Deporte Ingresá
Deporte

Agustín Canobbio, de Peñarol y Ze Ivaldo, Athletico Paranaense, este jueves, en el estadio Campeón del Siglo.

Foto: Ernesto Ryan

Explicable sentimiento: Peñarol - Paranaense

1 minuto de lectura
Contenido exclusivo con tu suscripción de pago

El escenario volvió a ser el del fútbol, el de nosotros en las tribunas.

Contenido no disponible con tu suscripción actual
Exclusivo para suscripción digital de pago
Actualizá tu suscripción para tener acceso ilimitado a todos los contenidos del sitio
Para acceder a todos los contenidos de manera ilimitada
Exclusivo para suscripción digital de pago
Para acceder a todos los contenidos del sitio
Si ya tenés una cuenta
Te queda 1 artículo gratuito
Este es tu último artículo gratuito
Nuestro periodismo depende de vos
Nuestro periodismo depende de vos
Si ya tenés una cuenta
Registrate para acceder a 6 artículos gratis por mes
Llegaste al límite de artículos gratuitos
Nuestro periodismo depende de vos
Para seguir leyendo ingresá o suscribite
Si ya tenés una cuenta
o registrate para acceder a 6 artículos gratis por mes

Editar

Miren hacia las tribunas. Observen los autos llegando como hormiguitas con luces. Vichen los ómnibus, los de nosotros la gente del STM, apretados, incómodos, pero exultantes. Entre la multitud es imposible decodificar esas miles de sensaciones que padres, madres, abuelos, acostumbraron a vivir en los años sesenta, en los setenta y hasta en los ochenta, cuando una instancia tan trascendental e importante como esta, era cuestión de casi todos los años.

La intensidad que tiene vivir una semifinal de torneo internacional viene por sí misma pero fundamentalmente por una cuestión fenotípica, de nosotros los aficionados al fútbol uruguayo, que desde aquel 1960 nos vimos invadidos por las emociones de la competencia.

Tu padre, tu madre, tu abuelo, tuvieron decenas de encuentros en el reloj de la Torre, en la estatua de Narancio en la puerta de la Colombes, enfrente al palco.

El Centenario, su entorno, fue hasta ayer el escenario incorporado a estas emociones, la expectativa, los nervios, el acelere, la explosión.

Es cierto que el fútbol es un estado de ánimo. El fútbol es el escenario de una parte de nuestras vidas. Y esta vez el escenario volvió a ser el del fútbol, el de nosotros en las tribunas, ahorcando alambrados, dejando la laringe contra el tapabocas, experimentando la arritmia del síndrome del lateral brasileño soltándose como si fuese Neymar, el éxtasis de ver la pelota flirteando con las redes contrarias.

Eso es el fútbol, la camiseta, los jugadores y la gente.

Después, qué importa ya el después.

A volver, y a volver a sentir esas únicas sensaciones, esos explicables sentimientos por el fútbol, que es parte de nuestras vidas.

¿Tenés algún aporte para hacer?

Valoramos cualquier aporte aclaratorio que quieras realizar sobre el artículo que acabás de leer, podés hacerlo completando este formulario.

¿Te interesa el deporte?
Suscribite y recibí en tu email la newsletter de deporte.
Suscribite
¿Te interesa el deporte?
Recibí la newsletter de deporte en tu email todos los domingos.
Recibir
Este artículo está guardado para leer después en tu lista de lectura
¿Terminaste de leerlo?
Guardaste este artículo como favorito en tu lista de lectura