Después de empatar 2-2 en un partido que le costó muchísimo a Uruguay porque el porte físico no le alcanzó para neutralizar a los canadienses, la celeste se quedó con el tercer puesto tras la definición por penales. Los jugadores no llegaron a patear el quinto y le ganaron 4-3 a Canadá en la ejecución de los penales porque Sergio Rochet atajó uno y Davies marró el quinto, dando la pelota en el travesaño. Federico Valverde, Rodrigo Bentancur, Giorgian de Arrascaeta y Luis Suárez fueron los perfectos ejecutantes uruguayos que finalmente colocaron a la celeste en el tercer puesto del torneo.
El partido podrá ser importante o no; los deportistas dan otra valoración a esta situación. Lo cierto es que Uruguay lo estaba perdiendo y, pasada la hora, como siempre, como desde el primer día, desde el primer minuto, apareció él, Luis Suárez, para marcar el empate y llevar el partido a los penales.
Otra acción épica de Suárez. La penúltima, nunca la última, Luis. Vos no nos podés dejar. Dejate de cosas, Luis. No embromes. ¡No! Y cambiamos de tema. ¡Leru, leru! No te vamos a escuchar nunca si un día nos querés decir que dejás. No estamos prontos. Nunca vamos a estar prontos.
Cada partido es una final: la primera parte de Uruguay-Canadá
Fue un partido durísimo para Uruguay, tal vez por una combinación de factores: la frustración de no haber llegado a la final, la violencia física y emocional que implicó lo sucedido en el final del partido con los colombianos y, seguro, también el enorme desgaste físico que arrastraban los futbolistas de Marcelo Bielsa.
La valoraciones exógenas y fuera del ámbito deportivo que sostienen que nada importa si no se juega la final y que el partido por el tercer puesto es un juego sin sentido y que nadie quiere jugar no corrieron ni para Bielsa ni para su grupo de deportistas, ni para algunos outsiders de la mass media del poder, que lo esperamos, lo vimos y lo analizamos como un partido oficial más. Claro que no es una final, claro que la frustración por no estar en la final es siempre cruda y difícil de superar, pero ¿por qué despreciar un partido frente a un equipo que llegó a las semifinales igual que los nuestros?
Bielsa, como podíamos sospechar, puso a su mejor equipo, al mismo que hubiera puesto este domingo si en vez de Colombia hubiésemos sido nosotros los que definíamos la copa frente a los argentinos. El entrenador rosarino alineó a Sergio Rochet; Nahitan Nández, Sebastián Cáceres, José María Giménez, Matías Viña; Federico Valverde, Manuel Ugarte, Rodrigo Bentancur; Facundo Pellistri, Darwin Núñez y Maximiliano Araújo.
El juego comenzó con un desarrollo que casi no habíamos visto en esta copa. A excepción de lo ocurrido en el partido con Colombia, en los primeros cinco minutos el juego se desarrolló en campo uruguayo y además los canadienses consiguieron un par de tiros de esquina que no trajeron peligro pero pusieron la pelota en el área.
Sin embargo, en el primer ataque neto uruguayo, conseguido a partir de un tiro de esquina, llegó el gol inicial de los celestes. Iban ocho minutos de juego cuando, tras el córner de Federico Valverde, la bajó de cabeza Sebastián Cáceres y en el vértice del área chica Rodrigo Bentancur controló y dio una media vuelta de zurda impactante, que hizo que la pelota fuera a golpear el fondo de las redes.
Los canadienses mantuvieron su posición de ataque y generaron alguna acción de peligro, como también lo hizo Uruguay, con un rotundo contragolpe en el que Maxi Araújo estuvo a punto de conseguir el segundo. No llegó, y sí lo hizo el empate canadiense, tras la salida desde un córner. Un claro quede defensivo permitió una pirueta de Koné, que en el minuto 22 empató el partido.
Con fritas: segunda parte del partido por el tercer puesto de la Copa América
De inmediato, Uruguay volvió a mandar la pelota a las redes, pero el gol no subió al marcador por una mínima posición adelantada de Maximiliano Araújo en el comienzo de la jugada, que terminaba muy bien Facundo Pellistri.
Sin embargo, la tendencia de predominancia del juego de los canadienses se fue agrandando debido a la confluencia de varias razones: por un lado, el propio juego de los rojos, que para el partido habían cambiado buena parte de su oncena; por otro, o coincidentemente con lo anterior, la clara falta de acierto en la presión uruguaya para robar la pelota, que, tal vez, también estaba emparentada con una forma física no tan óptima como en los anteriores encuentros. Lo cierto es que los canadienses terminaron el último cuarto del primer tiempo dominando y muy cerca del gol, a tal punto que Nahitan Nández debió extremarse para barrer en la línea misma el segundo de los norteamericanos.
Para el segundo tiempo Bielsa, que había advertido la falta de punch del equipo, hizo dos cambios: ingresaron Luis Suárez y Giorgian de Arrascaeta y se fueron Darwin Núñez y Manuel Ugarte.
Les siguió costando el partido a los uruguayos, sobre todo por el imponente despliegue físico de los canadienses, acompañados por piernas muy fuertes, sin medir la posibilidad de lastimar.
Atrás estuvo muy bien Sebastián Cáceres desactivando varios ataques de los canadienses y hubo un par de atajadas de Rochet, lo que indica que el equipo norteamericano seguía cargando una y otra vez.
Bielsa propuso dos variantes más de corte ofensivo, sustituyendo a los delanteros por fuera y dando ingreso al tranquerense Brian Rodríguez y al montevideano Cristian Kike Olivera.
A los 34 del complemento, una progresión ofensiva de Koné terminó en un fortísimo remate del mediocampista y, tras el rebote que dio Rochet, llegó el segundo gol de Canadá, que anotó Davies.
El elegido, Luis Suárez
Cuando el partido se nos iba apareció él. ¿Quién, si no? Primero, Luis generó una pelota como si tuviese todavía 25 años, enganchó por la derecha y definió de zurda, pero el arquero se la tapó. Después, casi inmediatamente, Josema Giménez, jugando de puntero derecho, enganchó, la mandó al medio y, entrando como una tromba, Luis, de zurda, la puso en el ángulo. Justicia poética.
Siempre Luis, para siempre.
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