El pasado 13 de julio, previo a la inauguración de los Juegos Olímpicos de París 2024, la ministra de Deportes de Francia, Amélie Oudéa-Castéra, amagó con darse un chapuzón en el río Sena, alegando los gastos que hizo el gobierno francés para que las aguas del famoso río quedaran aptas para la actividad de las y los nadadores olímpicos. Sin embargo, este martes, a horas de disputarse el triatlón masculino, la organización, nuevamente, tuvo que tomar la decisión de posponer la prueba por los elevados niveles de contaminación de las aguas.
En el comunicado del World Triathlon se apunta a las lluvias del 26 y el 27 de julio como posibles culpables de una alteración de la calidad del agua. Pensando en la salud de los triatletas, la prueba masculina se pospuso debido a que “las lecturas de algunos puntos del recorrido de natación están por encima de los límites aceptables” de calidad del agua.
“Tras una reunión sobre la calidad del agua celebrada el 30 de julio a las 3.30, a la que asistió la organización de París 2024, representantes del triatlón mundial y sus delegados técnicos y médicos, el Comité Olímpico Internacional, Météo France, la ciudad de París y la prefectura de la Isla de Francia, implicada en la realización de pruebas de calidad de agua, se ha tomado la decisión de aplazar la prueba de triatlón masculino que debía celebrarse el 30 de julio a las 8.00”, señala el comunicado.
De acuerdo con el texto, la celebración de la prueba de triatlón quedará sujeta a las próximas pruebas en agua. El World Triathlon establece que “la prioridad es la salud de los atletas” y “las pruebas realizadas hoy en el Sena revelaron niveles de calidad del agua que no ofrecían garantías suficientes para permitir la celebración del evento”.
En este contexto, por el momento, quedó previsto que el triatlón masculino se dispute este miércoles a las 10.45, posterior a la competencia de triatlón femenino que ya estaba prevista para este miércoles a las 8.00.
Las tormentas en París suelen desbordar la red de alcantarillado de la ciudad, que data del siglo XIX, algo que provoca vertidos de efluentes sin tratar que pasan al río. Antes de la inauguración de los Juegos Olímpicos, se gastaron 1.400 millones de euros en limpiar el río para evitar este tipo de problemas.