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Laura Pouso y Levón Burunsuzián.

Foto: Alessandro Maradei

La nueva casa de la EMAD: una conversación con Levón y Laura Pouso

9 minutos de lectura
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En su 75° aniversario, la institución montevideana arriba a un momento “histórico y definitivo”

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La mudanza de la Escuela Multidisciplinaria de Arte Dramático a un nuevo local, donde cuenta con una infraestructura adecuada para el estudio de la artes escénicas y con una sala de gran tamaño, fue todo un acontecimiento en mayo. En esa flamante sede, en Canelones y Río Negro, Alicia Garateguy, formada en la EMAD, dialogó con su actual directora, la dramaturga Laura Pouso, y con Levón, uno de los actores y directores más emblemáticos del teatro uruguayo, y también docente histórico de la institución que fundó la española Margarita Xirgu hace tres cuartos de siglo.

¿Qué significa esta nueva casa?

Laura Pouso: Es un sueño, porque la escuela nunca tuvo sede propia y su misión original era crear un elenco juvenil sólido para alimentar a la Comedia Nacional. Surge como objetivo de un Estado, de una ciudad que creía que los ciudadanos debían tener sus propias figuras y no estar todo el tiempo importando talentos de otros lados. Pero de eso pasaron 75 años en un derrotero que finaliza con la compra de este edificio, avalada por una mayoría en la Junta Departamental de Montevideo, que nos permite por primera vez en nuestra historia tener una casa propia. Cuando tenés una casa propia, podés empezar a construir un proyecto igualmente propio en función de un edificio que te permite enseñar no sólo lo que podés sino lo que debés enseñar, incorporando otros lenguajes y sosteniendo los existentes. La escuela nunca tuvo un edificio de este porte, con una fachada hacia la vía pública, que hace que la gente pase y se detenga a mirar qué es.

¿Cuándo creés, Levón, que la escuela dejó de entrenar actores para la Comedia y pasó a entrenar trabajadores para el teatro y otras áreas mayoritariamente del ámbito independiente?

Levón: Bueno, la fuerza de los hechos... Nuestros alumnos llevan una impronta particular de esta formación, que por supuesto está sostenida por un presupuesto que otras escuelas no tienen. Entonces a partir de determinado momento la escuela empezó a nutrir al medio. Yo me siento con el deber de recordar que a partir de un llamado que hicimos a los candidatos a la intendencia en 2020, al que sólo asistieron algunos, cuando llegó Carolina Cosse, lo primero que dijimos fue que necesitábamos no sólo la digitalización por la que Laura estaba bregando, sino la mejora de las condiciones del edificio de la calle Mercedes, y ella dijo: “Esto lo tenemos que cambiar”. Sin su fuerza esto no habría sucedido. Yo ahora dejé de ser profesor, pero siento el entusiasmo y la fuerza que otros tienen, y ahora esto es una responsabilidad de todos.

¿Qué diferencia hay entre una escuela de teatro y una carrera universitaria?

Laura Pouso: Te diría que no son modelos educativos antagónicos sino complementarios. La EMAD intenta obtener en estos momentos el reconocimiento como institución educativa terciaria por parte de las autoridades del Ministerio de Educación y Cultura, lo que sería celebrar con justicia a una institución con 75 años de trayectoria en materia de educación artística. Las cuatro carreras centrales de la escuela implican un trayecto de 360 créditos y tienen como requisito el bachillerato completo. Hacemos extensión, investigación y tenemos un plan de estudios flexible y sin límite de edad. Como algunas carreras universitarias, tenemos también una prueba de admisión. Pero la diferencia principal radica en la manera de enseñar. Un sistema educativo es sano cuando ofrece distintas maneras de enseñar, en el cual escuelas y universidades tiendan a complementarse y enriquecerse mutuamente. Nosotros tenemos convenios no sólo con la Udelar sino con universidades del exterior. Luego está la cuestión del reconocimiento de nuestros títulos, un camino en el que trabajamos cada día.

¿Cuánto conserva la nueva escuela de aquellos valores y elementos que no deben perderse?

Levón: Siento que se mantiene el mismo sentido humanista, que no impide el desarrollo individual pero tampoco pierde de vista la realidad del colectivo. Nosotros tenemos que hincar el diente en la apropiación de las herramientas técnicas, pero también en buscar la voz propia de quien las maneja. Siempre me pregunto: ¿cuándo se es actor o actriz? Yo realmente no lo sé. Pero sí sé cuándo uno es un hombre o una mujer de teatro. Cuando llegan los nuevos estudiantes, llegan con sus sueños. ¡Y qué sueños! Redoblan los míos. Pero cómo alentarlos para que no se conviertan en un “¿y ahora qué?”. Y hay que cuidarlos. Porque seguimos pensando lo mismo que en aquel tiempo: la salud es lo más importante en el teatro.

Laura Pouso: Creo que, como dice Levón, la escuela es humanista. Eso en esta época es una rareza, ¿viste que vas por la calle y ves esos afiches de las universidades privadas que dicen “creá tu futuro”, o que te lo garantizan? Nosotros no. No tenemos ningún marketing, porque lo único que proponemos es que son cuatro años en que a lo mejor se va a modificar tu percepción del mundo, de la vida, de vos mismo, porque hay un gran trabajo que se hace en la escuela sobre el autoconocimiento. La escuela también debe preparar para la vida. Y forma profesionales para todas las artes escénicas: escenógrafos, vestuaristas, iluminadores, que trabajarán luego en ballet, carnaval, audiovisual, televisión, cine y más.

Se suele creer que el actor es alguien muy egocéntrico, egoísta y muy pagado de sí mismo.

Laura Pouso: ¿Y no es así? [Ríe].

Bueno, es necesario algo de ego para trabajar en un campo de batalla como es el escenario. Pero en mi vivencia, en mi formación, ha sido mucho más importante la noción de colectivo que lo individual, y sigue siéndolo.

Levón: Cuando nosotros decimos individuación me parece importante, porque todo parte de uno. Nosotros podemos establecer posiciones como en el ballet, como en la esgrima, que son asignaturas codificadas. Pero en el teatro ponemos más énfasis en lo que no se ve que en lo que se ve. Y me van a perdonar pero voy a decir algo que repito siempre recordando a mis maestros, porque yo también tenía maestros [ríe]. Mary Minetti decía algo precioso que me sirve para diferenciar lo físico de lo corporal, lo individual de lo colectivo: “Levantando puertas y ventanas se construye una casa. Pero es lo inexistente lo que hace la efectualidad de casa”. Las puertas y las ventanas son necesarias para construir una casa y eso puedo asimilarlo a asignaturas codificadas, físicas. Pero lo corporal es aquello inexistente: el dedo que señala la luna. No miremos el dedo sino adónde va su energía.

Eso creo que es un principio que tiene que ver con esta formación, en la cual yo trabajo con mi voz, porque nadie te va a cambiar la voz, pero dando elementos para que cada uno siga siendo uno mismo para luego olvidarse de sí mismo. Eso me parece que es el teatro: el progreso de sí mismo a través del olvido de sí mismo.

Nueva EMAD (archivo, mayo de 2024).

Foto: Camilo dos Santos

Yo soy muy mayor ya. Antes la escuela tenía un criterio muy particular que hoy es imposible de sostener. En mi época muy pocos eran los que trabajaban fuera: íbamos de mañana y de noche. Ahora los estudiantes estudian, trabajan, tienen familia. Entonces, ¿cómo hacer? El hecho es: sin que pierdan esa vibración, nosotros no podemos hacerles perder tiempo. Y lo que nos duele es cuando los estudiantes que egresan quedan con una herida. Porque sabemos también que el teatro lesiona. Pero hay que tener una fuerza tan grande para esta tarea tan difícil... Tenemos que lograr que salgan de aquí con fuerzas interiores. Por eso hablo de la individuación: lo que nos permite proveernos de herramientas pero sostenerlas en el colectivo también. Solos no somos nada en escena. Es en el juego de relación que crecemos.

Laura Pouso: Partiendo de esa diferencia entre lo físico y lo corporal se podría hacer una analogía por ejemplo con lo técnico y el estado. Las puertas y las ventanas son lo técnico: vos necesitás ese saber. Pero sólo la conquista de un paisaje interior...

...llena ese concepto.

Laura Pouso: Exacto. Y en ese sentido creo que la escuela se distingue internacionalmente. La cantidad de chicos y chicas que han venido de intercambio para terminar su maestría aquí, porque, como te decía anteriormente, otras universidades reconocen nuestro saber como igual o mayor al de una licenciatura, y rescatan esa mixtura que se produce en la EMAD y que la hace una escuela única en América Latina, donde confluyen varias carreras hacia un proyecto común. La famosa educación por proyectos.

Vamos a esas carreras. ¿Cuáles son hoy?

Laura Pouso: Hace años que existe una carrera de actuación y otra de diseño, que antes se decía para técnicos teatrales. Hoy lo que estamos pensando, porque tenemos un edificio que nos lo permite, es tener esa carrera de actuación y la de diseño abrirla en sus disciplinas reales: escenografía, iluminación y vestuario como carreras separadas y completas de cuatro años cada una. Esto exige hacer una prueba de admisión, porque trabajamos en grupos pequeños. Un estudiante no es un número: es una persona que ofrece de alguna manera cuatro años de tiempo vital para dedicarse a una profesión para la que no le prometemos nada y todo va a depender de sí mismo. Nos gusta esa frase que dice: “preparar al niño para el camino y no el camino para el niño”. Por eso en la puerta de la escuela, junto a la foto de grandes maestros, dice: “Cuando pienso en mi vocación no le temo a mi vida”. Ese es el gran asunto que se produce acá. La escuela ofrece un panorama riquísimo de cursos abiertos para poder tener los casi 600 estudiantes que tenemos. Porque la escuela no son sólo las cuatro carreras de cuatro años de duración, la tecnicatura, la formación continua, el diplomado en docencia y expresión corporal, sino que ofrece una amplísima oferta. La gran mayoría de los cursos se dictan en formato presencial, pero también los dictamos de manera remota para el interior del país, para la actualización profesional de toda esa gente que tiene compañías teatrales en otros pueblos y ciudades. La escuela se abrió a eso para concentrarse en un modelo de enseñanza. Somos la única escuela pública que ofrece todo esto.

Alberto Zimberg siempre dice que la mayoría de los que seguimos haciendo teatro somos los que trabajábamos al mismo tiempo que estudiábamos.

Levón: Y sí, porque conocen ese rigor.

Pero, por otro lado, hoy los artistas nos hemos parado en los pedales para vivir de nuestro arte. Ahora se ensaya de mañana. Ya no es como era: trabajar ocho horas en cualquier cosa y ensayar hasta la madrugada con lo que quedaba de uno.

Laura Pouso: Se profesionalizó mucho y también porque ha habido políticas públicas que han ayudado. Algunas de la intendencia, otras de la Dirección Nacional de Cultura.

O del Codicen. Antes no podíamos dar clases en escuelas y liceos. Hoy sí.

Laura Pouso: Si dibujáramos un mapa, no sólo de Uruguay, y prendiéramos una lucecita en cada lugar donde hay un egresado o una egresada de la EMAD, la constelación sería inmensa. Estamos repartidos en las radios, los canales, los teatros, los circos, los liceos, las escuelas, gente que escribe sobre teatro, que hace investigaciones, que se dedicó a trabajar en cárceles, gente que trabaja para la primera infancia, con discapacidades, gente que trabaja en salud. Ahora tenemos un proyecto divino con el Pereira Rossell sobre salud mental, y quien lo promueve es una egresada nuestra, que además es pediatra.

Volvimos a la salud. Yo creo que eso es lo que las mujeres y los hombres de teatro aportamos a la sociedad. No concebimos un trabajo que no nos guste, y si no nos gusta hacemos algo para que eso cambie.

Laura Pouso: Porque eso es la libertad.

Levón: Claro.

¿Qué cosas pasan en este edificio?

Levón: Esta es una escuela donde todos los estudiantes se embarcan en un único camino y un mismo objetivo, que es una obra que responde a períodos históricos determinantes y provoca un desarrollo equilibrado y progresivo del trabajo. Es decir: el estudiante de diseño empieza a ver cómo se trabaja un personaje y los estudiantes de actuación utilizan las manos para hacer las máscaras, y no sólo vienen con el papel aprendido sino que serruchan un practicable o pintan una pared. Para mí era un placer hacerlo. Porque es parte de ese colectivo del que hablamos y es lo que fortalece a la escuela; así los grupos salen muy unidos y eso me parece fundamental. Y crean sus proyectos. No puedo decir otra cosa que no sea que este lugar nuevo es divino. Es un espacio donde podemos disfrutar del silencio. Cuando estábamos en la calle Mercedes no se trabajaba el silencio porque había un salón al lado del otro. Acá, en la biblioteca que vamos a tener, el estudiante se va a apropiar de ese material con el cuidado de lo que significa apropiarse.

Laura Pouso: Vos, como artista, ¿pensás que estos espacios amplios que hoy tenemos, con otras alturas de techo, pueden influir en el alma de las nuevas camadas?

Levón: Creo que sí. Porque es el equivalente, me parece a mí, a los cuatro pasos o cinco que daba Modigliani para ver su cuadro y luego volver a él. También, cuidado, la limitación de medios te alienta a crear, a investigar, a desafiar...

Pero es una realidad que a la banda que ensayaba siempre en un garaje un día la ponés en el Teatro de Verano y van a tender a pararse uno pegado al otro.

Levón: Ah, sí. La escuela dentro de 75 años recordará este momento como histórico y definitivo.

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