Un poco se extraña la cancha. Los barrios. Pasear atrás de los colores que te marcan el ánimo con un resultado deportivo. Volver a ver a toda esa gente que siempre habita las mismas tribunas y que se funde en abrazos de hermanos con personas de las que, seguramente, ni siquiera sepa su nombre. Lo irracional de la pelotita y sus vínculos que hay que dejarlos quietos, ahí están bien.
Los que se mantienen poco por estas latitudes son los entrenadores y sus procesos de trabajo. No hay garantía de éxito por tener uno, pero el común denominador marca que es difícil afianzar ideas y proyectos cuando la vorágine apura al cambio de forma constante. Habrá diez caras nuevas entre los 16 equipos de Primera División. Suena a muchísimo.
El venezolano Daniel Farías (Boston River), Eduardo Espinel (Cerro Largo), Esteban Conde (Danubio), Fabián Coito (Deportivo Maldonado), Damián Santín (Fénix), el argentino Ricardo Zielinski (Nacional), Alfredo Arias (Peñarol), Ignacio Ithurralde (Torque), Nicolás Vigneri (Plaza Colonia) y el argentino Gustavo Fermani (Racing) se enrolarán en nuevos desafíos.
En el fútbol generalmente mandan los resultados y la continuidad laboral de los cuerpos técnicos se respeta poco. El tiempo dirá si los pasajes de estos diez entrenadores son prolongados o cortos, como generalmente sucede.
Los sobrevivientes
De los seis entrenadores restantes, hay dos que son prácticamente nuevos. Sergio Blanco asumió el 29 de setiembre de 2022 en Wanderers y solo dirigió cinco encuentros logrando dos triunfos, un empate y dos derrotas.
Danielo Núñez, en tanto, se sumó a Cerro el 8 de setiembre, 21 días antes que el Chapita. Estuvo al frente del albiceleste en siete cotejos, con tres triunfos, dos empates y dos caídas. El tiempo fue escaso pero los logros regaron de alegría a la mitad del barrio. Consiguió el ascenso, nada más ni nada menos que en la serie final de los playoffs ante Rampla.
Marcelo Méndez completa el tridente de los que llegan con menos de un año a cuestas. Asumió el 7 de marzo de 2022. Dirigió 39 partidos en Defensor Sporting, donde consiguió 20 triunfos, 11 empates y ocho derrotas. Se consagró campeón de la primera edición de la Copa Uruguay al vencer en la final a La Luz.
Justamente el merengue es otro que tiene permanencia en su banquillo. Julio Fuentes llegó el 1 de julio de 2021 y consiguió la escalerita perfecta ascendiendo de tercera a primera en un año y medio. En 35 partidos, ganó 19, empató nueve y perdió siete.
Pocos días antes Jorge Bava se convirtió en entrenador de Liverpool. Dejó su puesto de golero para suceder a Marcelo Méndez en el cargo. Desde el 18 de junio de 2021 dirigió 68 encuentros donde consiguió 32 triunfos, 14 empates y 22 derrotas. Se coronó campeón del Torneo Apertura en 2022.
Gustavo Díaz en River Plate es el entrenador con más permanencia en el cargo. Pero no llega a completar dos años al frente de la dársena. Llegó el 5 de abril de 2021 y en 77 encuentros ganó 32, empató 21 y perdió 24.
¿Por qué es tan difícil?
“Las cosas buenas necesitan tiempo, y todo lo que no se haga con tiempo no tiene sentido. Podrás ganar, pero se va a caer”, dijo un tal Pep Guardiola en tierras españolas. Al entrenador ultraprobado, que se había cansado de hacer bíceps levantando copas en el Barcelona, se le reclamaba que no había ganado nada en su primer año en Manchester City. Ni la mezcla de apuesta millonaria con capacidad en la dirección técnica lo hizo posible. Y ahí, el pelado que alguna vez compartió plantel con Sebastián Abreu, tiró un masterclass sobre los procesos futbolísticos en un cúmulo corto de oraciones que llevó menos de un minuto escuchar, para aprender.
Los números están a la vista. El trabajo sostenido en el tiempo en el fútbol uruguayo es casi una utopía. No hay ningún entrenador de primera división con dos años de permanencia en su cargo. ¿Las razones? Multifactoriales. Como sucede en todo el mundo, en la adversidad de los resultados deportivos los procesos se cortan. Lo más importante es ganar, incluso algunos dicen que es lo único.
Pero en estas latitudes el éxito tampoco es sinónimo de continuidad, generalmente las buenas campañas abren horizontes a explorar por los entrenadores que intentan avanzar casilleros en sus carreras desprendiéndose rápido del sótano económico en el que realizan sus primeras armas.
En este panorama, entonces, el laberinto con salidas auspiciosas para sostener los procesos de trabajo es recontra difícil de encontrar. No sirve ganar excesivamente ni que las derrotas te alejen de los objetivos.
Las voces
Gustavo Díaz, en diálogo con la diaria, sostuvo que para hacer sostenibles los procesos en el fútbol uruguayo se necesita cumplir con tres aspectos fundamentales: “convicción, liderazgo y paciencia”. El Chavo explicó cada punto: “Convicción en lo que se va a buscar. El liderazgo en sostener momentos de turbulencia en lo deportivo y darle los tiempos lógicos para desarrollar un proceso. La paciencia va con el desarrollo del proceso e incluiría a la hinchada, mientras se respete la identidad del club”.
El entrenador darsenero aseguró que en River Plate “la dirigencia y el área deportiva nos hizo sentir parte de este proceso y la consolidación del club, no sólo por el presente deportivo, que es bueno, sino por el crecimiento institucional”.
La estadística marca que Díaz es el director técnico con más permanencia en un equipo de primera división, para él, sus ventajas son “conocer al club en fortalezas y debilidades a nivel general. En lo deportivo, saber los recursos genuinos que hay y lo que tenés que ir a buscar. A nivel institucional, en qué te podés apoyar y qué se puede mejorar para que la parte deportiva sea mejor y los objetivos sean alcanzables”.
Jorge Bava también es optimista. Sostiene que puede haber procesos de trabajo en el fútbol uruguayo pero “que deben ser bien gestionados”. El exarquero contó que, en Liverpool, la institución cosechó el trabajo de varios años en formativas y que eso “nos permitió obtener los últimos logros con la mayoría de los jugadores formados en el semillero. Con esa base y contrataciones minuciosamente escogidas hubo planteles muy competitivos”.
Apareció en la charla un término medio que se asemeja un poco más a la realidad del paisito donde la dependencia del DT de turno no puede ser total; los proyectos deben ser institucionales. Las bases las coloca el club y el entrenador, escogido bajo determinados parámetros, le pone su impronta sin salirse del renglón.
En la entidad de Belvedere hay una línea de trabajo y Bava cree que los últimos directores técnicos tuvieron “puntos en común” en cuanto al estilo de juego. Pero también afirmó que “cada uno tiene su modelo propio, a mí nunca me dijeron que debo de jugar de una determinada manera, nunca hubiera aceptado si fuera así”. En tal sentido, consideró que desde su llegada “hemos sido un equipo dinámico, vertical y versátil”.
Para transitar el camino en el mismo sentido trazado por la institución, Bava contó que “hay un ida y vuelta permanente con Gustavo Ferrín, que es el nexo y nos ayuda mucho en ese sentido”.
Díaz explicó la realidad darsenera, que se asemeja a lo que sucede en Liverpool: “River tiene una identidad propia: conformar planteles con jugadores de la casa. Equipos que van al frente, atacan y juegan muy bien por afuera. Obviamente que las ideas son de los entrenadores, pero hay muchos puntos en común que lo hacen compatible”.
El Chavo aventurando un escenario perfecto habló de lo que, a su juicio, sería un ideal: “Que lo deportivo vaya de la mano con lo personal. Generar armonía entre la dirigencia, área deportiva, plantel principal y todas las personas que aporten al club. Que todos tengamos un proyecto institucional macro para el desarrollo de la institución pero que ese mismo proyecto permita el crecimiento personal de cada uno a nivel personal”.