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Lucía Schiavo. foto: Alessandro Maradei

Lucía Schiavo: la campeona que se va a recorrer el mundo

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La alera habló de su felicidad por obtener un nuevo título de la Liga Femenina de Básquetbol con Defensor Sporting; está a punto de recibirse de arquitecta y en 2025 viajará por todo el planeta.

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Alegría en la cancha y en la vida. Un final de 2024 que ya tuvo su primer golpe de felicidad y va por coronarlo con la frutilla de la torta, o el último plano de la construcción. Lucía Schiavo volvió a Defensor Sporting y, otra vez, se coronó campeona en la Liga Femenina de Básquetbol, como había sucedido en el bicampeonato 2020-2021.

Con el paso de los días y volviendo a la normalidad tras los festejos, la rochense está metida en cuerpo y alma para terminar la carrera de arquitecta. Ahí también lo está dando todo, como en cada defensa, en cada rebote o cuando decide atacar el aro con sus brazos largos. Está haciendo todo lo posible para que el título universitario llegue en diciembre, si no, será en febrero.

A principios de año volvió a Sporting junto a un grupo de compañeras que, tras tantas temporadas, ya son amigas. Otra vez juntas, unidas, campeonas. Pocos lo esperaban cuando Defensor entró con el “4” a playoffs tras la fase regular. Dio el batacazo ante Malvín en semifinales y no perdió más, siguió de largo y se coronó barriendo a Yale en las finales, con el aliciente de que el entrenador de las de Jacinto Vera era Gino Alderete, el que formó el grupo exitoso de las decanas.

Schiavo se tomará el 2025 sabático de la pelotita naranja. Se irá a recorrer el mundo en el viaje de arquitectura y después se verá. En Defensor ya todos lo sabían: no quedó nadie sin comprarle rifas. En un futuro le gustaría probar suerte en el exterior, aunque ahora los destinos a descubrir serán como arquitecta. A la vuelta sabe que se va a tener que poner a punto físicamente, el resto la tiene tranquila: “Hay cosas que no se pierden”, dijo con una sonrisa.

¿Cómo son las primeras sensaciones después de lograr el título?

Fue un año largo, arrancamos a entrenar en febrero. Sucedieron muchas cosas, pero también dimos pasos como equipo para lograr el resultado, cuando se nos dio el campeonato nos sentimos realizadas. Tuvimos unos días de festejos y de recibir los mensajes de los que nos acompañaron. Compartimos momentos con los seres queridos, distintos reconocimientos e hicimos una comida todos juntos. Son cosas que se disfrutan mucho aunque después los días van pasando y se vuelve a la normalidad.

¿Por qué elegiste volver a Defensor Sporting?

Se dio a principio de año que se volvió a formar un equipo con muchas jugadoras que habíamos jugado juntas en el club. Me volvió a convencer lo que me proponía Defensor y además tenía muchas ganas de volver a compartir con compañeras con las que ya habíamos logrado cosas importantes. Tuvimos contratiempos en el transcurso del año que no nos marcaban como favoritas, pero la confianza del equipo y que ya habíamos sido campeonas juntas terminó siendo muy importante para volver a lograrlo.

¿Cómo se prepararon para playoffs sabiendo que corrían de atrás?

A principio de año teníamos un plantel más largo y el objetivo estaba bien puesto: ser campeonas. En la temporada fueron pasando cosas que nos sacaron de la candidatura para el público, hubo dos lesiones de ligamentos cruzados de compañeras que tenían minutos [Carolina Curbelo y Antonia Basualdo] y muchos cambios en la conformación del plantel a la que nos costó adaptarnos. Estuvo Josefina Zeballos con nosotras, que luego salió al exterior y también hubo variantes en las extranjeras, incluso en las posiciones. Nunca nos encontramos en nuestro potencial durante la fase regular, perdimos los partidos claves, no tuvimos constancia en el rendimiento, jugábamos muy bien, pero en lapsos muy cortos. Todo el equipo sentía que perdíamos por errores nuestros y teníamos la sensación que el techo estaba lejos. Hicimos un clic, entendimos que era el momento, todas estuvimos en foco y nivel en la etapa adecuada del campeonato. Así las cosas sucedieron. Estábamos convencidas.

“Ojalá que el básquet femenino vaya logrando el lugar que merece”.

¿Las marcó el primer partido con Malvín?

Fue fundamental arrancar ganando de visitante. Fue un golpe para el rival y un subidón de energía para nuestro equipo. Demostramos en el juego que podíamos y a partir de ahí no perdimos más. Al ser un grupo de jugadoras que supo ganar, en esos momentos salió esa memoria que ayuda. Los planes de juego estuvieron bien planteados en quienes eran las jugadoras que iban a tomar las decisiones en los momentos calientes de los partidos. Hicimos hincapié en eso y teníamos las formas tácticas de resolver ciertas situaciones con las que nos habían complicado.

¿Sintieron que para las finales llegaban como favoritas después de eliminar al campeón?

Malvín venía de ser bicampeón, pero no tenía a Florencia Somma, que era una pieza fundamental del equipo, aunque tenía jugadoras que compartieron mucho tiempo juntas. Yale, por otro lado, era un plantel muy joven con dos extranjeras de un nivel altísimo durante el torneo. Sabíamos que en el sentido de la experiencia teníamos una ventaja, nosotros trabajamos en mantener el foco en jugar a nuestro ritmo y no ir a un juego desordenado o impulsivo, ya que en las finales están las emociones de por medio y eso nos podía jugar una mala pasada.

¿Fue especial para ustedes enfrentarse a Gino Alderete?

Seguramente nos conozca más que Fabián Boscardín, que sólo nos dirigió este año. Con Gino compartimos mucho tiempo y cosas lindas. Hay un conocimiento de las dos partes; nosotras imaginábamos cómo plantearía él determinadas situaciones y suponemos que habrá hecho lo mismo. Yale me hizo acordar a nuestras primeras finales, siendo muy jóvenes. Haber perdido también te da experiencia y crecimiento. Nosotras la primera vez no ganamos ningún partido, después uno y al año siguiente fuimos campeonas. Es un proceso que te va llevando y dejando enseñanzas.

En la cancha

¿Cómo se adaptaron a tener dos extranjeras perimetrales?

Supongo que no había nada que conformara en el puesto de pívot dentro del mercado de extranjeras. El entrenador tomó la decisión de ir a la identidad que él quería del equipo. Javiera Campos tenía esas características por más que sabíamos que nos íbamos a quedar sin una pívot natural en el plantel. Josefina Rivera tiene más características de ala pívot. Ahí hubo una readaptación de varias jugadoras que cambiamos nuestras posiciones naturales. Como Javiera encajó muy bien en el equipo, la estrategia terminó resultando notable. En su momento nos daba incertidumbre que el rival nos castigara cerca del aro. Nosotras perimetralmente éramos más grandes en altura que las demás y con eso contrarrestamos para suplantar el juego físico.

Y fueron un equipo más rápido.

El planteo fue cambiar defensivamente en un pick and roll sin problemas, sostener a las rivales. La velocidad y movilidad se volvieron ventajas para nosotras. Ofensivamente, lo mismo. Fue algo que nos resultó muy bien porque era la identidad que el entrenador buscaba.

“Va a llevar un tiempo la profesionalización. No en todos los equipos una jugadora cobra o hay un cuerpo técnico completo”.

¿Cómo tomaste el título en este momento de la carrera?

No lo pienso mucho, el proceso se va dando naturalmente y no siento que haya cambiado algo mío. Con los años vas agarrando experiencia y roce del que aprendés. La vida misma te va enseñando cosas. Elijo tomar los roles con la responsabilidad que tiene, pero siempre con los objetivos colectivos adelante e intentando colaborar en lo que pide el entrenador.

¿Cómo ves las diferencias de nivel en el básquet femenino?

Va a llevar un tiempo la profesionalización. No en todos los equipos una jugadora cobra o hay un cuerpo técnico completo. Eso se nota en las tablas de posiciones. Si bien la forma de disputa es un gran tema, no está claro si jugar todas juntas favorece. Igual pongo el foco en que el calendario no es el que más favorece a las jugadoras; si querés jugar en Europa, no podés quedarte acá, lo mismo en Argentina. Ahí se podría plantear algún sistema para tener un torneo donde puedan jugar todas las uruguayas y después salir al exterior. Eso nos ayudaría a hacer crecer la competencia. También hay que buscar que se contemplen las competencias internacionales de la selección que muchas veces quedan en el medio del campeonato.

¿Por qué los clubes compiten a buen nivel en torneos internacionales y a nivel de selección cuesta tanto?

Hay dos temas. Por ejemplo, una Liga Sudamericana no llega al nivel de un Sudamericano de selecciones. Por otra parte, siempre que un equipo uruguayo llegó lejos, las extranjeras han sido fundamentales bien acompañadas de un plantel de uruguayas. No digo que esté mal, es así. A nivel de selección, este año tuvimos sólo dos semanas de preparación, no se pudo entrenar de la manera que se debería. Cuando hubo un tiempo de preparación más extenso se han visto cosas buenas. El básquetbol es muy lógico y donde hay trabajo se ven los resultados.

¿Se estancó el crecimiento del básquetbol femenino en los últimos años?

Se dieron cosas este año que no estuvieron buenas. Igual creo que en su momento se habló mucho del crecimiento del femenino, es verdad que hubo avances, pero veníamos prácticamente de la nada. Falta muchísimo para hablar de un deporte más cercano a lo profesional. Las cuestiones que no colaboraron en este año son manchitas o piedras en el camino. Ojalá que el básquet femenino vaya logrando el lugar que merece.

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