Mientras los equipos de la C, a partir de la iniciativa de la Asociación Inclusiva de Futbolistas Amateurs, se organizan para reunir lo básico de una canasta y repartirla entre los más necesitados de los olvidados, los equipos de la B empiezan a aparecer con dinámicas propias de la categoría: la opción del seguro de paro parece la única –un derecho al que los de la C no tienen acceso–, pero los salarios mínimos que ascienden en la mano a los 17.000 pesos, tamizados por un seguro de paro, se convierten en un monto sensiblemente menor (seguro que, además, se utilizó en diciembre, por lo que existirán casos en los que el porcentaje de dinero recibido será menor).
El de los equipos de la B no es el mismo caso que el de algunos equipos de la A, como los de quienes anunciaron que pagarán los complementos de los salarios que queden por fuera del seguro. En Segunda División es todo lo contrario. Esos trabajadores del fútbol no escapan a la realidad. Con este panorama, ¿quién hace qué por quién? La Asociación Uruguaya de Fútbol (AUF), en una reunión digital el viernes, dijo haber presentado ante los órganos competentes un proyecto de flexibilización del seguro de paro. Como si fuera poco, hay futbolistas a los que ni siquiera les corresponde el seguro por la cantidad previa de jornadas de trabajo; por ejemplo, un jugador que estuvo en la C en 2019 y este año iba a jugar en la B (otra que sueño del pibe) no tiene los días generados por aportes que le permitan acceder al seguro.
En esa reunión también se indicó que se están haciendo gestiones ante la Federación Internacional de Fútbol Asociación y la Confederación Sudamericana de Fútbol para buscar recursos complementarios a los subsidios del Estado, en el mejor de los casos no reembolsables. Esa búsqueda contempla los fondos de garantía que subsidian los salarios de los jugadores de varios clubes de la Segunda División. Lo cierto es que, hasta ahora, el billete no aparece. Se informó, a modo de empatía, que la AUF pasó al seguro a cerca de 400 dependientes, desde el portero hasta el técnico de la selección uruguaya.
En tiendas de la Mutual Uruguaya de Futbolistas Profesionales, de momento, reina el silencio ante la situación cada vez más crítica de los futbolistas de la C y la escasa capacidad de resolución de los clubes y la AUF para garantizar el pago completo de los salarios de los jugadores de la B. No obstante, por otro lado, las mujeres nucleadas en la Organización de Futbolistas Uruguayas comenzaron una campaña para dar una mano a las jugadoras que vivan o estén cercanas a gente en situación de riesgo. En tiempos de empatía y solidaridad, también hay silencios y promesas. El fútbol, rey de rengueras, entre jueguitos con papel higiénico y ollas raspadas.