Salto fue el mundo. El partido de los sueños posibles, la casi utopía de los llanos. Una final del interior es el cielo más celeste de los que trillan las mismas veredas que sus primos, vecinos, hermanas.
4.500 personas juntaron las piernas para hacerse aire en el estadio Dickinson, al este de Salto, en la primera de las dos finales de la Copa Nacional de Selecciones, la compañera veraniega de toda la vida. Los anfitriones empataron 1-1 con Lavalleja en un partido parejo y abierto. La serie vive y chorrea épica sobre los caminos de la patria.
Con fuerza
A medida. La final del interior largó como han largado las finales del interior por lustros y lustros: exacerbando las disputas, achicando riesgos, mirándose a los ojos ardientes, viéndose sangrar historia.
Salto dañó en el primer tiempo con tres delanteros palmo a palmo con los tres centrales minuanos. Jugó generalmente directo, condicionó a los volantes visitantes, atados por lo imperioso de sus apoyos defensivos. Los ataques anfitriones denotaron peligro y se elevaron por sobre el correcto entramado ofensivo de los del Este.
Un remate cruzado del buen puntero Emiliano Maciel vulneró el primer palo del arquero Hernández a los 11’, cuando poco se sospechaba y mucho era tanteo. Pudo ser algo para unos y otros, pero en el fútbol se es. Salto ganando y Dickinson vibrando.
Viene y va
La pulsión inicial del segundo tiempo fue serrana. Lavalleja se hizo de memoria, trajo al ahora el fluido juego interno del ayer, la circulación de toque y movimiento que lo distinguió en las canchas nacionales del 2022. Corbo pasó de la zaga al centro y su interminables piernas tomaron el control de la cosa. A los 41 años, templanza. “La experiencia es un peine que te entrega la vida cuando te quedaste pelado”, dijo y predijo Ringo Bonavena.
El ingreso de Santiago Genta a la derecha de la línea de tres apuntaló la muralla minuana, puso seguridad basada en lo agresivo de los duelos y armó el respaldo para combinaciones de generación y ataque que envalentonaron a los visitantes.
Un buen derechazo de Germán Fernández a los 52’ se desvió antes de empatar el partido. El fortísimo delantero obtuvo la recompensa que maduró toda la noche en pugnas de épica con la zaga salteña.
Lavalleja tomó el martillo del partido al son del bullicio de tres centenas de su pueblo, mostró carácter maduro, manos encalladas de finales. Salto frunció el ceño, arremetió furioso y tornó héroe a Gastón Hernández, carolino arquero de la visita. El zurdo y oficioso Nicolás Fagúndez ladeó su pincel en la punta diestra, levantando suspiros tensos entre el maní de los tablones.
El 1-1 final fue justo, concomitante con la paridad imaginada por muchos o todos. Lavalleja y Salto definirán el título del país el próximo sábado a las 20.00, más que seguramente ante un abarrotado estadio Juan Antonio Lavalleja de Minas, con las sierras de horizonte y todo un país detrás.