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El Despojo. Foto: Santiago Bouzas, difusión Teatro Solís.

El despojo vuelve al Solís por cuatro funciones

3 minutos de lectura
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Una historia coral, con personajes ficticios, que sirve para contar un hecho clave que golpeó a la comunidad afrouruguaya.

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El elenco de El Despojo lleva 18 funciones desde que el proyecto fue seleccionado por el Programa de Fortalecimiento de las Artes. El espectáculo retoma lateralmente un episodio injusto, cuando en plena dictadura, la Intendencia Municipal de Montevideo aplicó las cláusulas del decreto-ley aprobado por el Consejo de Seguridad Nacional presidido por Gregorio Álvarez, autorizando el desalojo de los 123 inquilinos del conventillo Mediomundo.

“La recepción ha sido muy buena y nos han dicho que es una temática de la que es necesario hablar para que no quede en el olvido”, indica Marcel Sawchik, autor y director de un relato que califica de muy duro. “Como artistas tenemos una responsabilidad y esta es una historia que no cicatrizó; hay muchos desalojados que viven hoy en Cerro Norte, que siguen con esa herida abierta por un acto de racismo y de clasismo”. Los intérpretes debutaron en la sala Atahualpa de El Galpón, y este año actuaron por los barrios, ya que los recibieron calurosamente en el Teatro Florencio Sánchez del Cerro y en el Centro Artesano de Peñarol. En 2022 también fueron parte de un ciclo en el Teatro Solís, completaron dos funciones más en la Zavala Muniz, donde regresan ahora por cuatro presentaciones: 2, 3, 4 y 5 de febrero, la primera de ellas seguida de un conversatorio.

Madrugada fatal

En cuanto a la pieza, “es una tragedia que toca un tema muy sensible, como ya sabemos, que es el desalojo del conventillo Mediomundo. Pero vale aclarar que la obra es ficción, que se cuenta con algunos datos históricos que, por supuesto, son fidedignos, en base a investigación que se ha hecho, pero lo que se hace es contar esa gran historia mediante cinco habitantes, personajes totalmente ficticios, de traición, de violencia, de amor, de despojo, entre dos hermanos, la pareja de uno de ellos, un muerto que aparece en forma de espíritu, una veterana medio curandera, más una narradora. Esta enseñanza la extraigo de un director español, Guillermo Heras, que decía que toda gran historia se cuenta a través de pequeñas historias. Aquí se cuenta la creación de un mito, que sucede aparentemente el día previo al desalojo, y creo que la gente se va impactada”, observa Sawchik. Con “algo de realismo mágico, imágenes bíblicas, o de incursiones mitológicas”, el autor construye una explicación para que, pese a la crueldad del desalojo forzoso, hoy el barrio siga siendo un bastión de la cultura afrodescendiente. “La obra juega a movilizar y aunque es relativamente corta, de una hora y diez, es un patadón al estómago”, dice.

Sawchik, que vive en Palermo desde hace más de 50 años, cerca de lo que fuera la casa de inquilinato de Ansina, y que conoce a alguno de los involucrados, hace décadas que buscaba escribir algo así. Aprovecha para plasmar lo que imaginó fueron distintas posturas ante lo inevitable, entre la ira y el conformismo. “Sentía que tenía una deuda con mi barrio”, dice el dramaturgo, vecino de la calle Isla de Flores. “Por otro lado, cuando uno va a contar una historia, siempre está el sello personal”, explica Sawchik, que se siente cómodo en relatos que incluyen un costado onírico, fantástico, ominoso. “Es por donde siento que puedo navegar y donde me siento más auténtico, no con algo documental. Aunque me gusta mucho la ficción, igualmente están los hechos del conventillo”.

Si bien la idea era muy anterior, incluso antes de que los afectados en 1978 llevaran a cabo recientemente acciones judiciales, el director comenzó a desarrollar El despojo en el marco de la Tecnicatura universitaria en Dramaturgia. “Como tenía un plazo para escribirla, me contacté con algún exhabitante del Mediomundo, pero nunca nos pudimos encontrar, entonces recurrí a material bibliográfico, como libros de Milita Alfaro, y una vez estrenada a obra, se acercó gente interesada, como alguien que era niño en aquel momento y que ahora está haciendo un documental. Antecedentes de dramaturgia sobre este tema, lo único que conozco es El desalojo en la calle de los negros, del dramaturgo negro Jorge Emilio Cardoso; hace muchos años quisimos hacer una obra de él sobre el conventillo de Ansina, con Polizón Teatro. Pero aquello era mucho más explícito sobre el desalojo”.

Para este egresado de la Escuela de Acción Teatral Alambique, con una trayectoria de constante experimentación en las tablas, llevar adelante esta escritura como parte de la tecnicatura, asegura que modificó su enfoque profundamente: “La obra tuvo un seguimiento, no solamente del docente de esa materia, que era Gabriel Calderón, sino por la dinámica planteada, de parte de los compañeros. Eso hizo crecer muchísimo las herramientas dramatúrgicas que iba eligiendo y decantando. Creo que me dio una amplitud grande de horizonte. Incluso, a modo de anécdota, en un ejercicio debíamos intercambiar fragmentos de nuestras obras, la corrección que me hizo mi compañera la empleé para mi obra”. Sawchik, que viene de ganar un premio Florencio por su actuación en el unipersonal Sea Wall, otro espectáculo que ahonda en el dolor, obtuvo por El despojo una mención en el Concurso de Obras inéditas de COFONTE en 2020, y el texto fue a la vez seleccionado por el Instituto Nacional de Artes Escénicas para su publicación.

El despojo, de Marcel Sawchik Monegal, va el 2, 3 y 4 de febrero a las 20.30 y el 5 de febrero a las 19.30 en la sala Zavala Muniz. Entradas a $ 500 en Tickantel y boletería del teatro. Apta mayores de 18 años.

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