No tuvo un buen resultado la visita de Peñarol a Colo-Colo, en el reinicio de la Copa Libertadores de América (y de la pandemia). El carbonero empezó jugando muy bien, incluso se puso a ganar con gol de Facundo Pellistri –el mejor–, pero la superioridad demostrada en el primer tiempo no se repitió en el segundo y los chilenos, en un rato de lucidez, dieron vuelta las cosas y se quedaron con los tres puntos. Gabriel Suazo y Esteban Paredes le dieron la victoria a los chilenos.
Pareció clara la postura de Peñarol en el arranque: jugadores rápidos arriba para atacar cuando tuvieran la pelota o defender cuando la posesión fuera ajena. Eso le hizo ganar terreno al carbonero y jugar, prácticamente durante todo el primer tiempo, en tres cuartas canchas.
No lo dudó y le salió bien. Los Facundo, Pellistri y Torres, fueron volantes bien abiertos. El entretejido intelectual de Walter Gargano y Jesús Trindade siempre los tuvo en la mira para largarlos en velocidad, fuera para desbordar o para hacer diagonales hacia adentro. El peligro sobre el arco chileno fue constante. Superados, los defensores del Colo-Colo cortaron bastante con faltas, cosa que le dio varios tiros libres a Peñarol. Ni David Terans ni Joaquín Piquerez estuvieron certeros en esos tiros del primer tiempo.
Lo que sí salió a la perfección fue la contra que terminó en el 1-0: filtración por la derecha, doble oportunidad de gol que tapó Brayan Cortés, pero en la segunda atajada el rebote fue a parar delante de la carrera de Pellistri, que no hizo más que tocar de zurda y llenarse el alma de gol que extrañaba.
Cambió el viento
Hay ocasiones en donde un cambio de jugadores rinde mucho más que un pieza por pieza. Esto fue lo que sucedió en el inicio del segundo tiempo cuando entró Leonardo Valencia en los trasandinos. El 10 modificó todo el funcionamiento de Colo-Colo y, como consecuencia, desvirtuó a un Peñarol que entró desconcentrado.
Valencia jugó suelto, sin lugar asignado, como esos enganches que tienen vía libre. Lo que hizo el 10 fue ir, buscarla, pasarla, ir de nuevo, llevarla al otro lado, y viceversa. Nunca pudo ajustar el carbonero y prácticamente corrió detrás de la pelota.
Con tal desorden los chilenos dieron vuelta el partido en pocos minutos: a los 51 empató Suazo y diez más tarde Esteban Paredes puso el 2-1 de penal. En uno y en otro gol el gran hilador fue el tal Valencia.
En desventaja, Peñarol no le encontró más la vuelta al partido. Mario Saralegui hizo cambios, pero no así. Hubo una desconexión total en el funcionamiento y quedó a expensas de lo que pudo hacer Pellistri yéndose solo contra el mundo. Nada encontró, más allá de que contó con una buena chance que atajó el arquero chileno.