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Una cartelera repleta de películas uruguayas

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¿Bueno o no tanto? El coronavirus forzó la acumulación de ocho estrenos en las últimas semanas.

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Leído por Abril Mederos.
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Cualquiera que haya echado un vistazo a la cartelera cinematográfica seguramente notó un hecho sin precedentes, al menos en los últimos años: siete películas uruguayas se exhibían en simultáneo, y una octava acaba de sumarse el jueves. Lo inusual del fenómeno, sus causas y sus posibles consecuencias para el público de nuestro país fueron tema de conversación con directores y productores de las obras que contribuyen a este récord: Directamente para video, La intención del colibrí, La muerte de un perro, La teoría de los vidrios rotos, Las vacaciones de Hilda, Muerto con Gloria y Soñar robots.

Espera y pandemia

“Es una coyuntura que tiene que ver con el retraso de estrenos producto de la pandemia”, dijo a la diaria Virginia Bogliolo, productora de Directamente para video (dirigida por Emilio Silva Torres) y Las vacaciones de Hilda (dirigida por Agustín Banchero), a la hora de explicar el fenómeno. “En los últimos dos años, entre los cierres de los cines y el aforo reducido para las salas, los productores que teníamos películas terminadas esperamos, porque no era posible estrenar. No estaban dadas las condiciones. Esa coyuntura hizo que se estrenaran varias películas casi juntas, y le hace recontra bien a los que hacemos cine”.

La reflexión de Marcela Matta, codirectora (junto a Mauro Sarser) y coproductora de Muerto con Gloria, va en la misma línea. “Siempre hubo un monitoreo del ICAU para que las películas uruguayas no estrenaran una muy cerca de la otra. Y creo que en este momento en que todo el mundo había hecho películas y no se podían estrenar, ese monitoreo cesó. Más allá de algún intercambio entre los productores a nivel personal, no hubo un monitoreo oficial para dejar un espacio de tantos días entre un estreno y otro. Y se da la feliz coincidencia, porque está buenísimo que estén todas estas películas uruguayas en cartel. En realidad, no es que haya habido más producciones que otros años, pero la coyuntura llevó a que los estrenos fueran así”.

La nueva diversidad del “cine uruguayo”

“Se generó un efecto súper positivo, porque se pudo visualizar la diversidad del cine uruguayo”, opina Micaela Solé, productora de La teoría de los vidrios rotos (dirigida por Diego Parker Fernández). “Hay un prejuicio o una idea común que se había instalado de que todo el cine uruguayo es parecido, y me parece que al estar todas a la vez se generó una visibilidad de que realmente es diverso”.

El concepto de “diversidad” y el prejuicio del público nacional estuvieron presentes en las conversaciones con todos los entrevistados. “Esta casualidad deja a la vista una diversidad de películas contraria a esa idea de que el cine uruguayo es todo igual. Dentro de los documentales y dentro de las ficciones hay diversidad... Creo que siempre la hubo, pero ahora la hay más. Ahora es más difícil decir que el cine uruguayo es todo igual”, apuntó Sergio de León, director de La intención del colibrí.

Directamente para video

Para Pablo Casacuberta, director de Soñar robots, “la imagen que los uruguayos tienen de sí mismos ha venido cambiando mucho en la última década, y pasó a ensancharse mucho el repertorio de lo que la gente considera que es ‘lo suyo’. Eso generó un cine mucho más diverso, con muchas más expresiones y con otra mirada sobre lo que se supone que nos caracteriza”. Desde su punto de vista, la internacionalización de la producción nacional de la mano de los programas de ayuda también hizo que dedicarse al cine sea “una opción profesional absolutamente prestigiosa”.

“Eso supone primero que nada un cambio cultural. Y lo siguiente es que cuando ves producciones uruguayas, de a poco va cambiando la imagen de quiénes somos. Antes el uruguayo era un estereotipo mucho más sucinto y mucho más apocado, mucho más parecido a lo que los argentinos piensan sobre los uruguayos. Y ahora lo uruguayo se convirtió en una cosa bastante floreciente y llena de detalles de excentricidad, de golpes de ingenio y de toques de individualidad que antes no estaban en ese imaginario gris”, opina el cineasta, escritor y fotógrafo.

Casacuberta corona su idea con una comparación: “Hace diez o doce años le pasaba al cine uruguayo lo que le pasa al cine iraní. Vos sentías que si ibas a ver una película uruguaya tenía una cierta sensibilidad minimalista, en buena medida deudora de Whisky [Juan Pablo Rebella y Pablo Stoll, 2004]. Siento que en los últimos años ese abanico se ensanchó muchísimo, generando la impresión de que no hay un cine uruguayo sino muchos cines. Y eso lo veo como una señal de salud”.

La intención del colibrí

Competencia o sinergia

Dentro de este panorama favorable desde lo simbólico, existe la posibilidad de que la competencia por los espacios resulte contraproducente. “En el momento a los productores nos dio un poco de miedito, porque en Uruguay no hay mucha gente y el público que va a ver cine nacional, el núcleo más duro, lo compartimos”, dijo Matías Ganz, director de La muerte de un perro. “En cierta forma estás compitiendo por el mismo público, pero por un lado la gente está un poco más ávida de salir, porque hace un año y medio que no sale. Y por otro lado es una oportunidad para ampliar el público, que es algo que el cine nacional siempre está intentando hacer”.

Bogliolo también valoró el aspecto positivo. “De repente estás menos tiempo en cartel, pero las salas han hecho un esfuerzo enorme para equilibrar la balanza y que las películas estén la mayor cantidad de tiempo en cartel. No ha jugado en contra, al contrario, se ha retroalimentado. Voy a ver una uruguaya, me gusta, voy a ver otra. Me decía alguien de mi familia: ‘Todas las que están en cartel en Cinemateca son uruguayas’. Es impresionante y lindo. Es un momento histórico, básicamente”.

“Nosotros con La teoría... tuvimos un período como de cuatro o cinco semanas solos”, recordó Solé. Después empezaron a estrenar, y cada vez que se estrenaba una ficción, decíamos: ‘Bueno, ahora nos levantan porque hay que hacer lugar’. Y no ocurrió, se fue haciendo el lugar. No fue que nos echábamos entre nosotros; esto también es un mito, más allá de que creo que nos tenemos que coordinar hasta donde podamos para no competir. Pero más allá de una cierta coordinación, se armó una sinergia”.

Muerte de un perro

Casacuberta aportó una imagen culinaria: “Hay una estrategia comercial que han seguido los empresarios gastronómicos en el mundo desde siempre y es generar un barrio de restoranes. Eso permite fomentar en el público la idea de que se puede salir a cenar, de que eso es parte de una cultura, de que hay muchas posibilidades de disfrute en lugar de una. Cuando una persona piensa en poner un restorán en un barrio donde no hay restoranes porque allí tendrá público cautivo y exclusivo, se olvida de que esa otra competencia que se genera en un barrio de restoranes también genera un hecho cultural en sí mismo”. Lo mismo ocurriría en este caso. “Vos querés que haya un ecosistema donde ir a ver cine uruguayo se considere una de las opciones más naturales del mundo, en vez de una excentricidad. Entonces, el hecho de que haya más películas no sólo no le quita público a cada una, sino que aumenta la avidez de entender esto como un proceso y no como un conjunto de hechos aislados”.

De León, en cambio, tiene una postura más crítica. “Estamos todos pechándonos en la cartelera. Es como la contracara. Porque si bien la diversidad queda más expuesta, se desplazan unas películas a otras en una especie de vorágine en cuanto a que no hay tantas salas para programar el cine más de autor. Ese cuello de botella conspira con el hecho de permanecer en cartel”.

“No les da el tiempo a estar en cartel lo suficiente como para que la gente las vaya a ver. Porque también los espacios culturales para difundir son cada vez menos y eso también es un tema. Más allá de las redes sociales, también están las películas compitiendo por los espacios de difusión”, opina.

Dónde están las salas

Incluso aquellas producciones que tuvieron su recorrido en el circuito comercial destacaron el rol de las salas que tienen una impronta más cultural, y en especial Cinemateca, a la hora de favorecer el florecimiento del cine nacional.

La teoría de los vidrios rotos

“Cinemateca es mi casa desde hace muchos años, entonces ver que es la sala mejor equipada, donde mejor se ve, donde mejor se escucha, donde mejor se disfruta una película hoy en día, es casi un oxímoron de lo que era el concepto de Cinemateca”, expresó Matta. “Es muy gratificante, y es el espacio donde sabés que las películas van a estar más allá de los parámetros comerciales”.

Bogliolo agregó: “Cinemateca es fundamental. Por la forma en que se ve y se escucha es el lugar orgánico y natural para programar las películas. Pero también es natural que estén en otros lugares, para ganar espacio y ampliar el público. La gente que va a Cinemateca probablemente tenga dentro de sus posibilidades elegir una película uruguaya. Cuando ampliás y vas a otras salas, te parás en un lugar importante para ganar público y ganar en sensibilidad, en espacios. Que el discurso más hegemónico no esté todo lleno de programación extranjera”.

“Qué importante fue que a Cinemateca se le dieran salas lindas, un lugar agradable y con buenas salas donde se ve bien y se escucha bárbaro”, celebró Ganz. “Sala B [del Auditorio Nelly Goitiño] tiene una apuesta a mantener las películas, de repente las ponen menos días por semana, pero apuesta a mantenerlas más tiempo; eso es fundamental”.

Las vacaciones de Hilda

Para él, lo más importante a trabajar son las funciones en el interior. “Uruguay tenía un problema con la exhibición de películas nacionales en todo el país. En Montevideo se está empezando a solucionar, pero en el interior sigue siendo un problema. Creo que es algo a atacar. Con mi película teníamos la intención expresa de estar en todos los lugares del interior que pudiéramos, y estamos en cuatro o cinco con suerte”.

“En el interior no hay cultura de exhibición, entonces a veces las salas no están del todo preparadas”, apuntó De León. “Ir al interior implica estar dispuestos a exhibir la película un poco menos lucida, en cuanto a que las condiciones no siempre son las mejores”.

“La gran novedad es el circuito de cine del oeste. Yo La intención del colibrí la estrené en el Complejo Cultural Florencio Sánchez y estuvo buenísimo. Después hicimos el circuito del Centro Cultural Alba Roballo en Nuevo París y el Julio Arévalo en Paso de la Arena. Y fuimos a una salita nueva que forma parte de este circuito, que se llama Casa de la Pólvora. El oeste tiene cuatro salas que te permiten salir del circuito tradicional montevideano. No tiene lógica que no existan cines fuera de la rambla para poder ver películas”.

Solé agregó salas “que no están tan al oeste” y que merecen ser parte de la conversación, como el Centro Cultural Terminal Goes, el Complejo Sacude y la céntrica Sala Zitarrosa: “Son lugares muy importantes porque tienen otra forma de gestionarse por el que de pronto no se le cobra entrada al público, pero sí se les paga a las películas un fijo, que es un sistema que a veces tienen los cines del interior y las salas más culturales para poder no cobrar entrada. Eso también es importante para generar un ecosistema donde la gente pueda acceder y las películas se puedan sostener, sobre todo cuando son estrenos”.

Muerto con Gloria

Ascenso

¿Qué sucederá cuando pase este momento único y ojalá irrepetible? ¿Se repetirá una cartelera tan cargada de producciones locales? La opinión unánime es que no, pero las visiones son optimistas.

“Con el cambio de coyuntura se está filmando, se está terminando de filmar, y hay estrenos previstos para marzo de gente que decidió no estrenar en esta tanda”, dijo Bogliolo. “Creo que la perspectiva es buena. Es impresionante la cantidad de gente que está escribiendo y que tiene proyectos para filmar. Después está el cuello de botella, el embudo, lo difícil que es financiar películas. Pero ese es otro capítulo: cómo hacés para solamente hacer cine. Es un dilema importante”.

“Supongo que volveremos a una cierta normalidad una vez que pase esta aglomeración. Volveremos a esta cosa donde cada mes se estrena alguna película”, aventuró Matta. “Dentro de todo, la producción uruguaya viene en un crecimiento sostenido y me parece que ni va a bajar, ni va a aumentar demasiado. Estamos en ese lugar porque los fondos son los que hay, los montos se han mantenido o han bajado un poquito debido a la crisis. Creo que seguiremos en ese camino de lento ascenso, y creo que lo positivo de todo esto es que se están haciendo muchas producciones internacionales acá de Amazon y Netflix. Positivo en el sentido de que se está capacitando mucha gente rápidamente, está agarrando un timing impresionante, y creo que vamos a tener una posibilidad más amplia para la producción interna de tener gente capacitada en muchos rubros, y esto está buenísimo. Supongo que va a ser un poco mejor todo”.

Solé fue un poco más hacia adelante, hasta 2023: “Me parece que el año que viene va a ser similar a este; lo que no sé es qué va a pasar el otro. Porque es verdad que lo que sí bajó este año es la producción, sobre todo de ficción. Ahora se está retomando de a poco la ficción uruguaya. Hubo mucho rodaje, pero poca película uruguaya que se filmara. Creo que tal vez haya un bajón de estrenos para el otro año, sobre todo de ficciones”.

Ojos grises

Casacuberta se proyectó todavía más. “Uruguay tiene que hacer un camino en los próximos diez años a reconocerse como una sociedad que emerge generando valor a través del conocimiento, o queda en un estado de estancamiento. Ningún país del mundo se desarrolló vendiendo naturaleza; los países se desarrollan vendiendo productos intelectuales. Hay un proceso, que se ha iniciado hace unos 20 años, de reconsideración de lo que tenemos para ofrecer en el mundo. Pero en la medida en que nos demos cuenta en la próxima década de que eso no es simplemente uno de los rubros, sino ‘el’ rubro. Producir conocimiento, producir ideas, producir propiedad intelectual es el camino que te coloca en un circuito internacional de producción de ideas o te deja en la condición de espectador de procesos hechos por otro”.

Se dice de ellas

  • Directamente para video. “Es una película atrapante y su factura es excepcional. Funciona ella misma como un enigma sobre algunos objetos enigmáticos. Es también, creo, el primer largometraje uruguayo sobre cine uruguayo. No deja de ser irónico que los objetos específicos de atención (Acto de violencia en una joven periodista y Manuel Lamas) sean outsiders, antítesis de la cara más linda de la cultura uruguaya, de su autoimagen preferida, aunque, en algún punto, parafraseando a [Gustavo] Zerbino, se mimetizan muy bien con el país”. (Guilherme de Alencar Pinto)

  • La intención del colibrí. “[La película] sigue los pasos de Ulises, que murió antes de poder exponer su obra plástica y que aquí es rescatado por el recuerdo ferviente de Juan, su antigua pareja. A primera vista podríamos imaginarnos otro retrato de las vicisitudes de silenciamiento de una pareja homosexual, sobre todo en tiempos en que la sociedad uruguaya todavía no se mostraba tan abierta, pero el film se concentra en las virtudes misteriosas y sentimentales de la obra de Ulises y, sobre todo, en la arrolladora presencia de su doliente”. (Agustín Acevedo Kanopa)

  • La muerte de un perro “Mario es un protagonista como el que vemos en muchas películas de los hermanos Coen: nunca sabe cómo reaccionar cuando alguien se le enfrenta; tiende a ser inerme, pusilánime y, aunque pueda salirse con la suya en alguna situación puntual, tendemos a encararlo como un perdedor. Como en el cine de Aki Kaurismäki, disfrutamos la gracia de ver a ese protagonista algo ridículo, callado, mirando hacia adelante con expresión indefinida y algo desvalido, en encuadres planimétricos [...] La película tiene su clima especial, y es sin duda original, memorable, está muy bien realizada y señala varios terrenos fértiles que, ojalá, Ganz y otros cineastas que se inspiren en su ejemplo puedan desarrollar”. (GAP)

  • La teoría de los vidrios rotos. “Con un par de momentos oscuros y un humor que suele surgir desde la incomodidad –como la que provoca Robert Moré en cada una de sus deliciosas intervenciones–,La teoría de los vidrios rotos eleva una anécdota sencilla gracias a su elenco, al buen ritmo durante los 82 minutos que dura la película, y a ese realismo que sabe en qué momentos hacerse a un lado para que el absurdo se manifieste en una canción, en un sueño o en el único satélite natural de nuestro planeta”. (IA)

  • Las vacaciones de Hilda. “La carga simbólica de esta película no dificulta su comprensión, sino que enriquece la experiencia cinematográfica. La fotografía se combina con la ambientación sonora y con un elenco muy ajustado, que juega para que [Carla] Moscatelli se luzca en el más amplio espectro de emociones. Las vacaciones de Hilda es un gran juego de equipo con dos capitanes, uno de cada lado de la cámara, que hilvanan una historia cuyo final podría llegar en cualquier momento. Y eso se siente”. (IA)

  • Muerto con Gloria. “Gloria [Stefania Tortorella] sucumbe a los encantos de esta entidad cachonda y logra dejar una vida de insatisfacción sexual, pero en el mismo proceso se encierra cada vez más en un vínculo que no puede compartir. La premisa posiblemente agotaría sus posibilidades con rapidez ‒el tema es más propio de un sketch que de una película‒, pero ahí aparece el curioso estilo de construcción por acumulación de la dupla Matta-Sarser. Como en Los modernos, a la premisa simple se le van pegando cambios de tono, giros y subtramas como crustáceos al casco de un barco, e inesperadamente el segundo y tercer acto se dilatan de una forma inusual, afectando el balance narrativo pero, al mismo tiempo, haciendo del film un producto más particular”. (AAK)

  • Soñar robots. “Las historias de jóvenes del campo que más recogen las noticias suelen ser las de grandes sacrificios: el niño cero falta que camina diez kilómetros diarios para llegar a la escuela rural más cercana. Son historias que, debajo de una pátina de admiración, guardan una complicada compasión que eleva como virtud la respuesta a una situación injusta. O, en otros casos, transmiten la idea de que el bienestar en el campo se consigue a pesar del entorno. Saldar esa deuda moral con un territorio siempre tan postergado es uno de los imprevistos logros de Soñar robots, una película sobre un grupo de estudiantes de zonas rurales que a base de inteligencia y entusiasmo (y el influjo económico y técnico de políticas educativas asociadas a la tecnología) dieron forma a un inusitado polo de robótica del país. Lo hicieron no a pesar del lugar de donde vinieron, sino justamente por venir de ahí, y pudieron encontrar situaciones ideales para convertirse en las mentes detrás de la representación de Uruguay en competencias internacionales”. (AAK)

  • La recién llegada: Ojos grises. Dirigida por Santiago Ventura, es, en palabras de sus realizadores, una película posapocalíptica de aventura, que cuenta la historia de una niña que puede ver en colores en un mundo distópico en el que las personas sólo pueden ver en blanco y negro.

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