Si bien el miércoles parecía que todos los involucrados llegaban a un acuerdo sobre el nuevo estatuto que deberá regir a la Asociación Uruguaya de Fútbol (AUF), a esta altura del partido no hay nada. Se cayó. Entre tanto, con ese panorama, se fijó la asamblea el 30 de noviembre, último día hábil antes del plazo que exigió la FIFA: el 2 de diciembre.
El principio de acuerdo estaba dado. La solución principal estaba en la conformación del nuevo congreso. Entre los diversos actores se había llegado a un entendimiento en la cuotificación: 58,9% de votos para el fútbol profesional y el 41,1% restante dividido entre el fútbol amateur y los grupos de interés: jugadores, árbitros, entrenadores. En este estatuto es en el que venía trabajando la comisión normalizadora con los clubes y los demás involucrados.
Fue el G10, grupo integrado por Boston River, Cerro, Danubio, Defensor Sporting, Fénix, Liverpool, Progreso, Racing, River Plate y Wanderers (son quienes no estuvieron de acuerdo con la intervención de la FIFA y, por eso, decidieron llevar el reclamo al TAS), quien resolvió no acompañar ese convenio, o sea que no apoyan el nuevo estatuto que exige FIFA. No sólo el tema quedó trancado, sino que la idea del G10 es presentar otro estatuto en donde se bajaría la participación de los grupos de interés (otro estatuto que, obviamente, no tiene el respaldo de FIFA ni de Conmebol).
Con este nuevo escenario y el 2 de diciembre como fecha tope (sumado al rosario de amenazas hacia la AUF, que van desde suspensión de actividades hasta la desafiliación), la mano viene complicada y seguirán las negociaciones.