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“Yo quiero hacer lo que a mí me dé la gana”: Mala Rodríguez y su mundo raro en Montevideo

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La rapera andaluza conversó con la diaria días antes de presentar su nuevo disco en La Trastienda.

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Desde su casa, donde dedicó el día a dar entrevistas en antesala al tramo latinoamericano de su gira, Un mundo raro tour, Mala Rodríguez se presenta como María: una mujer curiosa, que juega con su perro mientras defiende con convicción su último disco y ostenta orgullosa las heridas de guerra de su última aventura. “Me pegué una hostia en el karting compitiendo con gente pro, pero me lo pasé increíble”, confiesa, apuntando la cámara a los moretones de sus piernas.

En su voz se distingue una osadía que la empuja constantemente a lo nuevo, sea un deporte, sonoridades sin explorar o formas alternativas de publicidad —como lo fue la subasta de un show privado tras el lanzamiento de Un mundo raro—. “¿A quién no le gusta hacer cosas nuevas?”, justifica. “Es como la chuchería más grande para el cerebro. Por eso también me gusta leer cosas distintas”, añade.

Así nació su carrera musical, que hoy acumula más de dos décadas de trayectoria: “Durante mi infancia pasé mucho sola y me gustaba escribir. Escribir es bueno porque te hace estar en el momento, conocerte. Leer también, no me acuesto un día sin leer”, afirma y sale de cámara para buscar pruebas. En títulos como Meditaciones de Marco Aurelio y El poder del bosque de Dr. Qing Li, que esperan cada noche en su mesa de luz, María encuentra nuevas fuentes de inspiración: “Es algo medio sensual, que te llena los sentidos, no sólo el intelecto”, explica.

“Yo quería contar una historia”

Ese fue el faro que guio a Rodríguez en la creación de su octavo disco, Un mundo raro: una obra de catarsis transformadora, gestada a lo largo de cuatro años para capturar la imagen perfecta de una crisis y su posterior renacer. “Son canciones que hablan de grandes emociones: traición, valor, miedo, rabia, perdón. Todo orquestado muy bello”, explica. “He dejado que me pasara la vida un poco por encima y ahí es donde empiezo a sentir la pérdida y la crisis, a entrar en conflicto y buscar dentro de mí. Pero hay algo más, yo quiero buscar algo más, no me quiero quedar aquí dentro, en esta sala”.

En el afán de salir, la sonoridad del disco hizo su propio recorrido. El resultado es urbano pero bien español. “Los sonidos árabes, de Andalucía, del flamenco, son con los que resueno más”, profundiza la artista. Entre medio, momentos climáticos, como el arpa en “Ángel”, se entrelazan con el protagonismo de las percusiones. “¡Encuentro tanto parecido entre los pueblos a través de los sonidos!”, reflexiona.

“En la canción de ‘Ya nos conocemos’ puedo imaginar que son nativos americanos, mongoles, bereberes. Cuando estudias un poco de historia ves cómo hemos viajado y hemos ido dejando ahí un reguero, pero somos los mismos”. Para nosotros en el sur, el mapa se expande aún más, pudiendo descubrir matices típicos de estas latitudes en la rítmica, como el folklore andino y el malambo.

“No hago nada por obligación”

¿Qué viene después de Un mundo raro? Por lo pronto, defender las canciones en vivo, una parte del proceso creativo que le hace mucha ilusión a la artista, especialmente en Latinoamérica: “Allí la gente expresa sus sentimientos más abiertamente, sin ningún tipo de rodeo. En eso nos parecemos los andaluces con los latinos”.

Al regreso, tocará revisar las ideas que quedaron fuera de este disco. “Me quedé con todas las canciones de amor ahí colgadas”, bromea la artista y promete que algunas saldrán a la luz, a la vez que especula con futuras colaboraciones: “Me encantaría trabajar con Erykah Badu. La vi un día en Los Ángeles y dije ¡madre mía!”, reconoce. La cantante soul es una referente para la española, quien afirma sentir especial admiración por las mujeres afroamericanas: “Siempre he amado a las mujeres negras en los Estados Unidos, todas han sufrido mucho y han hecho estas músicas para renacer, para curarse. La mujer negra es el ejemplo más bestial de resiliencia”, sostiene.

Por su parte, la fortaleza de Mala Rodríguez recae en su pasión y la rebeldía con la que lleva adelante su carrera. “Yo tengo que hacer lo que quiera, no hago nada por obligación. Ten por seguro que si saco una canción, es porque yo quiero hacerlo, ¿luego cómo cantas si no?”, sentencia, despidiéndose de la diaria para continuar con los últimos preparativos del viaje. Con la casa en orden, volverá a hacer lo que se le dé la gana sobre el escenario.

La Mala Rodríguez, Un mundo raro tour en La Trastienda (Fernández Crespo y Paysandú). Martes 3 de setiembre a las 21.00. Entradas en Abitab de $ 1.700 a $ 2.400.

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