Cuando el partido terminó 0-0 hubo cierta confusión. El resultado no daba para festejar mucho, más bien daba para la autocrítica. Paraguay se fue contento con la igualdad, Uruguay quedó tranquilo porque tiene renta para seguir arriba. La confusión pareció porque, más allá de todo, una parte del estadio deseaba festejarle la despedida a Suárez.
1. La leyenda Suárez
Qué magia la del Pistolero. El Centenario repleto se quedó a esperar el final de un 0-0. No es para todos. Es cierto que pudo haber hecho el gol 70 de su carrera y que eso fueran tres puntos, pero no pasó. Sin embargo, el empate no impide su final feliz. Metió 69 en 143 partidos y vaya si dio puntos, clasificaciones, festejos.
La pantalla pasó todos los goles de Suárez con Uruguay y el video pareció eterno, aunque será eterno. Contra el palo, al ángulo, a reventar, con calidad, de cabeza, con la parte del cuerpo que le quedara, de penal, de tiro libre, por arriba o por abajo, de los fáciles y de los imposibles. Había que contar el partido, pero todos terminamos contando goles.
2. Paraguay y la falta de espacio
Cuento, entonces. Hay una cuestión que sucede cuando la selección paraguaya se planta en el Centenario. Puede haber excepciones, de hecho las hubo, pero por lo general Paraguay viene y se para firme, con una línea de cuatro prácticamente fija, dedicada a la tarea defensiva, por delante se paran volantes que también tienen características más bien de marca, y con ese combo el espacio para jugar es poco. El 4-5-1 que eligió Gustavo Alfaro para empezar el partido fue lo primero que complicó a Uruguay. Lo complicó por eficiente, pero también fue difícil para una celeste que no le encontró la vuelta en todo el primer tiempo.
La pelota fue de los uruguayos, pero el armado tuvo carencias. Se extrañó la generación de juego desde el eje central. No había espacios, es cierto, pero también a Brian Rodríguez le llevó tiempo descifrar dónde podían estar los huecos –pequeños, casi rendijas– para encontrarse con la pelota y ser vertical. Sin eso, Uruguay planteó bien el juego por las bandas, pero se destacaron más los laterales que los extremos, y si los de atrás andan mejor que los de adelante quiere decir que las cosas no funcionan del todo bien.
La referencia en ataque fue Suárez y todo pareció tender hacia él. Como si fuera un imán, las miradas y las decisiones de los pases finales lo tenían como el elegido. Es una cosa que tal vez siempre fue así, porque no hay mejor socia para el Pistolero que la pelota. Pero, con tanta carga emotiva sobre él, también los paraguayos se le pegaron como estampitas o lo tuvieron como referencia en los pases atrás. No lo dejaron casi tocar la pelota, más allá de que la pelota le llegó poco.
Suárez es Suárez. Metió un caño de lujo para una diagonal de Maximiliano Araújo y antes había agarrado una bocha de media vuelta que dio en el palo casi a los 20 minutos de partido, aunque la jugada no hubiera valido porque sancionaron fuera de juego.
Ojo que Paraguay tampoco fue sólo defensivo en el primer tiempo. Estuvo bicho, atento al descuido, con los zagueros presionando en busca de algún tropezón o caída, e intentó aprovechar su juego aéreo, especialidad de la casa. Julio Enciso tuvo dos, una pasó cerca –un tiro lejano después de una jugada de pizarrón que nació en un tiro libre– y la otra, la más clara, fue un mano a mano que Sergio Rochet salvó con toda su humanidad, dígase el pecho con los brazos abiertos como el que sigue ahí en la cruz.
La búsqueda del fútbol para los segundos 45 minutos fue que Fede Valverde se involucrara más en la creación. Conocida la postura guaraní, Uruguay asumió que el rival se iba a meter atrás e intentó jugar con Pajarito más suelto. El de Real Madrid demostró sus dotes de buen pasador: podrá jugar bien, más o menos, poco, pero pone la pelota al pie siempre, sobre todo con cambios de frente.
La verdad, la verdad: no pudo la celeste. Tal vez haya sido el partido con más problemas en la creación de juego de toda la (corta) era Bielsa. Los cambios no fueron soluciones, sólo se siguieron destacando Olaza, muy resolutivo y con buena proyección, y Nández, un titán que no da una por perdida.
La más clara del último tramo del partido fue para Paraguay y por suerte el tiro de Diego Gómez, compañero de Suárez en Inter Miami, dio en el palo. Uruguay fue más pretensión que otra cosa. A Luis no le quedó la de siempre, el arquero Fernández le atajó una buena a Brian Rodríguez, el resto quedará para el próximo partido: Nández y Valverde recibieron amarillas y no jugarán el martes contra Venezuela.
3. Suárez para siempre
Luego del partido, el homenaje. Hay una parte de la fiesta que se transforma, inevitablemente, en duelo. Porque hay veces que el fútbol duele, no sólo es alegría. Lo que en la previa fue excitación o música para bailar, toda la adrenalina que se sintió al empezar el partido más lo que deparó su transcurso, la historia y la gloria y la cara del hincha, todo, de a poco, fue apagando las luces y la cancha quedó en silenció. Iba a pasar aunque lo quisiéramos evitar.
Pero habrá un día, que capaz será hoy, en que el duelo se irá y volverá la fiesta. Y ahí aparecerá Suárez con sus dibujos de gol que serán eternos, que se recordarán inmortales porque tuvimos la suerte de verlo todo, de bailar sus goles, de gritarlos hasta quedar girando, y, tal vez lo más importante, aparecerá ese sentimiento de ser felices porque Suárez nos hizo felices.
Sólo los elegidos le dan felicidad al pueblo. Sólo los que se ganan al pueblo vivirán para siempre en cada rincón del país. Y entonces, si te recuerdan en cada casa de Uruguay, sólo así, serás eterno como Suárez.
Detalles
Estadio: Centenario
Árbitros: Darío Herrera, Juan Belatti y Cristian Navarro (argentinos)
Uruguay (0): Sergio Rochet, Nahitan Nández, Sebastián Cáceres, Nicolás Marichal (46’ Santiago Bueno), Lucas Olaza (76’ Marcelo Saracchi), Federico Valverde, Manuel Ugarte (78’ Emiliano Martínez), Brian Rodríguez (79’ Facundo Torres), Facundo Pellistri (58’ Cristian Olivera), Luis Suárez y Maximiliano Araújo. Entrenador: Marcelo Bielsa.
Paraguay (0): Roberto Fernández, Gustavo Velázquez, Gustavo Gómez, Omar Alderete, Junior Alonso, Andrés Cubas (55’ Mathías Villasanti), Damián Bobadilla (80’ Wilder Viera), Diego Gómez (60’ Ramón Sosa), Miguel Almirón (80’ Alejandro Romero), Julio Enciso e Isidro Pitta (60’ Alex Arce). Entrenador:* Gustavo Alfaro.
Goles: ni uno, una lástima.