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Granit Xhaka, de Suiza, durante una participa en las instalaciones de entrenamiento de la Universidad de Doha, el 1 de diciembre, en Doha.

Foto: Fabrice Coffrine, AFP

Serbia-Suiza: mucho más que un partido de fútbol

5 minutos de lectura
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Las selecciones europeas se juegan la clasificación en un partido marcado por cuestiones políticas, especialmente por el origen albano-kosovar de Granit Xhaka y Xherdan Shaqiri y la celebración de sus goles en 2018.

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¿Se puede jugar un mundial sin haber clasificado? El viernes se enfrentan Serbia y Suiza, pero también saldrán a la cancha Albania y Kosovo.

Nadie duda de que el fútbol ha cambiado mucho desde sus inicios hasta la actualidad. Lo han hecho el juego, las reglas y también sus instituciones. Sucede con el offside, por ejemplo, cuando se está aplicando tecnología del siglo XXI para cumplir una norma centenaria. Ha habido miles de discusiones sobre el “espíritu de la regla” y aquello de que la tecnología venía a buscar el elefante y no la hormiga.

Al igual que la ley del offside, el concepto de país y nación ha cambiado muchísimo desde los inicios del fútbol hasta ahora. Empezando por la cantidad: para el primer mundial, el de 1930, la FIFA tenía solamente 49 miembros, mientras que ahora son 211. En el mundo existía la Unión Soviética, África sólo tenía tres países independientes (Liberia, Sudáfrica y Egipto) y en los Balcanes había un gran país llamado Yugoslavia, que viajó a aquel primer mundial con un plantel de jugadores serbios (por más contexto, mirar la buena película Montevideo Bog Te Video).

Entonces, cuando por la última fecha del grupo G se enfrenten Suiza y Serbia, el telón de fondo serán los Balcanes, sobre todo la cuestión kosovar. Así sucedió en 2018 y así parece que sucederá por las señales que se vienen dando en la previa.

Fútbol y política

Empecemos por la cuestión teórica. El mundo de hoy es mucho menos estático que a principios del siglo XX. Estamos sobre todo ante un mundo multicultural y globalizado. “La relación entre una persona ciudadana de un estado y una persona con una identidad definida según los límites de ese estado es cada vez más borrosa por varios factores: fronteras que cambian, porque la gente ya no tiene la identidad nacional como el centro, o por las migraciones, por citar algunos”. Eso lo dice Juan Manuel Montoro, investigador y consultor especializado en la relación entre deporte e identidades culturales. Además, ha dedicado buena parte de sus estudios a los Balcanes y en la semana previa al partido se encuentra en Albania.

Por esa cuestión identitaria uno tendería a esperar que en la selección de Qatar jueguen cataríes; en la de Estados Unidos, estadounidenses, y en la de Ghana, ganeses. Pero ¿qué significa ser de un país en términos futbolísticos? Nacer en él no es condición, tampoco el no haber jugado en juveniles en otra selección.

Explica Montoro: “Ser kosovar es una cosa que puede ni siquiera tener que ver con jugar en la selección de Kosovo, que puede tener que ver con una especie de filiación transnacional como la que siente de Dua Lipa, Xhaka o Shaqiri y que se puede manifestar aunque no esté formalmente representando a Kosovo”.

Llegamos a los primeros nombres de protagonistas: Granit Xhaka y Xherdan Shaqiri, capitán y vicecapitán de la selección de Suiza.

Aquellas águilas

Viernes 22 de junio del 2018. Xerdan Shaqiri se apronta para jugar el segundo partido de la fase de grupos del Mundial. En el primero le habían arrancado un empate a Brasil. Él juega por Suiza, pero sus zapatos dicen otra cosa: en el botín izquierdo está bordada la bandera suiza, pero en el derecho la kosovar. Shaqiri nació en 1991 en una ciudad del sur de Kosovo, cerca de la frontera con Macedonia, llamada Gnjilane. No es el único de la selección suiza con doble nacionalidad; son tantos que algunos hasta “los llaman los niños de los Balcanes”.

Aquel partido jugado en Kaliningrado entre Suiza y Serbia se venía calentando desde la previa. Cuando Serbia venció a Costa Rica en el debut, el por aquel entonces ministro de Exteriores serbio, Ivica Dacic, que ya había ejercido como presidente y primer ministro, calificó la victoria contra los ticos de “venganza”, porque Costa Rica había sido de los primeros países en reconocer la independencia kosovar. En las calles de Kaliningrado, en las horas previas al partido frente a Suiza, se podía ver a algunos hinchas serbios usando camisetas con la cara de Ratko Mladic, un siniestro militar conocido como “el carnicero de Bosnia”, condenado a cadena perpetua por el Tribunal Penal Internacional para la ex Yugoslavia en La Haya por ser el responsable, entre otras cosas, de la matanza de Srebrenica.

El partido terminó 2-1 a favor de Suiza, hubo reparto de multas por parte de la FIFA, pero la imagen que recorrió el mundo fueron los festejos de gol de Xhaka y Shaqiri haciendo con ambas manos el águila bicéfala, símbolo de la bandera albanesa. Águila que viene desde el tiempo de la resistencia albanesa a los turcos liderada por Jorge Castriota (Gjergj Kastrioti en albanés), a quien los otomanos apodaron İskender Bey, que significa príncipe Alejandro. Su estandarte era un águila bicéfala. Los turcos otomanos terminaron de conquistar los Balcanes en 1455, pero la batalla que definió la suerte de los eslavos sucedió en 1389 en un lugar llamado “Campo de los Mirlos”, que en serbio se dice “Kosovo”.

Cuando luego de la Primera Guerra Mundial cayó el imperio Otomano, los albaneses se independizaron y los eslavos terminaron formando Yugoslavia con Kosovo incluida. Una Kosovo que ya no era de mayoría ortodoxa ni eslava, sino albanesa y musulmana. Yugoslavia duró lo que duró el mariscal Tito: con su muerte, en 1980, se empezaron a notar las costuras. Con Slobodan Milosevic en el poder se acabó la autonomía de los diferentes pueblos. Los kosovares hacía años que protestaban contra el avance serbio, y un profesor de 22 años terminó en la cárcel en 1986 por esas protestas. Era Ragip Xhaka, el padre de Granit.

Granit Xhaka nació en Suiza. Shaqiri, por su parte, nació en 1991 en una ciudad del sur de Kosovo, cerca de la frontera con Macedonia, llamada Gnjilane.

Banderas polémicas

Desde que fueron sorteados los grupos se sabe que este partido no es uno más y, por si quedaban dudas, en la previa del debut de Serbia contra Brasil circuló una foto en la que se ve una bandera con el mapa de Serbia incluyendo Kosovo y la leyenda: “No hay rendición” (“Nema predaje”, en serbio). La reacción fue inmediata: el ministro de Cultura, Deporte y Juventud kosovar, Hajrulla Çeku, puso un tuit calificando el mensaje de “discurso de odio, xenófobo y genocida”. Por otro lado, la FIFA comunicó que había abierto una investigación a la federación serbia y en una rueda de prensa, cuando al jugador serbio Marko Grujic le preguntaron por el hecho, tuvo que intervenir el encargado de prensa para negarse a responder la pregunta.

¿Cómo es la actual relación entre Serbia y Kosovo? Tensa. Serbia sabe que no va a recuperar Kosovo y, por su parte, los kosovares buscan que se institucionalice y regularice lo que todos saben, que son un país independiente. El asunto es qué presidente serbio va a pasar a la historia como el responsable de perder Kosovo. Ese es el contexto en el que aparece la bandera. Volviendo a Montoro: “El mensaje de 'no rendirse', sin contexto, puede tomarse como una frase motivadora futbolística. Pero al ponerlo en esa estética y ponerlo con un mapa de Kosovo con acusaciones de intento de genocidio a tu población, resulta evidente que la frase no es solamente deportiva”.

Cuatro años después de Kaliningrado, se vuelven a encontrar en una cancha suizos y serbios. Xhaka declaró en la previa: “No hay historia detrás de estos dos partidos. Nosotros somos Suiza, ellos Serbia, y eso es todo. Estamos aquí para jugar al fútbol al igual que ellos”. Eso dicen sus palabras, pero veremos si dentro de la cancha los gestos están en sintonía.

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