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Instituto del Tiempo Suspendido, en el CCE.

Foto: Difusión

Coordenadas para detenerse: Instituto del Tiempo Suspendido funciona en el Centro Cultural de España

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Entre normas, lecturas sugeridas y consultorio jurídico, los visitantes aprenderán sobre cronodelitos y conductas antiproductivas.

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Como brujos del reloj, políticos y lúdicos, dos artistas españoles reciben estos días en la planta baja del Centro Cultural de España (CCE, Rincón 629), transformada en la sede del Instituto del Tiempo Suspendido. Fundaron ese espacio amablemente subversivo, que se niegan a llamar “exposición”, en la convicción de que existía un vacío y que así como existen institutos de la mujer o el Instituto Nacional de Estadística, el tiempo necesitaba uno propio. Es, como explica Javier Bassas, uno de sus responsables, “un paraguas que permite hacer este tipo de experiencia, pero además seminarios y talleres en escuelas”. Bassas habla en serio cuando afirma: “El tiempo tendría que ser una asignatura en las escuelas”.

Claro que incluso para suspender este parámetro vital, esta convención llamada tiempo, el trámite tiene sus protocolos y su normativa, que listan en afiches junto con las pruebas forenses, donde constan, entre otras resoluciones, que “será considerada reo productivo toda aquella persona que extendiere el régimen laboral 24 horas al día, siete días a la semana, sin ningún período de vacancia real”.

En su activismo contra el reloj tampoco buscan ser “cronoirresponsables”, y se disculpan si llegan tarde a una cita en sus respectivas reparticiones. Para empezar el recorrido montaron una sala de espera en toda ley, con grandes plantas, sillones y lecturas variadas, en las que el asunto de la institución es abordado desde distintos ángulos. Por ejemplo, integran la biblioteca crítica del Departamento Desacelerador de Neuronas: Stephen Hawking con Historia del tiempo: del Big Bang a los agujeros negros, Carlo Rovelli con El orden del tiempo, HG Wells con El nuevo acelerador, Alan Lightman con Los sueños de Einstein, Maurizio Lazzarato con Malcel Duchamp y el rechazo del trabajo y Miguel Ángel Hernández con El don de la siesta. Y obviamente pusieron un ejemplar de En busca del tiempo perdido, de Marcel Proust.

Se trata de “un proyecto para contestar la crononormatividad que rige nuestras vidas”, subrayan, “para registrar esta pobreza de tiempo en la que estamos inmersos, para intentar atravesarlo de otras maneras, incorporando otras nociones, otras concepciones culturales de tiempo, inclusive”.

Lecciones del tictac y el on/off

Raquel Friera, artista visual, licenciada en Económicas y en Bellas Artes, es la encargada de romper el hielo: “¿Cuál es tu relación con el tiempo?”, dirá en una suerte de recibidor, su consultorio, mientras toma nota en una pequeña libreta. Como socióloga, Friera no puede evitar hacer referencia a su asombro por estar en un país donde se celebra la nostalgia, ciertamente una idea distorsionada del tiempo pasado. De todos modos, aquí o en otros países a los que fue junto con su socio a expandir el mensaje, cuenta con todo el tiempo del mundo para escuchar personalizadamente al visitante, como si le tomara la presión al paciente antes de derivarlo a un especialista.

Luego, su compañero Javier Bassas, filósofo, traductor, editor y docente catalán, formulará su veredicto en el Departamento de Justicia Temporal, no sin antes verificar que el consultante conoce los cronodelitos posibles de cometer y que este exponga su realidad. Se considerarán alicientes, por ejemplo, cierta propensión a la risa, a dedicar momentos a actividades improductivas o a concentrarse en películas, en lugar de consumir series de modo anestesiante.

Bassas lleva un reloj con cadena que pende en el centro de una camisa negra; está detenido a la hora en que murió su madre. Dice que es un modo de recordar que el tiempo también está condicionado por cuestiones sensibles.

El proyecto del ITS comenzó en 2019 y pronto se multiplicó en modalidad virtual con no poca repercusión. En algunos sitios, ahora que la experiencia se despliega en distintas ciudades (actualmente, como parte de la BienalSur 2025, en simultáneo en Montevideo y en Buenos Aires), verifican que la gente anda más acelerada que en otros: Madrid está a tope de tabla, cuentan. Aquí tenemos “otra forma de estar”, observa Friera, “más pausados”.

El postulado es rotundo: “Como medio de investigación teórica y de formalización artística, el ITS apunta a suspender el tiempo, es decir, a desnaturalizar la experiencia temporal de nuestra época: lineal, cronométrica, uniforme, productiva y aceleracionista. A esa experiencia del tiempo que domina actualmente y que queremos suspender la llamamos ‘la hora occidental’ o, más precisamente, ‘el régimen temporal neoliberal’. Se trata, pues, de explorar otros formatos artísticos y avanzar originalmente en la potencia de las prácticas estéticas: presentamos un instituto (un antiinstituto o un destituto) para suspender el régimen temporal impuesto por la época que nos ha tocado vivir. Es decir, para recobrar el tiempo expropiado por el estrés laboral (‘¡la vida no me da!’), por el falso ocio digital (‘con las redes o las series, desconecto’), por el extractivismo planetario (‘maquinizar lo vivo’), por la presión familiar y social que nos repite machaconamente: ‘Prohibido perder tiempo’”.

Lo curioso es que la propuesta del ITS convive con la tensión artística de producir sentido, al menos, mientras se liberan los segundos.

El Instituto del Tiempo Suspendido (ITS) funcionará con los artistas de forma presencial el jueves y viernes de 11.30 a 13.30 y de 15.30 a 18.30, y el sábado 30 de 11.30 a 13.30 y de 15.00 a 16.30. Desde el 1° hasta el 20 de setiembre se activará el “protocolo de ausencia” y las personas podrán ingresar durante todo el horario del CCE. Habrá un audio para escuchar y unos formularios para completar, en lugar de la interacción con las artistas.


Fiesta en la plaza Matriz

Una nueva edición de Viví la Plaza dará clausura al mes de las infancias este sábado desde las 11.00 hasta las 15.00 en la plaza Matriz.

Es una iniciativa de Distrito Ciudadela, la unión público-privada liderada por el teatro Solís, el Sodre, el Radisson Montevideo Victoria Plaza Hotel y el Paseo Cultural Ciudad Vieja, con el apoyo del Ministerio de Turismo.

La programación cuenta con actividades recreativas, lúdicas y educativas para las infancias a cargo de Crazylandia, con estaciones de juegos libres, títeres y show de burbujas, música en vivo con DJ sets de Groove Beats, un concierto del grupo de bronces de la Orquesta Juvenil del Sodre, y el cierre con la banda Ampluged.

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