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Ilustración: Ramiro Alonso

Palabras de futbolista

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Para todos aquellos que jugaron con Juan Izquierdo.

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Yo nunca jugué con Juan Izquierdo.
Pero si alguien que jugó con Juan Izquierdo
me pide que le escriba un poema
entonces tiene sentido escribir.
Cuando nada nos queda
nos quedan las palabras.

Cuando alguien llora
el habla se corta
y los sollozos son
como bocinas
de un tráfico indescriptible,
el tráfico de los sentimientos,
poblando la avenida 8 de Octubre.

Si alguien llora
y me pide un poema,
y 8 de Octubre está cortada por amor,
si ese alguien es futbolista
y jugó con Juan Izquierdo
y me pide mis palabras
son mis palabras
palabras de futbolista.

Futbolista de bondis eternos,
de camisetas sin talle ni marca,
de canilleras con tobilleras
que te gobiernan las medias.
Balones más grandes que el botín,
arcos más grandes que quien los cuida,
canchas más grandes que el cielo.

En los vestuarios más elementales
los más lejanos donde las gotas
son una sinfonía de la nostalgia.
Donde no hay pasto sino matas
y la tierra forma una nube
que bajó a la tierra,
te recordarán.

En esa imagen diáfana,
de nube de tierra en cancha de barrio,
Juan Izquierdo,
una camiseta holgada
que nunca terminó de quedarle grande.
La noción de jugar por el otro,
por la otra.
Juan y esa sonrisa inconfundible,
esa mirada de córner,
ese trajinar de tero de cancha,
que solo se queja por los suyos.

Las tribunas supieron su nombre.
Un hermano del pueblo el Juan.
Con él se fueron los colores
de las camisetas más históricas
ardidas en el sudor:

El albo brillar de su sonrisa
parecida a la de su madre,
el albo color
de las canas incipientes de su padre,
la manta blanca
con la que Selena
tapa al gurí.

El azul del frío del invierno.
El celeste del Cerro.
El rojo de la sangre de un tamboril,
la sangre como un arroyo
donde cae la pelota en los barrios.
El amarillo de un Montevideo sin vos
el reflejo de una realidad
que nos distrae.
La muerte distrae Juan
la muerte nos lleva contigo.
El negro de la tinta de un tatuaje que dice
que no se ama con el corazón
porque el corazón se detiene,
que se ama con el alma
porque el alma es eterna.

Al fútbol se juega con el alma Juan,
porque el corazón se detiene.
Cuando el corazón se detiene Juan,
el amor es otra cosa.
El amor es esto.
Pongan una plena en el cielo
y una pelota en el medio,
acá se terminó el juego
todo lo que viene es nuevo.

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