Anahí Fernández es árbitra de fútbol desde 2016 y a lo largo de su carrera tuvo grandes participaciones, entre ellas la de la Copa Mundial femenina sub 17 de India en 2022. Este año fue designada para impartir justicia en el Mundial femenino de Australia y Nueva Zelanda, que comenzará el 20 de julio e irá hasta el 20 de agosto. Con 32 selecciones participantes, será la Copa del Mundo femenina más amplia de la historia, y Fernández es una de las cinco mujeres sudamericanas en la lista de las 33 convocadas para ser juezas, junto a la brasileña Edina Alves, la venezolana Emikar Calderas, la chilena María Belén Carvajal y la argentina Laura Fortunato.
Su historia como jueza empezó por casualidad. Fernández fue a ver un partido de fútbol amateur, sin tener ningún conocimiento específico sobre fútbol ni sobre arbitraje. Luciana Mascaraña era la asistente, algo que le causó mucha intriga.
¿Qué fue lo que te generó intriga cuando viste a Luciana Mascaraña arbitrando?
Ver que ser árbitra es un deporte en sí, que ese rol es posible, que tenés que aprender para practicarlo y que conlleva una gran actividad física.
¿Cómo fue pasar de encontrar interés en algo que no conocías a estudiarlo para ser parte?
Realmente no sabía absolutamente nada de fútbol, entonces estuve seis meses callada en las clases esperando a entender un poco más para poder participar o decir algo. En los primeros partidos mis compañeros me padecían, porque eran mis primeros pasos, pero me ayudaron en todo hasta que agarré confianza y, gracias a ellos, también tuve mi crecimiento.
¿Qué es lo bueno y lo malo de ser jueza?
Lo malo es que pasás por situaciones incómodas por la intolerancia que hay hacia el rol del árbitro y más hacia la mujer, sobre todo en juveniles. Muchas veces, los peores comentarios provienen de mujeres que nos gritan cosas inexplicables por ser árbitras. Hay una nueva aceptación generalizada hacia el rol del árbitro, pero a veces solamente por el hecho de ser mujeres, sobre todo en las instancias de juveniles, es un poco mayor la agresión. Lo mejor es que hay personas que creen en la figura de la mujer asumiendo roles importantes en el fútbol, que apuestan a nuestro trabajo, brindan oportunidades y apoyan que podamos mostrar que estamos capacitadas para cumplir el mismo rol que los varones en un fútbol importante como es el uruguayo.
¿Viviste alguna situación negativa en la interna del fútbol?
Desde adentro del fútbol nunca sentí nada específico por el hecho de ser mujer jueza, pero sí hay una gran intolerancia desde afuera de la cancha hacia la mujer.
¿Sentís que tenés las mismas oportunidades que los varones en el arbitraje?
Creo que sí, que dentro del arbitraje se evalúan los rendimientos. Cuando peor fue mi desempeño menos oportunidades tuve, y cuando mejor estuve, se dieron mejores cosas.
¿Con qué obstáculos te encontraste en estos años?
La incompatibilidad para tener otro trabajo por la dedicación completa. Es difícil si tenés que trabajar ocho horas, ser madre, tener una casa para gestionar, estudiar, entre otras cosas. Yo trabajaba nueve horas y tenía muchos aspectos para mejorar, pero no tenía tiempo durante el día para dedicarle trabajo. En cuanto al trabajo diario, al estudio y a los entrenamientos, los fines de semana tenemos jornadas muy largas en las que estamos arbitrando, entonces se suman meses y meses sin descansos correctos, trabajando de lunes a lunes. Son obstáculos que tiene la carrera del arbitraje por la forma en la que empieza.
¿Y de la carrera en específico?
Otro obstáculo, que prefiero cambiarlo por la palabra meta, es pasar la prueba masculina, porque si la pasás podés acceder a estar en Primera División. En mi caso, cuando creí que para mí era impensable pasarla porque estaba muy lejos de los tiempos que se exigían, me fui poniendo en forma a medida que fue pasando el tiempo. Fue una meta que me puse a largo plazo, y con mucho trabajo, dedicación, constancia y esfuerzo logré ese objetivo. El deseo de querer llegar implica tener claro lo que querés y poder dedicarle mucho trabajo a eso.
¿La prueba física es justa?
Sí, porque hay una para mujeres y otra para varones. Hay que recorrer una distancia determinada, por ejemplo de 75 metros, ahí las mujeres tienen 17 segundos y los varones 15, es una diferencia aeróbica. La otra tiene que ver con los tiempos de velocidad; por ejemplo, se debe hacer seis sprints de velocidad. Al principio, el límite para las mujeres es un poco inaccesible si no estás al cien por ciento, pero si tenés una buena alimentación, entrenás adecuadamente y demás, se puede.
¿En qué lugar están las árbitras actualmente?
Creo que la mujer está ganando terreno, paso a paso, en las competencias masculinas, en las competencias mundiales; hubo participación de varias mujeres en Qatar y corresponde a las condiciones y a las capacidades que tienen ellas para estar en esos roles.
¿Cuáles fueron tus mejores experiencias en el arbitraje?
Llegar a Primera División en Uruguay es un orgullo muy grande, pero es una gran responsabilidad porque el fútbol uruguayo es muy exigente. También compartir con mis compañeros partidos de competencias masculinas de la Conmebol, ser designada a la final de la Libertadores femenina o estar en el partido por el tercer puesto en el Mundial de juveniles de India, entre otras experiencias muy enriquecedoras. Haber sido invitada a pretemporadas masculinas con los árbitros e instructores de élite del continente y a un seminario de la UEFA por el régimen de intercambio que hay con la Conmebol.
¿Qué significa ser una de las primeras mujeres en estar en un Mundial?
Ya ha habido árbitras uruguayas en mundiales, pero es una gran exigencia, es la competencia más grande del mundo. Todas las mujeres en el ámbito del fútbol sueñan con estar un día ahí.
¿Qué ayudó a tu proceso de crecimiento personal en tu rol?
Todos los que apoyaron mi proceso de crecimiento. Las árbitras pioneras que dieron los primeros pasos y abrieron las primeras puertas para que nosotras sigamos llegando. Y que en este día más mujeres se sigan sumando y acercando al arbitraje en el fútbol.