Racing empezó este verano con el fútbol femenino. Matias Desevo es el gerente deportivo y director técnico del equipo de fútbol femenino del Club Fuerza Aérea que funciona hace cuatro años. Siempre quiso competir en la Asociación Uruguaya de Fútbol (AUF) y se le presentó la oportunidad de plantear un proyecto para crear Racing femenino. El club confió en él para que se encargara de la selección de jugadoras. Desevo adecuó lo que los dos conjuntos necesitaban y generó un acuerdo: Racing le paga los gastos a Fuerza Aérea en los campeonatos y en contrapartida estos les dan las instalaciones para los entrenamientos.
Racing se encargó de los gastos de materiales y del equipamiento: pelotas, chalecos y demás. Los equipos entrenan juntos. La primera selección para integrar el plantel fue entonces dentro de Fuerza Aérea: de 18 jugadoras quedaron 12 en la pre selección. Luego de una prueba más exigente quedaron cinco y hoy en día son tres las que tienen la oportunidad del equipo de Sayago. El plantel se completó con jugadoras que vinieron de afuera a probarse, y en esa instancia también se dio que algunas que aspiraban a jugar en Racing terminaron jugando para Fuerza Aérea.
En Racing las futbolistas son todas mayores, la más chica tiene 19 años y la más grande —que también juega en Fuerza Aérea— tiene 40. “Hay mujeres que piensan 'tengo 30, ya se me pasó el reloj'; o 'tengo 15 y soy muy chica'. Lo que el cuadro necesita de vos son las ganas y la voluntad”, explica Matías. “Trabajamos el físico, el cuerpo tiene memoria: si nunca hiciste nada acá tenes para dar tus primeros pasos; si no tenés ganas, ponés excusas para no entrenar y malas caras cuando tenemos pruebas, así al fútbol no se puede jugar”, agrega.
Este año cueste lo que cueste
Como todo equipo de fútbol Racing apunta a lo más alto dentro del campeonato, esa es la idea de todo el cuerpo técnico y de las jugadoras: “Este campeonato es todos contra todos; los primeros ocho se quedan en la B y los otros ocho equipos se van para la C el año que viene, entonces la idea es quedarnos en la B. Ese es nuestro objetivo inicial”, dice Matías.
Profesionalizar la cuestión
El entrenador, el preparador físico, el ayudante de técnico y la kinesióloga solo reciben viáticos. Matías opina que profesionalizar el fútbol femenino no es solamente cobrar a fin de mes: “Si lo quieren tomar como un trabajo tienen que entender que para cobrar a fin de mes uno tiene que levantarse temprano, llegar temprano, cumplir, salir en hora, quedarse a hacer horas extras, no es solo venir, patear la pelota y cobrar”. Para él se trata de no ausentarse nunca y de estar a disposición del equipo, de estar correctamente uniformada, y todas las cuestiones que hacen al profesionalismo.
Con historia
Valentina Fernández integra los dos equipos, es de las primeras en haber logrado un lugar en Racing y la jugadora más antigua de Fuerza Aérea. Hace unos seis años que juega al fútbol, en la escuela jugaba al hockey pero no le gustaba: en 2014 se despidió del palo y la bocha y se inició en el fútbol. Fernández empezó en un equipo en el Pinar y luego se anotó a un llamado en Náutico, donde jugó hasta el año pasado, y simultáneamente defendía la camiseta del Club Fuerza Aérea porque vive enfrente; además, se anotó en el cuadro de la facultad de Economía para competir en el campeonato Interfacultades. Para ella el fútbol es más que una diversión, es una pasión, le gusta hacer ejercicio pero prefiere los deportes en equipo, tener una meta, ganar un partido, meter un gol. En Fuerza Aerea es de las que están hace más tiempo, la que conoce más al club, a las gurisas: es la capitana. “Lo veo como una pasión, lo hago como hobby, en mi vida me suma en esa parte, no en lo profesional, para eso estudio, trabajo y esa formalidad la olvido en la cancha. Sé que está creciendo el fútbol femenino y si se da la profesionalización sería genial, pero no es a lo que apunto”, explica.
Sobre el fútbol femenino Valentina reflexiona: “Hay que sacarse los prejuicios, las chiquilinas disfrutan mucho el fútbol. En Náutico se dio que el técnico tenía un proyecto y armó el equipo femenino desde los seis años, habían gurisas que la movían de manera impresionante, mejor que yo que tenía 16. Las madres y los padres no pueden privarlas de eso, es un deporte, es algo en lo que se pueden integrar. Yo jugaba al hockey porque el fútbol no existía para las niñas, los vecinos venían a buscar a mis hermanos para jugar y yo también quería ir. Mi hermano chico siempre me decía para jugar, él también fomentó mi pasión”.
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