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Lucía Romero. Foto: Cecilia Moreira

Unipersonales del movimiento: Solos al mediodía

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El ciclo Solos al mediodía transcurre los fines de semana de octubre y noviembre en la sala Delmira Agustini del teatro Solís, como siempre, con entrada gratuita. Y atención, que ahora va sábados y domingos (días especialmente dados a la contemplación) a las 13.00.

“El solo como género artístico ya incluye una fuerte dosis de cercanía íntima. Lo que la pandemia generó, tanto en los artistas como en el público, es una mayor necesidad de contacto, y una añoranza por el espacio compartido con un grupo de personas ávidas de vivir juntas un presente. Esa experiencia es insustituible desde siempre, pero ahora la apreciamos de otra forma. Como en todas temporadas, los solos que presentamos son muy diversos, pero en todos se expresa esa necesidad”, explica la bailarina y coreógrafa Andrea Arobba desde la curaduría de esta costumbre que cumple 12 años presentando y permitiendo la convivencia de una gran variedad de artistas, ya sea pioneros, establecidos o emergentes, de diferentes generaciones.

“Uno de los atributos del ciclo es mostrar la enorme variedad de expresiones escénicas que puedan construirse solo con la presencia directa de un artista ante el público. Por eso no se busca una temática o un tono que los unifique. Sin embargo, de un modo inevitable y bienvenido a la vez, se cuela en cada una de estas manifestaciones el universo de temáticas y preocupaciones contemporáneas que nos rodea a todos”, agrega la artista a propósito de esta edición, que lleva por título Piedras y palos.

Consolidada como una plataforma de difusión de la danza contemporánea en Uruguay, en su particular horario, ha presentado un rango de artistas desde los 20 a los 70 años de edad, y de formaciones, entrenamientos y orígenes tan distintos como Alemania, Estados Unidos, Israel, Brasil, Chile, Ecuador, Australia, Bélgica, Inglaterra, Suiza, España y Argentina. Todo esto propicia “una explosión de lenguajes y una ampliación de los límites de la danza contemporánea en el país. El ciclo ha constituido una maravillosa oportunidad de internacionalización, pues los artistas extranjeros que han participado se han llevado no sólo un registro de su obra, sino el impacto de conocer de cerca la escena de la danza uruguaya, de cuyo vigor han dado testimonio luego en sus países de origen. Esto ha generando oportunidades futuras de colaboración y diálogo”.

Pablo Muñoz. Foto: Juan Landarín

Otra característica que Arobba destaca de la programación “es promover obras que apelen a la menor cantidad posible de recursos técnicos, escenográficos o lumínicos. Se trata de un ciclo diurno, en el que no hay un escenario elevado, ni distancia entre el artista y el público. Es decir que siempre se ha tomado esa austeridad como un punto de partida creativo. Pero en este caso, la precariedad nacida de la pandemia, la pérdida de continuidad en el contacto entre las instituciones, el artista y el público, y las dificultades que han atravesado los artistas de todas las disciplinas, obligan a señalar esa austeridad no sólo como un punto de partida, sino como un problema que debemos afrontar y abordar como sociedad, tomando decisiones valientes efectivas que dinamicen y hagan viable al sector cultural. Piedras y palos reconoce y reivindica lo mucho que se puede hacer con poco, pero también reclama una mayor atención de las instituciones a las necesidades urgentes que tenemos como sociedad de construir sentido e identidad a través del arte”.

Este fin de semana se podrá ver a Pablo Muñoz, el próximo estará Micaela Blezio y cierra el 30 y 31 Lucía Romero. Para noviembre llegan Gianni Penna, Isabella Dubroca (Joven Creadora CRR), Federico Achard (Residente Joven Creador GEN) y Lucía García (desde Argentina), en ese orden.

Solos al mediodía. Sábados y domingos a las 13.00 en la sala Delmira Agustini del Teatro Solís.

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