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José Pelúa. Ilustración: Cecilia Braña.

Retratos de detenidos desaparecidos para las nuevas generaciones

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Este miércoles desde las 19.00 la cuadra de la librería Escaramuza será escenario de la presentación de 197 historias ilustradas.

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¿Por qué una diseñadora de 25 años se propone reconstruir la vida de los detenidos desaparecidos? ¿Cómo despegarlos de esas imágenes detenidas en el tiempo? ¿Cómo contarles a los más chicos? ¿Cómo dar con el tono? Para Kiara Lucas la sensibilidad hacia el tema es clara: es sobrina de dos detenidos desaparecidos, una razón que se hizo eco en otros perfiles una vez que estuvo completo el trabajo de reconstruir su memoria, su vida cotidiana, su barrio, su ciudad, sus pasatiempos y sus pasiones, la huella que dejaron en sus vínculos. “En lo personal, me ayudan a entender el lugar y el rol de las segundas y, más que nada, de las terceras generaciones en cuanto a las huellas del terrorismo de Estado, al poder ver que articula también los sentimientos de otras personas”, reconoce. “Nos pasó justo con dos ilustradores, que son hijos de presos políticos y que no lo habían dicho, no se animaban a tomar esa historia como propia hasta poder articularlo con el proyecto”.

Este miércoles, 4 de diciembre, a las 19.00 la invitación, con acceso libre, es frente a la librería Escaramuza (Pablo de María 1185, esquina Charrúa). La periodista Azul Cordo conversará con Kiara Lucas y sus compañeros de equipo, Agustina Rodríguez Tabacco, Noelia Carrancio, Natalia Acosta y Clara Biazzi, sobre 197 historias ilustradas (edición independiente, 442 páginas, $ 790), un libro que recuerda a las personas detenidas desaparecidas de Uruguay. “Cada ilustración y cada texto son un puente entre el pasado y el presente, un espacio donde la verdad y la ficción se entrelazan”, anticipan sobre una charla a la que seguirá la actuación de Música para Humanos.

NelsaGadea. Ilustración: Melissa Martínez.

Kiara Lucas lidera el proyecto, que empezó a pensar hacia 2021, cuando entabló un contacto más estrecho con la Asociación de Madres y Familiare de Detenidos Desaparecidos: “Comencé a conocer algunas historias un poco más de cerca, de parte de los integrantes, y también incluso la historia de mi tío, un poco más, al entrar en contacto con algunos compañeros de él. En ese momento tuve la loca idea de quererlos conocer a todos; en realidad, como que no era suficiente con una sola historia. Y se me ocurrió hacer un libro”, resume. Así fue que convocó a Rodríguez Tabacco por su experiencia en curaduría de artes visuales y luego sumó a Acosta, quien llevó a cabo el diseño editorial y “la tarea más difícil: que convivan todas las ilustraciones”.

Fueron más de 150 artistas, cada cual con su estilo, y con ellos dialogan las fichas y textos breves. Son dibujos bien distintos en enfoques, materiales y técnicas, pero tienen algo en común: cierta luminosidad que pretende cambiar ese panorama de rostros perdidos en el tiempo. “Eso siempre fue la consigna inicial cuando nos fuimos contactando con los artistas”, confirma Lucas. “La única condición que poníamos en el momento que asignábamos un caso era que, dentro de lo posible, fuera una ilustración a color, a no ser que el blanco y negro tuviera una intención (hay un par que están en blanco y negro, pero que van tomando color en zonas específicas”, cuenta Lucas. “La idea de esto es, como nosotros le llamamos, traducir la memoria, salir de la foto en blanco y negro, que a veces parece tan lejana y un poco difícil de empatizar para las nuevas generaciones”. Justamente, el proyecto está pensado para un rango etario de entre diez años y 21, mediante un lenguaje próximo.

Fernando Miranda. Ilustración: Felipe Echeverría.

Participación libre

¿Cómo fue dar con esas familias, convencerlas? ¿Cómo fue todo ese trabajo de producción y, a la vez, de fuerte interacción? “Al vivirlo también estando del lado de adentro de Familiares, es un proceso generacional, digámosle, que se viene dando”, explica la organizadora. “Las dos compañeras que se están encargando de la comunicación en redes sociales son una nieta y una sobrina. Entonces, es un proceso que se ha ido dando, de cambiar un poco la narrativa. De hecho, los afiches de las marchas, últimamente, sobre todo después de la pandemia, empezaron a tomar mucho más color. Incluso los 30 de agosto, en el Día Internacional de las Personas Detenidas Desaparecidas, hay música, oratoria, bandas más alegres”. En esa línea, Lucas dice que para el evento de este miércoles quisieron “hacer todo lo contrario a lo que se esperaría de un libro de memoria”. Eso no quita que les haya demandado pensar muy bien los detalles: “Cuando pedimos sugerencias, nos nombraron el atrio de la Intendencia o el paraninfo de la Universidad, y nos parecían demasiado solemnes, que era lo que no queríamos reflejar, sino recordar a cada una de estas personas con sus historias de vivencias más diarias”.

Para llegar a esos datos se basaron más que nada en material de archivo y de investigaciones previas, incluidos artículos periodísticos, blogs y muros de Facebook. “No quisimos molestar a las familias que no quisieran acercarse al proyecto, porque últimamente, y felizmente, han salido muchísimos trabajos de estas características, artísticos, incluso yo participé en la muestra Encontrarte con ellos, en el Museo Blanes. Hay algunos familiares a los que les encanta hablar de sus familiares; una de ellas es por ejemplo la familia de Óscar Tassino, y la ilustradora, Cecilia Braña, se juntó con ellos de manera autogestionada y ahora tienen un vínculo, se siguen hablando”.

Julio Escudero. Ilustración: Romina García.

Si los dibujos presentan una multiplicidad de miradas, los relatos fueron trabajados en su totalidad entre Lucas y Carrancio. “Ella me fue ayudando a encontrar esa voz para poder contar las historias”, recuerda la primera. “Intentamos no sobrecargar de datos, que sean textos cortitos, con lo justo”, dice y agrega que intentaron tomar algo del “discurso poderoso y sintético” de la periodista argentina Leila Guerriero.

Entre las anécdotas emotivas y muchas relaciones que va generando el proyecto, Lucas recalca “algo muy lindo y un poco inesperado: algunos artistas les pudieron entregar la obra original a las familias”. Fue el caso de Fran Cunha con el retrato de María Emilia Islas y de Roberto Zaffaroni a su hija, Mariana Zaffaroni, y de Ingrid Peirano, que entregó la ilustración de Rafael Lezama a su mamá, Alba González Souza.

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