Para muchos, los domingos de fútbol son el día más lindo de la semana, para los mismos, los domingos de clásico se anteponen ante cualquier otra consideración de día perfecto.
Si esta pandemia no nos hubiese quitado la tribuna, miles de personas hubiesen circulado este domingo por todo Montevideo y alrededores, para alojarse en el Gran Parque Central, escenario que desde 1929 no recibía el clásico del fútbol uruguayo y que nunca lo había hecho en el profesionalismo.
Nacional y el CURCC (Central Uruguay Railway Cricket Club), hoy Peñarol, se enfrentaron por primera vez el 15 de julio de 1900. Es uno de los clásicos más antiguos del mundo y el que se disputó más veces por Copa Libertadores, con 46 partidos jugados.
El 13 de octubre de 1929 fue la última vez que se vieron en el Gran Parque Central -hasta ahora- y terminó con victoria tricolor 1-0. Los más grandes del fútbol uruguayo se midieron siempre en el estadio Centenario desde que se fundó, en 1930. Con algunas excepciones, como partidos disputados en el Campus de Maldonado, Paysandú y Rivera, en una ocasión cada uno, hasta la llegada del estadio Campeón del Siglo, en el que se llevaron a cabo tres clásicos oficiales.
Rivalidad hasta en la placa
En la previa, Nacional le otorgó a Peñarol una plaqueta con el mensaje “Al Club Atlético Peñarol en su regreso al Gran Parque Central para la disputa del clásico Nº 38 en el Primer Estadio de la Copa del Mundo”.
El presente despertó polémica, porque ese es el historial si se toma el criterio de no tener en cuenta los clásicos anteriores a 1913, cuando Peñarol se llamaba CURCC. La infinita polémica por el decanato volvió a colmar las redes sociales.
El partido que más concurrencia tiene dentro del fútbol uruguayo debió ser sin público, pero los hinchas se las arreglaron para sentirse cerca de este evento.
En la previa, hinchas de Peñarol se concentraron en las inmediaciones del Campeón del Siglo, mientras que los de La Blanqueada hicieron la previa en su barrio. Antes del partido, por los parlantes de la casa tricolor sonaban cánticos que recordaban en algunas líneas a los aurinegros.
A la cancha llegaron primero los árbitros. Posteriormente, alrededor de las 14.30 llegaron los protagonistas albos y más tarde los aurinegros.
Un as bajo la manga
Uno de los primeros dirigentes en llegar al Gran Parque Central fue Gonzalo Lucas, quien consideró el día como “muy importante para Nacional” y se manifestó muy a gusto de poder ver un clásico en su casa.
Sergio Rochet, Camilo Cándido y Brian Ocampo llegaron el domingo mismo desde Brasil, donde se encontraban compitiendo por la Copa América con la selección uruguaya, para que Alejandro Cappuccio pudiera contar con ellos. El delegado tricolor Enrique Campos fue en un vuelo chárter y consiguió volver con los futbolistas, que viajaron por la noche y en la madrugada arribaron a Montevideo.
Por su parte, Peñarol gestionó la vuelta de Facundo Torres y Giovanni González. El presidente Ignacio Ruglio sostuvo que la idea estaba prevista, pero sin ser insistentes con los futbolistas; “No les íbamos a decir que íbamos a estar esperando que terminaran para que vinieran, porque era una falta de respeto a la selección y a todo Uruguay y los jugadores iban a quedar mal con sus compañeros si estaban con esa mentalidad”, explicó.
El dirigente contó que se esperó la confirmación de que los jugadores estuvieran libres para el vuelo de regreso. “Varios de los referentes de la selección nos hicieron saber que preferían que los jugadores quedaran ahí descansando. Pablo Bengoechea fue partidario de que lo mejor era que los jugadores durmieran allá, que respetaran a sus referentes mayores”, explicó el presidente.
Facundo Torres y Giovanni González almorzaron en Los Aromos, hablaron con Mauricio Larriera para prepararse y fueron incluidos en el partido. “Los jugadores están bien físicamente y eran ellos los que más querían estar acá, toda la noche pidiéndolo”, resaltó Ruglio.
Se jugó un nuevo clásico y esta vez quedará en el recuerdo por el resultado trascendente en favor de Nacional en su escenario, tras casi un siglo sin jugar allí.