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Cinco momentos memorables de Succession

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Una síntesis al cierre de la serie.

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Casi al espacio (temporada 1, episodio 10)

En el medio del casamiento de su hermana Shiv, Roman no para de trabajar para Waystar. Tiene a su cargo la supervisión del lanzamiento de un cohete espacial en Japón y está apurado por concretarlo, así que hace unas llamadas para agilizar el trámite y darle una sorpresa a Shiv en un día tan especial para ella. Alejado de la fiesta, vemos, a través de la pantalla del teléfono celular de Romo, cómo sucede todo a miles de kilómetros de la boda, incluida la explosión del cohete. A continuación, Roman decide lavarse las manos en el baño y volver a la fiesta. Luego, Gerri, su confidente y algo más, le llevará algo de tranquilidad cuando le diga que, tras el infortunio tecnológico, no ha habido muertos y que sólo se perdieron un par de pulgares y un brazo.

Un pacto con el diablo (temporada 3, episodio 9)

Cada momento compartido por el primo Greg y Tom, el esposo de Shiv, podría estar en esta lista, comenzando por la vez que Tom le preguntó a Greg si se animaría a besarlo y siguiendo por cualquiera de los episodios violentos, absurdos, graciosos y desconcertantes con los que se fue tejiendo esta sociedad seudoamorosa orientada al mal y al beneficio propio.

Una tardecita , en un lujoso jardín, y luego de recibir una llamada de Shiv, donde esta le confiesa que los hermanos (ella, Rom y Kendall) han decidido actuar contra su padre, Tom, en su habitual estado de reflexiva tristeza, se encuentra cara a cara con Greg, quien viene a chusmearle algunas de sus bandideadas. “Greg, escuchá, las cosas de repente se pusieron en movimiento”, le dice. Tom está a punto de decidir buena parte del destino de la historia de la serie, y también de la suya, con una especie de traición, bueno, una traición. El diálogo transcurre como siempre entre los dos socios, en un código casi incomprensible de pocas palabras y emotiva gestualidad. Tom le propone que se vaya con él, que precisa un perro de ataque, y Greg se entusiasma de inmediato. Hasta dónde llega esta oferta, cuán atractiva puede ser para los intereses de este prominente asistente. “¿Vienes conmigo, Esporo?”, le pregunta Tom. “¿Podría tener mi propio... ?”, se aventura el primo. “¿Tu propio Greg? Podés tener 20”, le asegura Tom, cuya propuesta es la de un “pacto con el diablo”. Greg se pregunta por un segundo “qué hacer con las almas” hasta que se acuerda de que “las almas son aburridas”.

La cena (temporada 3, episodio 8)

Kendall se vuelve loco y vuelve locos a todos a su alrededor, en su feroz y solitario ataque contra su padre, hasta que cae, o eso parece, en razón. Hijo y padre pactan una cena como una especie de tregua. Kendall está dispuesto a retirarse. Sentados a la mesa, Logan llama a Iverson (el hijo de Kendall) para que pruebe la muzzarella de su plato. “¿Quién te creés que soy”, le dice Kendall a su padre, “¿pensás que te quiero muerto?”. Y luego, de inmediato, vuelto rival de Logan: “Ganaste porque sos corrupto, y así es el mundo. Soy mejor que vos, te digo esto porque te quiero, pero sos malvado” y “sos inteligente, pero lo que hacés es monetizar todo el resentimiento americano”.

Sacar la basura (temporada 3, episodio 9)

Una pendiente de tierra arenosa reúne como tantas veces a Shiv, Rom y Kendall. Lukas Mattson amenaza con comprar la empresa de su padre y Shiv entiende que hay que moverse rápido antes de que su padre tome una mala decisión. Esta vez, Kendall no puede meterse en el juego, ni siquiera mantenerse de pie. Cae arrodillado en el suelo con su cabeza entre las piernas y un fondo de contenedores de basura. “Shiv, no estoy aquí”, le dice a su hermana, antes de lanzarse a llorar y confesar, por fin, que mató a un tipo. Lo siguiente es uno de los momentos más cándidos de la serie. Shiv lo vuelve a meter en la urgencia del juego de poder, mientras Rom lleva al límite su lado negador y su humor negro con tal de consolar a su hermano. “¿Quién no mató a un chico con un Porsche? Es un rito que hay que pasar. Yo también maté a uno”, le dice.

El discurso (temporada 4, episodio 9)

El funeral de Logan Roy no escapa a las lógicas de especulación que se activan en cada escena y diálogo de la serie. Acá, sin embargo, el tiempo transcurre de forma algo diferente. Rom, encargado de decir unas palabras en nombre de la familia, se quiebra y no es capaz de cumplir con la tarea. Se le adelanta Ewan (Oscar James Cromwell), el hermano de Logan, con un discurso despiadado y honesto en el que avisa que esto viene complicadísimo para los intereses de la empresa familiar y la imagen póstuma de Logan. Kendall y Shiv abrazan a su hermano mientras este se desmorona en lágrimas, a metros del ataúd de su padre. “Está todo bien”, le dicen. Kendall debe hacerse cargo de la situación y decir algo para volver a “controlar la narrativa”. El desafío es inmenso, porque a ninguna palabra expresada por Ewan le falta verdad. Kendall, subido al estrado, comienza a rodear las palabras y significados que eligió su tío, buscando las adecuadas. Se le viene a la mente “dinero”, todo el que les hizo ganar a muchos de los presentes; ahí encuentra algo de complicidad y de humor para seguir adelante con algún punto ganado. Así, desde las raíces de lo más horrible e inconfesable, rescata la palabra “vida”, sale al paso como un campeón y se erige, con esa hazaña, como el posible continuador de Logan, con el mismo chofer que su padre.

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