La escuelita Unión de Jueces Oficiales de Básquetbol Ricardo La Gata García es abierta a todo público y gratuita, y funciona de lunes a viernes en el Buceo.
Cambiando la pisada
Todas las tardes, en el barrio Buceo, más de 80 niños y adolescentes aprenden básquetbol mientras se divierten, comparten y acumulan experiencias.
En Santiago Rivas 1550 estaba la vieja cancha de Buceo BBC, un club que supo jugar de manera federada en la Federación Uruguaya de Basket-Ball (FUBB) en las divisionales de ascenso y que, después de reconvertirse en espacio de múltiples usos, había quedado como un lugar de uso público que generaba molestias para los vecinos.
Por otro lado, en alguna parte de Montevideo se reunían los árbitros del básquetbol uruguayo cada vez que sesionaba la Comisión Directiva o celebraban sus asambleas generales, para lo que debían alquilar clubes. “Sería bueno contar con un espacio de encuentro, de pertenencia”, pensaban siempre Florencia Paz y su compañero Álvaro Aunchayna, quienes tomaron la iniciativa y se propusieron conseguir ese lugar.
La Intendencia de Montevideo (IM) les ofreció la custodia por 24 meses de ese espacio, con la condición de que si superaban las expectativas podrían empezar a trabajar en una concesión para utilizar el predio durante más tiempo. Otro de los requisitos fue que la actividad a realizar tuviera un impacto social. “Necesitaban algo que fuera lo opuesto de lo que estaba sucediendo en ese lugar y lo logramos. Hoy es un espacio de encuentro y de pertenencia en el que se generó una comunión entre las familias”, cuentan.
Álvaro es entrenador de básquetbol y había trabajado muchos años en plazas de deporte, por lo que se ofreció a encargarse de dar las clases. Comenzó con Matías Paz, que fue entrenador de Goes y es profesor de Educación Física. La jueza Florencia Paz se encarga de la logística y la organización. El trabajo es totalmente honorario. “Quisimos demostrar que los jueces también podemos aportar. Contamos con el apoyo de los colegas árbitros, que aceptan que exista la escuela y que Álvaro y yo estemos encargados del proyecto. Es una responsabilidad ya que representamos a la UJOBB”, explica Paz.
Se pica la tarde
De lunes a viernes funciona esa comunidad de padres que no sólo llevan a sus hijos a practicar básquetbol, sino que hacen actividades, se comprometen con la gestión de la escuelita y cuidan el espacio. Se los ve conversando, compartiendo, ayudando y organizando. Los niños y adolescentes entrenan muy concentrados y divertidos. Disfrutan de eventos que organizan para ocasiones especiales como el Día del Niño. Recientemente festejaron la primavera y han hacho diversos paseos, entre ellos al Centro de Entrenamiento de la FUBB.
La escuelita comenzó a funcionar en enero de 2020, tuvo que parar por la pandemia y retomó a fines del año pasado. “Fue tomando una fuerza tan grande que superó las expectativas de todos, y la Secretaría Nacional del Deporte nos declaró de interés nacional”, cuenta Paz.
Además, presentaron un proyecto de techado de la cancha por medio del Presupuesto Participativo que otorga la IM, con el propósito de tener continuidad y que no se pierdan clases. Otro de los objetivos es levantar un gimnasio que permita ofrecer más actividades que acerquen a más gente del barrio. “Apuntamos a algo como la Unión de Veteranos para ofrecer más actividades. Ahora hacemos jornadas con clínicas de higiene bucal, RCP, clases de tránsito, entre otras; no es sólo jugar al básquetbol”, dice.
La UJOBB priorizó algunos puntos a la hora de establecer los lineamientos de trabajo en la escuelita. En primer lugar, que se aborde con equidad de género. “Desde un inicio hemos trabajado para que el espacio sea mixto y con gran aceptación hemos ido conformando los grupos por franja etaria. Contamos con básquetbol femenino, los martes y jueves, además de los grupos mixtos para más chicos. Tenemos programados talleres sobre sexualidad y violencia de género que hemos planificado en conjunto con los concejales, entendiendo la importancia más que nada en los grupos de adolescentes de los martes y jueves”, detallan.
A su vez, conciben el deporte como un elemento fundamental para la salud. “Entendemos que como adultos podemos ofrecer un espacio de intercambio en conjunto con los niños y niñas, donde se establezcan normas de comportamiento y se pueda realizar una actividad que transmita valores junto a una actividad física. Como integrantes de este deporte, sabemos que es de los más completos en tal sentido y utilizamos pilares”, afirman.
Por último, destacan la importancia de hacer partícipe a la familia: “Un niño en el deporte es un niño menos en la calle”, consideran, por lo que “en tanto actividad gratuita, siempre hemos cuidado el espacio y establecido normas tanto para los padres como para los chicos, a fin de alcanzar un ambiente familiar con sentido de pertenencia para todos”, aclaran.
Arbitrando la solidaridad
Los lunes, miércoles y viernes concurren los niños de seis a 13 años; los martes y jueves, los de 13 en adelante. Como no hay límite de edad, a veces se suman madres y padres al juego.
Si bien es una actividad totalmente lúdica, las enseñanzas no quedan afuera. Se trabaja en valores como la puntualidad, el respeto, la solidaridad. Teniendo en cuenta que en las actividades gratuitas suele ocurrir que sea escaso el compromiso y se asista cuando cada uno desea, se proponen que se asuma un compromiso con la escuelita y que no falten. “Como árbitros, a veces vemos que eso falla en clubes de formativas. Hay niños que dejan de ir por sentirse presionados, porque se trabaja desde la competencia que trasladan los entrenadores”, señalan.
Luis Bicho Silveira, padrino de la escuelita, ahora replicó el proyecto y gestiona una escuelita de similares características en Colón.
La mayoría de los niños nunca había practicado básquetbol. Desde su ingreso a la escuelita no solo aprendieron lo básico del juego, sino que además vivieron experiencias muy ricas en torno al deporte. Ha habido encuentros con los clubes Lagomar, Montevideo, 25 de Agosto, Cordón, Aguada, Olimpia, Verdirrojo y Malvín, además de una jornada de clásico en la que la visita fue de Nacional Básquetbol y el Club Atlético Peñarol.
En diversas jornadas conocieron a jugadores, entre ellos a Reque Newsome, que concurrió para contarles su historia de vida y compartir un partido con ellos. También estuvieron Cliff Morgan, Hátila Passos, Nicolás Mazzarino y Bruno Fitipaldo, entre otros. “Son jugadores de mucho prestigio y conocerlos es una oportunidad increíble. Vienen charlan y hacen juegos para los niños, son experiencias que les aportan muchísimo”, dice Paz.
La iniciativa cuenta con el apoyo de la BUA (Basquetbolistas Uruguayos Asociados). “Esos lazos son importantes. Hemos hecho encuentros y han venido, entre otros, Marcos Marotta, Leandro García Morales, Federico Pereiras, Leandro Taboada, Mateo Sarni, Sabina Bello, Fiorella Garbarino, entre otros. A fin de año le regalaron una pelota a cada niño, hay una niña que la trajo cada vez que nos visitó un jugador” para pedirles autógrafos, “y ahora esa pelota vale oro”, dice Florencia entre risas.
“En un tiempo corto ha pasado de todo y hemos logrado que se sumen muchos. Para saber lo que pasa en la escuelita tenés que venir”, finaliza.