Era un nombramiento que se esperaba: los impulsores locales habían “hecho bien los deberes”, como resumió el arquitecto Esteban Dieste, y tras diversos estudios y acciones presentaron un expediente sólido en febrero de 2020. La resolución se pospuso un año y finalmente este martes el Comité del Patrimonio Mundial de la Unesco, reunido en Fuzhou, China, aprobó la recomendación de inscribir la Iglesia de Cristo Obrero en la Lista del Patrimonio Mundial.
Pero la historia del edificio, ese ejemplo emblemático de la aplicación de cerámica armada, una técnica constructiva que Eladio Dieste desarrolló mediante cálculo manual, comenzó hacia 1952. El proyecto se culminó en 1958, obtuvieron los permisos y comenzaron las obras, que completaron en 1960. Ahora el templo parroquial ubicado a 40 kilómetros de Montevideo entra en la lista en representación de la numerosa obra de la empresa Dieste y Montañez. Entre sus logros estéticos suele destacarse el efecto de la luz natural sobre el ladrillo, “elemento dinámico de transformación del espacio interior y exterior de la obra”, señala la Fundación Dieste.
“Cuando uno presenta el expediente, lo estudia Icomos, un organismo internacional que asesora a la Unesco en temas patrimoniales. Después se reúnen 21 países, los que forman el comité, que son rotativos, tomados de los 194 de las Naciones Unidas. Todo hacía suponer que cuando tratara el tema, la candidatura sería aprobada. Incluso hicimos el video de difusión ante esta eventualidad. Nos podía haber pasado como a los brasileños en Maracaná. Pero estábamos convencidos de que iba a salir”, celebra Dieste, hijo de aquel ingeniero vanguardista.
Estudios y mantenimiento
“Fue un logro de nuestro asesor externo, el arquitecto Ciro Caraballo, que la iglesia fuera seleccionada por la Getty Foundation para su programa Keeping It Modern. Con ese financiamiento se llevó a cabo el estudio, que culminó en un plan de manejo muy interesante en el que trabajamos 42 técnicos, con profesionales del exterior y de acá”, explicó Dieste. Ese trabajo ayudó a entender las posibles patologías que podían presentar estructuras de ese tipo. “Además se lo incorporó al registro ante la Unesco, como parte de la demostración de que estábamos trabajando para la difusión y para la preservación del bien, una de las cosas que tiene muy en cuenta”, dijo.
Este nombramiento comprende recomendaciones para los responsables del bien cultural, inspecciones periódicas y un compromiso que la fundación, junto a otros actores sociales, ya asumió. “Es una gran distinción, una alegría grande y un orgullo para todos los uruguayos, pero también implica que la comunidad local, las autoridades departamentales, la Diócesis de Canelones, el pueblo Estación Atlántida, todos nos comprometamos. Es un valor que un bien como ese se siga usando para lo que fue creado, pero también que esté el compromiso de todos en colaborar para que se le hagan los trabajos que requiera”.
Dieste observó que, justamente, esta declaratoria abre puertas para conseguir recursos para el mantenimiento. “Algunas cosas ya se hicieron con financiación de la Intendencia de Canelones, también por parte de la Comisión de Patrimonio, desde cosas menores desde el punto de vista monetario pero importantes para la preservación del carácter de la iglesia. La semana pasada restituimos un mármol de la fachada y uno que techaba el lucernario del baptisterio, que es subterráneo”, relata Dieste. Más complejo es evitar el ingreso de agua ocasionado por el crecimiento de la napa a raíz del talado de los eucaliptus que había en la plaza de enfrente. Para ese tipo de obras estar en la lista patrimonial puede allanar el camino a fondos y apoyos.
Desde la fundación están evaluando cómo organizarse, ya sea con vistas a esos mecanismos como a reformular actividades y visitas técnicas, una tarea que realizan personalmente y en forma honoraria. Si se cobrara ese tipo de visita, lo recaudado podría destinarse a la preservación o a digitalizar el archivo de planos y de fotografías. “Hasta ahora se ha funcionado de una manera muy criolla y muy generosa”, dice Dieste. “Eso no existe en el mundo; si querés visitar la casa de Frank Lloyd Wright en Chicago tenés que pagar la entrada. No digo que esta iglesia cobre entrada, pero eventualmente se puede hacer un convenio si hay una visita técnica de estudiantes programada”.
Para Dieste es importante que las responsabilidades se compartan armoniosamente. “Claramente la iglesia es de la Diócesis de Canelones; no obstante, la Intendencia de Canelones, dado que está en su territorio, tiene potestad en las reglamentaciones y, por ejemplo, ya ha trabajado para que no se pueda construir cualquier cosa en los terrenos aledaños. Eso constaba también en el expediente”, agregó.
El Departamento de Turismo de la Intendencia coordina, por otro lado, las visitas guiadas. “No manejo cifras, pero puedo decir que es abrumadora la concurrencia. Era muy común pasar por ahí y ver un ómnibus parado. Cruceros que llegaban a Buenos Aires cruzaban para visitar los sitios patrimoniales en Colonia del Sacramento y de allí los traían a la iglesia de Atlántida. O sea que ahora que es sitio patrimonial eso se va a incrementar, sin duda. Incluso hay ideas de hacer circuitos de obras de Dieste en el departamento y en otras zonas del país, como Salto. No está implementado pero ya ha habido experiencias que se pueden seguir”.
Sostenible y sostenido
La sostenibilidad que destacó el comité de Unesco de la Iglesia Cristo Obrero es característica de la construcción, indicó el arquitecto, y está asegurada en el involucramiento de todas las partes. “A 60 años de construida ha soportado el paso del tiempo con mínimo mantenimiento”.
Ante la consulta sobre si la obra marca un mojón autoral en la trayectoria de Dieste, su hijo asiente a medias. “Se podría decir que sí, aunque hay algunas anteriores con la participación de arquitectos; la primera que vale la pena citar es el Club Atenas. Me acuerdo de que mi padre decía que el arquitecto De los Campos fue de los primeros que creyó en él, porque cuando construyeron la cubierta de la cancha, una obra de curvatura con lucernarios, fue la primera de ese tipo; mi padre hizo el proyecto de ingeniería y el cálculo. Esa forma de trabajo a lo largo de su historia laboral se dio muchas veces: el caso de que un arquitecto traía una obra para desarrollar y el proyecto era en conjunto. La oficina de Dieste y Montañez hacía la parte de ingeniería estructural e incorporaba sus técnicas de cerámica armada. Caso típico: Montevideo Shopping, con el estudio Gómez Platero- López Rey en su momento”.
Aunque en la frondosa familia se han destacado en otras profesiones –educación, medicina– entre los sucesores de Dieste se repiten los arquitectos y los ingenieros, y los que no es probable que hayan trabajado en la administración de la empresa. Elizabeth Friedheim, nacida en Berlín, emigró en 1937 a Uruguay, y en la Rambla de Pocitos vino a conocer al artiguense Eladio Dieste. Fueron 12 los partos de Elizabeth, cuenta Esteban, que es el segundo de los primeros cuatro varones: “Me preocupo de nombrar a mi madre porque sin ella no creo que mi padre hubiera logrado hacer todo lo que hizo”.
El sábado 31 de julio a las 14.00 habrá un acto protocolar en el sitio ubicado en el km 164 de la ruta 11, Estación Atlántida (Canelones), del que participarán el ministro de Educación y Cultura, Pablo da Silveira, y la subsecretaria Ana Ribeiro, entre otras autoridades nacionales.