Cuando el último episodio de Los Soprano terminó de la manera en que terminó (si todavía no vieron esa serie, no sé qué están esperando), los internautas estuvieron semanas comentándolo en foros especializados, entre teorías estudiadas y desvaríos sin sentido. Hubo algunos que se ofendieron por la forma en la que David Chase cerró la historia y, sin embargo, nadie duda de que Los Soprano está entre las mejores series de todos los tiempos.

A Succession le queda un solo episodio para afirmarse en el Olimpo de ficciones televisivas. La única razón por la que existe una mínima chance de trastabillar es porque la serie no se llama “Los Roy”, es decir que tiene una dirección clara, que se marcó en el primer episodio, cuando a don Logan le dio un ACV. La historia ha girado en torno al puesto de director ejecutivo del conglomerado Waystar RoyCo, con tres de los hijos de Logan Roy en disputa, y este fin de semana tendremos su resolución.

Aquellos que venimos siguiendo el drama desde 2018 le tenemos toda la confianza a Jesse Armstrong, creador y guionista de algunos de los episodios más recordados. Hasta ahora no solamente ha logrado que nos involucremos en cada uno de los integrantes de la imperfecta familia de multimillonarios, sino que con cada temporada ha afinado la pluma, apoyándose sobre los hombros de la tanda anterior de capítulos. Es una serie en ascenso, que termina porque Armstrong así lo quiso y que viene dándonos una seguidilla de televisión de calidad.

Los nueve episodios emitidos este año han mantenido las características que hicieron ineludible a la serie: diálogos ajustadísimos, una cámara ansiosa y la sensación de que siempre están sucediendo cosas que no vale la pena explicarnos. Los Roy ya tienen nuestro voto de confianza para hablar de temas que quizás no entendemos mucho (como los pormenores de la adquisición de una compañía por parte de otra), sugerir otros, e incluso mencionar "problemas de la semana", que están ahí para mover la trama personal de los protagonistas y que posiblemente jamás los volvamos a escuchar.

Precisamente, la venta de Waystar RoyCo es el gran evento que viene movilizando la gran historia de la cuarta y última temporada. La vieja empresa de entretenimientos, manejada por un viejo cansado y desconfiado, está en la mira de un gigante de la tecnología, con un excéntrico nerd a la cabeza. Al final, el trono que tres de los cuatro hijos del viejo anhelan desde sus primeros tropezones de salud está a punto de pasarles por un costado. Sin embargo, en esta intriga corporativa todavía les queda un as (sucio) en la manga, siempre y cuando logren ponerse de acuerdo y no se traicionen entre ellos... algo que vienen haciendo casi desde el comienzo.

Los momentos de mayor desconcierto para los espectadores, en medio de intercambios verbales que rivalizan con los de Aaron Sorkin, funcionan especialmente porque el elenco ha estado siempre a la altura de las circunstancias. Empezando por Brian Cox como Logan, el patriarca del amor duro, siempre dispuesto a enseñar a los golpes, pero en especial con Jeremy Strong en el papel de Kendall. El hijo preparado para asumir el trono, pero traicionado por sus propios demonios y por un cóctel de inseguridad y necesidad de complacer a su daddy dearest. Lo que viene haciendo Strong desde la primera temporada quedará para la historia de esta clase de creaciones.

Apenas un escalón más abajo están sus hermanos Roman (Kieran Culkin) y Shiv (Sarah Snook). El primero tuvo grandes momentos esta temporada y la segunda se ha cambiado varias veces de camiseta a lo largo de la serie, además de que mantiene una tormentosísima relación con su esposo Tom (Matthew Macfadyen). Tardaremos un buen tiempo en recuperarnos de la discusión en el balcón. Hay un cuarto hermano, Connor (Alan Ruck), cuyo mayor mérito fue nombrar a Uruguay en la serie.

Es invalorable el aporte de personajes secundarios y terciarios, desde Alexander Skarsgård como el potencial nuevo dueño de la empresa de papá hasta el torpe primo Greg (Nicholas Braun), definición de texto de lo que significa "caer para arriba" entre gente con poder. Y ni que hablar que cada aparición de James Cromwell (el de Babe, el chanchito valiente) como el hermano de Logan ha levantado polvareda. Especialmente la última.

Si no ocurre nada extraño, este domingo seremos testigos de la última perla de un collar que ya merece formar parte de algún museo. También es cierto que del último episodio se hablará muchísimo, pase lo que pase, así que esperemos que Jesse Armstrong no decida terminar todo con un sorpresivo fundido a negro.

Succession. Domingo a las 22.00 por HBO y HBO Max, donde están disponibles todas las temporadas.