El mismo equipo de la Expo Cannabis están reinaugurando el Museo del Cannabis, tras alquilar el espacio palermitano, las dos fincas donde supo funcionar en décadas lejanas el club Mar de Fondo. “Es una casa histórica para el barrio”, indicó Mercedes Ponce de León, parte de la directiva, que anunció que la apertura de esta semana incluye nuevos proyectos. “La visión de Jungla, tal como lo dice su nombre, es tener distintas especies de emprendimientos conviviendo en un mismo ecosistema. Por las características del lugar, esta casa cuenta con un jardín muy lindo, muy especial, que mantenía su antiguo dueño, Eduardo Blasina; vamos a abrir un restaurante en el piso de arriba y abajo. Todo el espacio va a tomar el nombre de este bar de plantas (a cargo de Lucas Barreiro y Victoria González). Pero además van a estar el Museo del Cannabis, Santa Planta, que es una tienda brasileña de productos y parafernalia del universo cannábico (no la sustancia), y la parte gastronómica, con capacidad para unas 100 personas. La idea de este jardín medio místico es reivindicar la naturaleza, valorar las plantas en términos generales”, adelanta la encargada de contenido y desarrollo.
Para eso montaron un vivero y hay disponibles ejemplares para comprar; van a ofrecer un menú de antojos, bebidas y coctelería (con nombres acorde, como el Guacamayo, a $ 290, que lleva gin, vermouth, licor de sauco y shrub de frutillas), junto a otro de plantas, sustratos y macetas (la Ficus lyrata está a $ 780, por ejemplo, la violeta africana, a $ 180). Dentro de la carta gastronómica diseñada por Andrés Piedrabuena, referente del proyecto Búnker, están previstas opciones vegetarianas y celíacas; en esa misma área de Jungla crece una huerta y hay un sector para el cultivo de hongos, materia prima de la cocina.
“Y además tenemos viviendo acá dos tortugas”, comenta Ponce de León, “así que la idea es integrar el reino animal, el vegetal y la funga”. Otra de las novedades, subraya, es que el jardín, amén de las tradicionales suculentas y una colección de tunas que Blasina resguardó con esmero, “tiene además plantas consideradas sagradas o que tienen algún tipo de psicoactividad o de utilización milenaria. Tenemos una de las plantas de café más grandes que hay en Uruguay, hay una de yerba mate, hay salvia divinorum, San Pedro, ayahuasca, chacruna, peyote, va a haber obviamente plantas de cannabis, de tabaco, de amapola. Queremos reivindicar estas plantas que en muchos países, que en muchos ámbitos, son prohibidas, pero que tienen usos ancestrales muy valiosos”. El argumento se completa con la intención del grupo de montar un “jardín mágico en plena ciudad donde pasar y comer rico, acercarte un poco a la historia de las plantas sagradas y disfrutar del espacio”.
Eso sí, “por las regulaciones de Uruguay no está habilitado ningún tipo de alimento cannábico; por ende, no vamos a servir ningún plato que no esté autorizado. Este proyecto acompaña el modelo de regulación del país y la intención es proteger nuestra comunidad, así que nos vamos a mover dentro del marco legal”, recalca la consultada.
Llegado este punto, nunca está de más aclarar qué es y qué no es Jungla. No es un club cannábico y mucho menos una invitación de índole psicoactiva. “El espacio no promueve el consumo, y lo único psicoactivo que tenemos, como en cualquier lugar habilitado, es la venta de alcohol. Es un bar como cualquier otro; lo interesante es poder visibilizar y desestigmatizar estas plantas, que deberían ser consumidas en ámbitos ceremoniales y de cuidado. Y esto es un ámbito gastronómico que busca aportar información”, dice Ponce de León.
Universo mutante
El público objetivo es el barrio, la comunidad cannábica y todo aquel turista que tenga la curiosidad por ese mundo vegetal. A todos, conozcan o no el lugar, vaya este dato: el guion curatorial cambia con este traspaso de firma, pese a que el equipo de Expo Cannabis colaboró con el museo desde sus inicios. Así lo explica Ponce de León: “Cuando hicimos en 2014 el primer evento Expo Cannabis, que se llamó ‘Qué es el cannabis’, en aquella instancia, desde la producción, nos contactamos con un museo de Holanda y de Barcelona [Hash Marihuana & Hemp Museum] y trajimos una muestra histórica muy amplia sobre cannabis. En 2015 esta muestra quedó a disposición de lo que en aquel momento Blasina estaba abriendo como Museo del Cannabis. Estamos vinculados desde entonces”.
El punto de quiebre para el viejo museo fue la pandemia y la actual transformación comprendió, aparte de una serie de obras de albañilería, una redistribución del material para poder alojar los proyectos que se incorporan. “Estamos planteando un estilo de museo diferente al que estaba, un museo vivo, porque va a haber muestras que van a cambiar cada cuatro meses, va a estar en constante movimiento, como la jungla y todo lo que habita este espacio”, dice volviendo a la imagen que los inspira. Aunque vienen incorporando gente, el equipo base se mantiene desde el comienzo y junto a ella trabajan Victoria Novick, Matías Sabah y Martín Jauge.
Como parte de esa versión fresca, prometen inauguraciones y presentaciones académicas, entre otras actividades que aprovechen el espacio para trabajar el tema cannabis desde distintas ópticas. Para la exposición inaugural, sin ir más lejos, proponen un recorrido básico sobre aspectos claves de la planta y sus potenciales usos industriales.
De cara al noveno año de la Expo Cannabis, que están preparando en paralelo para el 2, 3 y 4 de diciembre, Mercedes Ponce de León indicó que restan pocos stands por vender y que habrá algunas novedades. Para empezar, coincidiendo con el Mundial de fútbol, esta edición van a estar proyectando los partidos, y entre las “sorpresas” está en los planes un concierto de Ruben Rada. Para consultar más detalles del evento: expocannabis.uy.
Jungla queda en Durazno 1486 y abre al público el jueves 3 de noviembre. El horario de atención será de miércoles a domingo, de 12.00 a 20.00 el sector de museo y tienda, y el bar seguirá hasta las 2.00.