El juego quiso que fuera por penales, sufriendo, cansados. Tras el 2 a 2 entre Croacia y Rusia (1-1 en los 90 y 1-1 en los tiempos de alargue), la selección que lidera Luka Modrić ganó 4-3 el mano a mano desde los once pasos.
El trámite fue parejo y cambiante. Lejos de la prejuiciosa idea de que Rusia sólo se defendería, la selección local planteó un gran partido que terminó siendo de ida y vuelta. Cuando iban 31 del primer tiempo, Denis Chéryshev la clavó en el ángulo. El extremo que juega en el Villarreal español tomó el balón fuera del área, se perfiló para su zurda y colgó el 1-0 para los rusos.
De ida y vuelta se dijo: 8 minutos más tarde Andrej Kramarić cabeceó en el área y empató para Croacia. Así se fueron al descanso.
En el segundo tiempo hubo algo de superioridad croata. Con la manija de Modrić y de Ivan Rakitić Croacia creció en juego, supo qué hacer con el balón y transformó en figura a toda la defensa rusa -defensa con mucho oficio, por cierto-.
No hubo goles y se fueron al alargue. Muertos físicamente, con calambres para un lado y para otro, más posicionales que otra cosa, así y todo, la intensidad no bajó. Claro, aquello fue cancha abierta donde se pagaban contraataque con contraataque.
Cuando Domagoj Vida cabeceó y puso el 2-1 a los 100 de juego, pareció sentencia final. Pero los rusos fueron, a la heroica, y a falta de 5 empataron gracias al brasileño Mário Fernandes, también de cabeza.
Luego vinieron los penales, ambos arqueros atajaron uno cada uno, pero el mencionado Fernandes la tiró afuera y esa fue la diferencia. Tras aquella enorme actuación en Francia 98, Croacia otra vez definirá un Mundial. Y tienen con qué.