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Martín Ibarra.

Foto: Gianni Schiaffarino

Mateo solo bien se lame sonará en Teatro El Galpón

4 minutos de lectura
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Nair Mirabrat vuele a versionar el mítico álbum de Eduardo Mateo.

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En la tapa del disco Mateo solo bien se lame, hay una puerta y, como a la expectativa, está Eduardo Mateo con la guitarra al hombro y mirando hacia afuera. ¿O hacia adentro? Las puertas, además, se replican hacia atrás como si de espejos -o ecos- se tratara. Una vez le pregunté a Carlos Píriz, el gran responsable de que el disco exista, el porqué de esa tapa. Píriz, entre otras razones y con mucha sencillez, me contó que “supongo que la puerta quedó abierta para la imaginación de los que tuvieran el disco en las manos”, en una composición que fue pura y exclusivamente del diseñador Juan Bernardo Arruabarrena.

No han sido pocas las personas que se dejaron llevar por esas puertas. Una de ellas es Martín Ibarra, líder de los Nair Mirabrat, quienes, en 2022, cuando se cumplían 50 años del disco de Mateo, estrenaron un show -una obra, que después se transformó en disco- donde, con un ensamble de 14 músicos, tocan versiones de las 13 canciones de Mateo solo bien se lame. Una puerta, 50 años, otra historia.

La buena nueva es que tocarán otra vez. Tras las funciones agotadas en 2022 y 2023 en la sala Hugo Balzo del Auditorio Nacional del Sodre, el jueves 13 de marzo volverán a escena en la sala Campodónico de Teatro El Galpón, en un show que de alguna manera oficiará como presentación del disco editado por el sello Little Butterfly Records.

Foto: Gianni Schiaffarino

Un disco siempre vanguardista

Nair Mirabrat se para en la cancha con un plantelazo de 14 músicos, en un ensamble utilizado puntualmente para este disco en cuestión. Dice Ibarra que con Mateo solo bien se lame todo empezó porque es un disco que inspiró o germinó otros discos posteriores. “Jugueteaba en casa, tengo esas 13 canciones grabadas en la mente”, dice Martín Ibarra, a la vez que confiesa que, más allá de eso, empezó a trabajar en el proyecto cuando fue aprobado por los Fondos Concursables del Ministerio de Educación y Cultura (MEC). “Luego de eso pensé a ver quién iba a integrar la banda, cómo iba a ser la instrumentación, cuánta gente; y después a partir de eso a escribir las partituras”, sintetiza.

Para él, pensar el equipo era fundamental porque “eso te encuadra creativamente”. Y es la creatividad, con todo lujo, lo que resalta en las versiones de las canciones de Mateo, que no se quedan en lo que fueron, sino que tienen otros vuelos, otros juegos, otras libertades: vanguardia siglo XXI.

Libertad bien entendida: “Mateo estaba haciendo unas maquetas cuando arrancó a grabar, o estaba haciendo la base para que después vinieran más músicos a grabar, cosa que no terminó siendo: el tipo se va. Con base en ese dato histórico, cabía la posibilidad de que otros músicos complementaran lo que él había tocado. Y después lo otro que a mí me libera como músico es que yo no compartí el mundo con él. Yo sólo conozco su música y me estudié los discos, nomás”, dice Ibarra, aunque su “nomás” no parece ser poca cosa.

Hay mucho trabajo en las canciones. No es un calificativo simple “libertad”, porque en música muchas veces eso tiene que ver con la improvisación (bien entendida y ejecutada). Consultado sobre ese tema, Ibarra confiesa que lo que más estudió “fueron las improvisaciones de él. No volví a sacar las melodías, todo eso que ya estaba”. En ese mundo -o en ese Aleph, como definió Martín Buscaglia al disco de Mateo- entra Nair Mirabrat y los resultados son de alta calidad, a veces con mucha complejidad, aunque no por eso se pierde el encanto y la sensación de estar inmerso en un paisaje musical.

Foto: Gianni Schiaffarino

Un ejemplo de eso, dice Ibarra, es lo que hacen con “Jacinta”, una canción que todo el mundo conoce -y no pocos han versionado-. “El juego fue llevarla por otro lado. De hecho, la bossa nova, que es en dos cuartos, nosotros la hacemos en tres cuartos, otro ritmo; pero a la esencia, que es la melodía marcada por la letra, la vas a conocer aunque esté enmarcada en otro ritmo”, señala el músico.

Músicos en escena

Sara Sabah y Nico Selves en voces, Silvina Gómez en voces y percusión, Juan Ibarra en batería, Fede Araujo en piano y órgano, Fede Righi en bajo, Coby Acosta en percusión, Jeremías Di Pólito en guitarra, Martín Ibarra en guitarra, piano y voz, Karen Martínez en clarinete, flauta y voces, Martín Morón en trombón y voces, Daniely Benítez en flauta traversa y voces, Gonzalo Levin en saxos, flauta y voces, Juan Olivera en trompeta y flauta, Martín Brizolara en diseño sonoro, Ana Paula Segundo en diseño de luces

Otro cambio notorio es el orden de las canciones. Ahí también hubo libertades para rearmar el puzle de 13 temas, sin la forma que le dio Píriz a principios de los 70. Ibarra se mete otra vez en las puertas de la historia: “¿Cómo hubiera sido si lo elegía Mateo?”.

También, comenta que ellos decidieron no hablar entre tema y tema, como sí hace Mateo en varios tramos de su disco. “Todo lo musical tiene un aspecto teatral también porque es un guion que arranca y termina”, explica Ibarra, agregando que esos famosos dichos que dijo Mateo y quedaron grabados en el disco sí están en el toque de Nair Mirabrat, pero en otras canciones. Jugar, como le gustaba a Mateo: cuando él dice “Cualquier cosa, ¿me entendés? Dejala ir, igual”, Ibarra y compañía lo usan para entrar en un momento de improvisación de dos guitarras.

Nair Mirabrat, además de darse el gusto de imaginar y jugar, también toma riesgos. La extensión de las canciones es bastante mayor que la de las originales. “Hoy capaz que ponés de nuevo una canción, pero capaz que en la versión en vivo querés escuchar una vez más esa melodía. O el estribillo dos veces”, argumenta Ibarra, ahondando en la idea de la instrumentalización: “Lo instrumental te da un respiro”.

Hay respiros. Hay magia en los arreglos. Hay inspiración. Hay puentes entre las canciones. Mateo alguna vez tocó en El Galpón y ahora sonará de otra manera, entre las cosas de ayer y las del hoy: Mateo, su origen, pero empapado del mundo actual.

Mateo solo bien se lame, por Nair Mirabrat. 13 de marzo a las 21.00 en la sala César Campodónico del Teatro El Galpón. Anticipadas bonificadas hasta el miércoles a $ 700, luego $ 900 en RedTickets.

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