Deporte Ingresá
Deporte

Lionel Messi y Luis Suárez antes del partido de la MLS entre Inter Miami CF y Orlando City en el Chase Stadium en Fort Lauderdale, Florida.

Foto: Megan Briggs, Getty Images, AFP

Un cuadro de campeonato: el LSM de Suárez y Messi

6 minutos de lectura
Contenido exclusivo con tu suscripción de pago

La competencia del equipo dentro del fútbol y la vida de Uruguay.

Contenido no disponible con tu suscripción actual
Exclusivo para suscripción digital de pago
Actualizá tu suscripción para tener acceso ilimitado a todos los contenidos del sitio
Para acceder a todos los contenidos de manera ilimitada
Exclusivo para suscripción digital de pago
Para acceder a todos los contenidos del sitio
Si ya tenés una cuenta
Te queda 1 artículo gratuito
Este es tu último artículo gratuito
Nuestro periodismo depende de vos
Nuestro periodismo depende de vos
Si ya tenés una cuenta
Registrate para acceder a 6 artículos gratis por mes
Llegaste al límite de artículos gratuitos
Nuestro periodismo depende de vos
Para seguir leyendo ingresá o suscribite
Si ya tenés una cuenta
o registrate para acceder a 6 artículos gratis por mes

Editar

Cuando, sentado en un sillón en Miami, Luis Alberto Suárez Díaz le dijo al mundo que su equipo, el de la Academia Luis Suárez, iría a competir en la última categoría de la Asociación Uruguaya de Fútbol (AUF) y su editor de video abrió el plano de la imagen para mostrar que quien estaba a su lado, literal y metafóricamente, era Lionel Messi y que su equipo pasaba de ser el LS al LSM, el metaverso y el multiverso se fundieron y explotó el universo de los ceros y de los unos, de los clics, de los likes y de los haters, en esto que parece nuevo pero es viejo, esta presentación de Uruguay a través del fútbol, esta extraña y ridícula manifestación de que los titulares del mundo entero hablan de esto.

¿Qué es esto? Que la Academia Luis Suárez fundada en 2018 y compite con niños, niñas y jóvenes de la Ciudad de la Costa desde ese año. También que ha completado categorías de la Liga Universitaria, donde compite con éxito, y pasará a jugar en el universo AUF masculino, porque en el femenino ya juega en la AUF en sub 14 y sub 16.

Nada nuevo ni sorprendente, menos si tenemos en cuenta que Suárez en 2021 amplió su academia e hizo saber que crearía una SAD para competir a futuro en la AUF. En la Liga Universitaria tienen dos equipos en sub 16 y uno en sub 18, sub 20 y mayores que ya inauguraron la estirpe de campeones el año pasado en la Divisional E. Juegan también en sub 14 y sub 15 en preuniversitario.

A priori, más allá de locas pasiones y exageradas ilusiones de tesoros escondidos y oferentes de otras tierras interesados en el cuadro de Suárez y Messi –lo que sería una falta de respeto si así lo piensan para el fútbol uruguayo–, lo mejor con el LSM es que habrá decenas de muchachos y muchachas que competirán por su cuadro, el de la Ciudad de la Costa, eso en el que jugaron en baby.

Lo nuevo, para quienes venían siguiendo esta secuencia y la de Diego Forlán primero con Durazno y luego con su transformación y mudanza a DFC o la de Fernando Muslera con el Sportivo y Deportivo Bella Italia, es la aparición de Messi como socio de Luis. De todas maneras, no parece ser algo tan sorprendente si se tiene en cuenta la vida que ellos y sus familias han compartido –también en cuestiones comerciales– desde hace más de 10 años. Es raro y grato a la vez advertir la fortaleza de esta amistad forjada desde 2014 y, al mismo tiempo, mueve a la inquietud de revisar qué conocimiento previo tenían el uno del otro antes de que Luis llegara a Barcelona. Pero bueno, ¿qué importa con su sociedad y con el fútbol?

El cuadro de mi barrio / de mi pueblo / de mi lugar

Hace unos años, en un verano catalán, aleatoriamente, un funcionario de Renfe me recomendó que fuera a las playas de Castelldefels. Fui a esa maravilla del Mediterráneo y me enteré de que por ahí vivían Luis y Lio. Me fui, como buen beato de la globa, muchísimas cuadras más allá, a un piringundín del primer mundo del fútbol, el estadio del Castelldefels, Els Canyars –los cañaverales, en su traducción del catalán–, y pensé: “¿Cuándo estos dos jugarán juntos en el cuadro del pueblo?”.

Hace un par de años retomé la idea cuando Messi y Suárez se volvieron a juntar después de su separación forzada: “En serio, bo, ¿Miami? Ojo, te entiendo y te acompaño. Qué mejor que jugar de la mejor manera posible y con tu mejor amigo, y con ese núcleo familiar que florece y te hace florecer. Porque, digamos la verdad, si no estaba Leo ahí cebando unos mates, ustedes no se iban para ahí ni loco. Pienso, no sé”, le dije –escribí–.

Capaz que un Newell’s, yo qué sé. ¿Sabés lo que hubiese sido eso? El mejor jugador de mi vida, de mi mundo, haciéndome dar un giro de 180 grados, porque uno es canalla casi filosóficamente, y no sé si el finadito Negro Fontanarrosa me lo hubiese perdonado, pero yo te juro que con vos con la rojinegra hubiese sido un leproso más.

Hace unos años, mi idea era que ustedes dos, cuando los estaban por echar –mal echados– de Barcelona, se armaran el Unió Esportiva Castelldefels, que está en Tercera REF, la quinta categoría del fútbol español. Con tres jugadores más, un buen golero, un gran eje central y un punterito rápido, en tres años estaban en Segunda y ahí le metían una docena más de jugadores y peleábamos el ascenso a La Liga con ustedes cuarentones y una rodilla en la mano de cada uno. Pero no fue. Nada que ver con el chou de Maiami.

Ahora pintó esto del LSM. Jóvenes de saco sin corbata, de cabellera alisada con planchita y brillo kérastase repiten la noticia en las multipantallas del mundo en el que nos tocó vivir. Lo hacen con lenguaje neutro e información restringida, pero amplia en su expresión, que parece decir mucha cosa con conocimiento, pero es al revés. Mucho humo y poca brasa. Dicen hasta la saciedad que crearon un cuadro para competir en el profesionalismo –lo que claramente no es verdad porque el club ya estaba desde hace años– y ensayan rebotes bursátiles mientras proyectan efectos y beneficios para un club que jugará en la D junto con otros noveles clubes de este siglo, con el viejito Paso de la Arena, pero que pugnarán por llegar a la vieja C –esa que los periodistas llaman Primera División Amateur–, que aún es reservorio de cuadros de barrio como Basáñez, Platense, el Huracán primo de enfrente del Paso de la Arena, Villa Teresa, Salus, otros que han resistido estoicamente a las SAD, como Alto Perú –que ya no tiene barrio ni cancha desde hace décadas– o Los Halcones, tal vez el último cuadro de barrio real en afiliarse a la AUF. También hay otros comprados como una vieja marca de yerba, como Mar de Fondo, o viejos campeones o que tuvieron multitudes atrás, como Bella Vista o Huracán Buceo.

Pop latino y marcha camión

No es fácil, no será fácil. No es una liga comercial, ni siquiera la Liga Universitaria. Acá hay que remarla entre jóvenes equipos sin gente ni historia, como la mayoría absoluta de los clubes de la D, que no tienen cantina, parroquianos ni cancha –Paso de la Arena es la excepción–, para después fajarse en ese entreverijo de la C, donde conviven dueños que llegan en bembas del siglo XXI con futbolistas que andan en motitos en la guasca o tienen una STM gastada.

No, no están Astral, Torricelli, Catamarca, Wilson, Corrales, Progreso, Deportivo Yi ni el Everton, ni la Vieja Ulpiana puteando contra el alambrado como en “Puntero izquierdo”, de Mario Benedetti, pero no es changa jugar en la periferia del fútbol, aunque esté endomingada.

No es que el gran Lucho le diga a su amigo Leo “ayudame con mi cuadro que fundé hace siete años y con el que siempre he pensado en competir con los gurises del lugar que sienten la verde”, y en un par de años estamos en primera, con derechos de televisión y pases y otros chiches.

Hay que jugar, hay que ganar, hay que sobrevivir la competencia cuando la globa suburbana llega al centro futbolero a marcha camión, con tictokers de bocas sin dientes, caudilletes políticos, preciosuras viejas, guachos planchas, mates recontralavados, intelectuales de izquierda, aburridos dependientes de oficina pública y bacanes teñidos de agua jane vibrando cerca del alambrado con pleno conocimiento de causa en algunos casos (“¡Bo, Braian, entrá a meter porque si no, mirá que no entrás más por allá!”) y ausencia total de datos en otros (“¡Dale, 8, jugásela redonda al 10!”).

Competente

El LSM no es un cuadro de plástico que armaron Suárez y Messi para hacer negocio y que en 2023, cinco años después de haber sido fundado, había solicitado su ingreso a la D. Se trata de una divisional recreada hace unos años ante la necesidad de no seguir engordando la C, que desde la desaparición de la Extra, transformada por siete años en D hasta 1978, se había convertido en la única divisional amateur del fútbol institucionalizado por la AUF.

El LSM jugará en la D porque tiene cancha propia –un miniestadio para más de 1.000 personas con cancha de césped sintético– y también dos canchas empastadas en donde, por ejemplo, han entrenado equipos como Flamengo y San Pablo antes de competir por la Copa Libertadores en Montevideo, y porque su afincamiento social y deportivo no está a más de 40 kilómetros del cero de la capital.

El LSM jugará porque Suárez quiere “brindarles herramientas y oportunidades a los niños para crecer en el fútbol uruguayo, un lugar que amo y que tanto me dio. Por eso queremos empezar a competir, nos genera muchísima ilusión, es un paso adelante. Brindar infraestructura deportiva y humana”.

¿Tenés algún aporte para hacer?

Valoramos cualquier aporte aclaratorio que quieras realizar sobre el artículo que acabás de leer, podés hacerlo completando este formulario.

¿Te interesa el deporte?
Suscribite y recibí en tu email la newsletter de deporte.
Suscribite
¿Te interesa el deporte?
Recibí la newsletter de deporte en tu email todos los domingos.
Recibir
Este artículo está guardado para leer después en tu lista de lectura
¿Terminaste de leerlo?
Guardaste este artículo como favorito en tu lista de lectura