costumbres y bajó unos cambios, o quizá pasó de moda y el pitbull tomó la posta de ese estigma hasta el día de hoy.
En 1996 el grupo mexicano Maná se preguntaba qué pasó en la selva negra. Si bien no tengo claro lo que realmente ocurrió, seguro que no estaba hablando de que en esa zona de Alemania, en el año 73 a.C., comenzaba a moldearse la raza en cuestión. El rottweiler toma su nombre de la ciudad alemana de Rottweil, en el estado de Baden, dentro de la región de la Selva Negra. Las legiones romanas fundaron la ciudad con el propósito de alojar tropas militares y, de paso, a todo lo que rodea las necesidades de las tropas. Esto es, ganado, carniceros y, por ende, perros encargados de cuidar y arrear ese ganado.
Hay que decir que los romanos eran perreros: tenían perros de caza, de compañía y de guardia; en este último grupo entran los antepasados del rottweiler. Estos animales presentaban características ideales para la guardia: de un tamaño importante, eran robustos, agresivos y acostumbraban ir al frente.
Este tipo de perros se originó en lo que actualmente es Irán, donde las tribus alanas criaban animales capaces de cuidar su rebaño gracias al tamaño, la agilidad y la bravura. Tiempo después, Alejandro Magno los incorporó a sus filas como perros de guerra y luego los romanos tomaron la posta y se encargaron de diseminarlos por todo el imperio.
De esto se desprenden varias teorías que intentan estructurar el árbol genealógico de este tipo de perros. Sin entrar en detalles, lo cierto es que se han encontrado restos óseos de muchos perros en muros correspondientes a la época romana, lo que indica la popularidad de este tipo de bichos entre sus pobladores. En la Edad Media incluso se construyeron piezas de piedra en capillas estilo gótico, como la de San Laurencio, donde se ve a un perro de aspecto compacto, orejas colgantes y cabeza similar a la de los rottweiler actuales.
Como la ciudad de Rottweil se situaba entre el cruce de varios caminos comerciales, el arribo de ganado era moneda corriente, y disponer de perros capaces de conducirlos y a la vez cuidarlos de depredadores y ladrones colaboró para definir con mayor fineza la raza local.
Hacia 1800 los carniceros usaban perros grandes, fuertes, de manto negro y extremidades con manchas doradas, ideales para las necesidades de la ciudad. Ya en ese entonces se practicaba la cría selectiva y se eliminaban los perros incapaces de cumplir las tareas de arreo y guardia deseadas. Estos animales comenzaron a conocerse como “el perro del carnicero de Rottweil”, pero con el tiempo alguien confundió un poco las cosas y lo rebautizó “el perro carnicero de Rottweil”, modificando sustancialmente el enunciado, el apodo del can y su significado.
La llegada de la industrialización provocó que se prohibiera el pastoreo de ganado y se optara por trasladarlos en vagones. Por la misma época, osos y jabalíes fueron extinguidos en esa zona, y así la raza se tornó obsoleta y quedó en seguro de paro.
Tan grave fue el asunto que en 1905 quedaban menos de diez ejemplares. Pero con la ayuda de algunos amantes de este perro se logró preservar y reproducir a los últimos ejemplares, que de a poco se fueron amoldando a la vida urbana como ayudantes de la Policía. Los rottweiler también laburaron durante las dos guerras mundiales como mensajeros, guardianes y despachantes de insumos entre las tropas. Desde entonces su popularidad no paró de crecer. De hecho, cruzó el charco hacia Estados Unidos y fue registrado en el American Kennel Club en 1931. En la década de 1990 fue uno de los perros más identificables del mundo occidental.
Rottweiler | Estos tanques animales pesan entre 36 y 60 kilos, miden unos 65 centímetros de altura y, en promedio, tienen una expectativa de vida que oscila entre ocho y 11 años. Entre las enfermedades más comunes se destacan la displasia de cadera y codo, la insuficiencia cardíaca congestiva canina, la rotura de ligamento cruzado, la dilatación y torsión gástrica, el entropión y el osteosarcoma.