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Mentes sincronizadas alrededor de un mazo

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The Mind: bueno, bonito y barato.

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La única e indiscutida responsable de mi ingreso al universo infinito de los juegos de mesa modernos fue una cajita negra, con un conejo espectral en la tapa, que contenía las cartas de un misterioso juego llamado The Mind.

En tiempos de confinamiento pandémico, presa de un fatal aburrimiento, me puse a buscar en internet juegos de mesa novedosos con envío a domicilio que nos llenaran el tiempo libre de diversión y desafíos. Fue así que un día, a través de la rendija del buzón, entró a mi casa mi juego más querido, el que nunca me falla, el que no dejo de recomendar y el que en unos días vuelve a estar a la venta en Uruguay.

Este pequeño y poderoso juego me tuvo fascinada, sin poder parar de jugarlo, durante mucho tiempo y, hoy por hoy, vuelvo a él cada vez que intento maravillar a alguien con una mecánica lúdica.

Con él escuché hablar por primera vez de “juego cooperativo” y, sin duda, es el juego más genuinamente cooperativo que he conocido. Sólo funciona si el equipo se concentra de verdad y se dispone a resonar en una misma frecuencia, manteniendo el silencio, mirándose a los ojos y abriendo las compuertas de la intuición. Garantizo que The Mind nos propone un reto muy enriquecedor y desafiante, que muy pocos equipos logran superar.

En términos técnicos, hablamos de un filler cooperativo, que fue nominado a mejor juego del año en 2018. Fue creado por Wolfgang Warsch y hoy, de la mano de Maldón, podemos disfrutarlo en nuestro país.

En este juego el objetivo es ordenar una serie de cartas numeradas del 1 al 100, superando diferentes niveles, con el obstáculo de que no podemos comunicarnos de ninguna manera con nuestros compañeros, ni con gestos ni con palabras –y este es, a la vez, el profundo encanto del juego–. El secreto está en saber dominar el tempo de la partida, entendiendo y sintiendo el tempo colectivo. Al principio cuesta. Acompasar un grupo lleva su tiempo, pero si seguimos intentando asistiremos a la danza silenciosa e intuitiva de tirar cartas sobre la mesa.

Para dominar este mazo de 100 cartas el equipo comenzará por concentrarse, mirándose a los ojos y colocando las manos abiertas sobre la mesa. Una vez que todos los integrantes se saben parte de una misma misión, sin mediar palabra, se retiran las manos de la mesa y el juego puede comenzar. Sin hablar, habrá que colocar las cartas que se tengan en las manos en orden numérico ascendente, simplemente intuyendo cuál es la próxima carta. Con cada error perderemos una vida, pero también tendremos unas estrellas ninja que nos otorgarán un poco de ayuda para seguir adelante cuando realmente nos perdamos y nadie se anime a jugar una nueva carta. Se trata solamente de intuir y arriesgar cuál es la carta que sigue. En nuestras manos tendremos cartas aleatorias numeradas del 1 al 100. Una partida tiene dos finales posibles: si el equipo consigue superar todos los niveles, gana la partida. Sin embargo, si pierden la última vida, habrán perdido. Una vida se pierde cuando alguien juega una carta y otra persona tenía en sus manos una carta con un número menor. En ese caso, esa persona debe avisar que se ha cometido un error.

Nunca un juego tan sencillo había sido tan difícil de ganar.

En cada nivel se reparte una carta más que en el anterior, por lo que, a medida que el juego avanza, la complejidad aumenta. Pese a esto, es un juego muy fácil de explicar, en menos de diez minutos estaremos jugando sin problemas y la duración de la partida dependerá del nivel comunicativo de las personas participantes.

Nunca un juego tan sencillo había sido tan difícil de ganar. Las condiciones de victoria son exigentes. Se puede jugar de dos a cuatro personas. En cada caso cambia el número de niveles a superar. He conseguido superar los 12 niveles sólo una vez en mi vida y recuerdo los gritos del festejo hasta el día de hoy. Su dificultad hace que el logro genere una gran satisfacción.

Lo mejor que tengo para decir de este juego es que es uno de los juegos más económicos que se pueden encontrar en la vuelta: cuesta 1.290 pesos y proporciona infinito entretenimiento, ya que cambia y se resignifica dependiendo del grupo que se forme para jugarlo.

Se puede conseguir en XUruguay, Enigma Games, Sparta Board Games, Montevideo Gaming House y Active+. ¿Estás pensando lo mismo que yo?

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