Álvaro Ponce es biólogo marino, pero desde hace varios años su profesión exclusiva es la de entrenador de básquetbol. Desde sus inicios se lo notó metódico, instruido, moderno, con visión a futuro y buscando cosas que no eran habituales en el básquetbol uruguayo.
Su proceso en Nacional lo colocó como uno de los principales directores técnicos del medio, con un aliciente muy especial: transformarse en ganador. En la temporada 2024-2025 fue campeón de la Liga Uruguaya y la Liga Sudamericana.
El presente en el campeonato local es correcto, aunque carga dos derrotas clásicas en sus hombros. El golpe positivo, anímico y de juego lo consiguió con dos triunfazos en la Basketball Champions League Americas (BCLA) para cerrar el año a tope. Derrotó a Flamengo, de Brasil, y a Obras Sanitarias, de Argentina.
Si bien falta mucho, el inicio sin derrotas en el torneo internacional permite ilusionarse. Nacional juega a dos frentes y Álvaro Ponce lo tiene claro –“hay que ir por todo”–, aunque si tiene que priorizar no duda: prefiere la BCLA.
Triunfos continentales
¿Qué te dejaron los dos triunfos?
La satisfacción de confirmar que los equipos uruguayos están en el nivel de los mejores de América. Tanto en el juego como en lo táctico no estamos atrás de potencias como Brasil y Argentina. Históricamente nos costó mucho; recuerdo hace dos años, cuando le ganamos a San Pablo, que era el vicecampeón de Brasil. Hasta ese momento, las estadísticas marcaban que de 31 partidos jugados los uruguayos habíamos perdido 29, y ahí le ganamos dos veces. Macabi en ese torneo le pudo ganar dos veces a Franca y ahora nosotros a Flamengo. Hemos mejorado mucho; los jugadores en lo físico están a tono y en lo táctico, en la parte defensiva, estamos igual o mejor que ellos. Contar con extranjeros de nivel nos equipara.
¿El trabajo defensivo frente a Flamengo fue perfecto?
No te voy a mentir: es un partido que estábamos scouteando desde hacía bastante tiempo, incluso desde antes del último partido jugado acá, que fue el clásico. Nos teníamos fe, aunque sabemos que es un equipo poderoso: jugó la Intercontinental en Singapur, hizo la pretemporada en Europa, tiene varias veces nuestro presupuesto, es otra cosa. Por su forma de juego, la veteranía de algunos jugadores y sus últimas presentaciones, si defendíamos, teníamos chances. Para eso tenés que tener mucho scouting, un plan de juego acorde y el convencimiento de los jugadores sobre lo que hay que hacer a nivel táctico, con el compromiso para ejecutar las cosas de los 12 jugadores; si no, no te da. Salió todo redondo defensivamente, pero nuestro ataque no fue la gran cosa: convertimos cuatro triples. Los uruguayos como que nos tiramos a menos, y la realidad muestra que si vas convencido y trabajás para eso, estás en el mismo nivel.
¿Qué sentiste cuando Flamengo se puso a una pelota en el final del partido?
El carácter es la tercera pata necesaria para ganar cosas importantes. Le habíamos sacado 17 puntos, pero el talento individual de Shaquille Jhonson y Álex Negrete, que estaba incontrolable, los puso en partido. El equipo bancó en el final; sí o sí había que frenar esa reacción, y lo cerramos bien. Esa conjunción nos da mucha expectativa para lo internacional y para lo local.
¿Pesó el gran triunfo con Flamengo para no entrar a tono contra Obras?
Sí, totalmente. Los primeros diez minutos, fácil, porque salimos sin energía. Nosotros tuvimos un día de descanso, una de las ventajas que nos iba a dar el juego. Son partidos en los que necesitás estar enfocado y tener madurez como equipo, porque vos ganás con Flamengo y ya todo es euforia, entonces hay que controlar eso, porque esta clase de torneos no te da respiro. Obras es un equipazo, tácticamente hasta ahora es el mejor de los tres: juega de memoria, tienen muy claros los roles, estaban muy enfocados, defienden muy bien. Nos costó.
¿En el último cuarto contra Obras recuperaron su mejor versión?
Exacto, el último cuarto fue 23-13, y en los últimos cinco minutos hicieron dos puntos. Eso fue clave porque seguíamos en una noche de sequía de tiros exteriores. James Feldaine, por ejemplo, convirtió el doble final, cuando sumó cuatro puntos en la noche. Venía mal y tuvo el carácter para convertir esa última pelota. Más allá de eso, hubo carácter para rebotear y defender de todo el quinteto.
El básquetbol de élite
¿Qué ventaja te da dirigir jugadores del nivel de los extranjeros de Nacional?
Todo lo que eleva el nivel de exigencia te hace crecer. Las competencias internacionales te hacen crecer muchísimo. Lo decía un poco en broma: les voy a contar a mis nietos que le pude ganar al Oveja Hernández en mi primer partido contra él. Es de los mejores entrenadores del planeta. Los extranjeros igual: [James] Feldaine jugó casi 100 partidos en la Euroliga, Mauro Oglivie en la región es uno de los centros más respetados y Connor Zinaich es joven, con un talento impresionante. Te obligan a dar lo mejor para superar sus expectativas. Eso genera crecimiento para todos, incluso para la liga. Es fundamental participar en los torneos internacionales. En cuanto a los extranjeros, la ACB, que es la mejor liga FIBA del mundo, tiene nueve o diez extranjeros y dos españoles por equipo. No repercute en que a nivel de selección les vaya mal; al revés, España está siempre definiendo tanto en mayores como en formativas. Deberíamos pensar en esa línea para no limitarnos.
¿Cuánto influye desde lo anímico meter dos triunfos internacionales después de perder con Peñarol?
Realmente estuvimos ausentes del partido, estábamos en otra y el rival nos ganó muy bien. Eso fue un lunes; siete días más tarde ya habíamos ganado estos dos partidos. Los jugadores se dieron cuenta de la resiliencia, la fortaleza mental, es cuestión de no aflojar. Uno lo puede decir de palabra y es muy lindo, pero hay que mostrarlo después en los hechos, es un antes y un después para nosotros.
¿Cómo influye mentalmente haber sido superados por Peñarol en los dos clásicos?
Van 12 partidos y el año pasado nosotros tuvimos 41 para salir campeones. Entonces falta mucho, no es lo mismo la fase regular que los playoffs, si hubiéramos ganado tampoco aseguraba nada. Peñarol por quinta temporada consecutiva es el equipo que más viene invirtiendo en jugadores nacionales, siempre está apostando a ser campeón. De acuerdo a lo que se estaba viendo, Nacional en estos cuatro años venía 6-2 en clásicos desde que yo llegué. Lo lógico era algo más parejo, nosotros teníamos una paternidad de cinco al hilo, no iba a durar para siempre. No nos martirizamos por una situación así, en el entendido de que se sabe que ganás, perdés, tenés momentos buenos y malos. Sabemos que se define al final.
Prepararse para la oportunidad
¿En qué diste un salto como entrenador desde la llegada a Nacional?
Esta es la temporada 14 como entrenador principal. A medida que vas estudiando el juego, te vas dando cuenta de las tendencias, por dónde viene la cosa. Creo que en Nacional se encontró un timing muy bueno para eso en cuanto a un equipo que aspiraba a más, que se potenció, y a una directiva con la mira alta, que no se conformaba con ganar un clásico y nada más: quieren ir por todo. Como entrenador trato de amalgamar todos esos años de experiencia, ver la evolución; uno hace las cosas convencido de que es lo mejor en el momento. No es solamente experiencia, si bien los años y el estudio aportan lo suyo, soy de mirar mucho básquetbol internacional. Estuve dos años sin trabajar y eso me ayudó muchísimo; uno por la pandemia y el otro porque no había equipos que me contrataran. Sin ese tiempo libre y en la rosca de la competencia, no me hubiera permitido ese análisis; fue estudio a conciencia para estar a tono cuando me volviera la oportunidad.
¿Qué agregaste a tu rol de los aspectos que van más allá de lo basquetbolístico?
A nivel de alto rendimiento, el manejo de grupos es más importante que lo puedas conocer de técnica y táctica: estás con jugadores a los que no les vas a enseñar nada nuevo desde el juego, pero sí sobre el manejo de cómo lograr que el grupo esté enfocado en una sola dirección y que dejen sus egos de lado en busca de un bien mayor. Ahí sí, podés estudiar mucho el libro de liderazgo y tu forma de ser, pero las cosas las vas mejorando por experiencias. No repetir errores de manejos individuales o grupales, eso te lo dan los años; como todo, se mejora por estar en situaciones de alto estrés. Tuve entrenamiento similar en Goes, un equipo grande con clásicos a Palacio Peñarol lleno. Con Aguada, también en desventaja de planteles, pudimos ganar. Ya tenía esa visión. En Nacional todo se potencia.
Como entrenador siempre fui tranquilo: tenés que dar una imagen frente a los jueces, a tus jugadores y sobre todo al público. Tenés que ser un ejemplo de comportamiento ganando y más aún perdiendo, no hacer papelones, entender que en la vida se gana y se pierde, igual que en el deporte. No es el fin del mundo, estamos tratando de desterrar la mentalidad futbolera, hay que verlo como una herramienta fundamental de mejora. Obviamente, mandan los resultados, puede ser muy lírico todo y te van a echar si perdés –eso está claro también–, pero tenemos que aspirar a no ser tan emocionales y no tomar decisiones en caliente. Nacional está mostrando que los procesos bien hechos terminan dando resultado.
¿Qué tan metódico sos en las decisiones que tomás en un partido?
La planificación es fundamental, pero no podés ser un robot. Cada partido es un universo diferente, sobre todo en Nacional cuando tenés que ganar todos los partidos. Si no, sería facilísimo poner inteligencia artificial que te lo solucione todo. Acá es inteligencia artesanal, tenés que ir viendo cada situación puntualmente para sacar lo mejor. Si determinado jugador estaba planificado para jugar 24 minutos y termina jugando 37, es algo puntual para que el equipo gane. No es motivo de orgullo perder por no apartarte de tu idea, tenés que tener sentido común y no manejarte en forma robótica.
Lo que vendrá
¿Cómo proyectás la segunda parte del año en Nacional?
Nunca me pasó de no poder hacer una pretemporada, salvo cuando me tocó agarrar equipos a mitad de temporada, obviamente. En agosto los jugadores afectados a la selección y en setiembre, cuando volvieron, se lesionaron todos. Tuvimos que hacer en la mitad, durante el transcurso, el desarrollo y ya empezada la temporada. No es lo ideal y todavía estamos pagando los coletazos. Terminamos el año todos sanos y con un rendimiento defensivamente alto, ofensivamente nos falta mejorar mucho. La Liga Uruguaya es durísima: hay dos equipos, Aguada y Peñarol, que son muy fuertes. Nosotros estamos abocados a las dos competencias, Nacional ya ganó el torneo local, de principio a fin, con un final épico; más no se puede pedir. Ahora queremos ir por la BCLA. Sabemos que es durísimo, está Flamengo, Franca, Boca Juniors, es muy bravo, pero esa ilusión está, vimos que si hacemos todo rayando la perfección podemos estar. El compromiso del equipo, como se evidenció en estos dos partidos, a cuatro días de haber perdido un clásico, nos permite tener una buena perspectiva.