Con goles de Maximiliano Pérez en tres ocasiones y de Leonardo Fernández, Fénix derrotó 4-2 a Defensor Sporting en la penúltima fecha del Torneo Apertura.
Los tres puntos le sirven a los de Juan Ramón Carrasco para seguir arriba y proyectarse. El violeta, que tuvo goles de Martín Rabuñal y de Owen Falconis, estuvo lejos de su mejor versión desde que lo dirige Ignacio Risso.
1. Abierto campo a traviesa
Hay situaciones previsibles cuando juega un equipo de Juan Ramón Carrasco. En la tarde del Franzini volvió una que extrañaba: el vértigo, la rapidez en las transiciones, la frente adelante. En la primera que tuvo, a los cuatro minutos, lo demostró con la teoría del caos: Leo Fernández apilando por la derecha, la atención centrada en eso, y pasé rasante hacia la otra punta donde nadie miraba. Maxi Pérez entró solo y pimba, adentro. 1-0.
El mérito del joven Defensor, armado con muchos gurises ascendidos, fue no desesperarse. Rabuñal empezó a tejer ahí donde Fénix a veces se distrae, en el centro de la cancha. Darío Denis empezó a atajar, sinónimo de que el viento cambió de lado. Entre Correa, Laquintana y Nico González la armaron, pero definió Rabuñal. El volante central llegó por el callejón del 10, sacó el zapatazo y, tras desviarse en un defensor, fue el 1-1.
Vértigo, dije: Kevin Alaníz agarró la pelota en el círculo central, encaró a Coto Correa y lo dejó sentado, y a la hora del pase, cuando las tres puntas de Fénix le marcaban cancha, eligió a Maxi Pérez, que acomodó y le dio secó. 2-1 a los 63. Seis minutos más tarde Leo Fernández metió el 3-1.
Los tres o cuatro goles que erró Fénix le pesaron cuando el pibe Falconis puso el 3-2 de carambola: trancó fuerte en el área y la pelota se fue contra el palo. Esos seis minutos finales fueron de nerviosismo, de defensas y ataques desesperados (tanto para un lado como para el otro). La última fue la corrida y el mano a mano de Maxi. Mirá si lo iba a errar.
2. Promesas y realidades
Esta temporada hablar de Fénix es hablar de Leonardo Fernández. Esta vez jugó tres cuartos partidos como delantero por derecha. De sus enganches para perfilarse y los pases cruzados salió lo mejor del albivioleta, además de las habilitaciones para que Maxi Pérez la rompiera. Y su gol, claro, siempre hijo de su zurda endiablada.
Dos del medio también se destacaron: Ugarte y Alaníz. Tienen 18 y 16 años, respectivamente, pero juegan con la solvencia de los experientes. Ugarte fue defensa y orden; Alaníz, 10 carasucia, mostró destellos de sus virtudes y generó buen juego ofensivo.
En Defensor, que terminó cabizbajo porque el Apertura le quedó mal e incómodo, se destacó Rabuñal, 5 moderno que juega con la constancia de un soldado y con la creatividad de un director de orquesta (aunque esta vez le fallaron los músicos).