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Álvaro García (archivo).

Foto: Ernesto Ryan

Álvaro García: El gobierno “fracasó” y se necesitarán medidas de emergencia

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Si bien señaló que la situación actual no es la misma que la de 2005, gracias a algunas de las políticas y salvaguardas que se implementaron en los gobiernos del Frente Amplio, reconoció que se retrocedió varios años en materia de hambre y pobreza infantil.

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Existe un “deterioro social” en Uruguay ante el “fracaso” del gobierno en materia económica, por lo que si el Frente Amplio (FA) llega a ganar las elecciones se necesitarán “medidas de emergencia” similares a las de 2005 para eliminar el hambre y la pobreza, dijo a la diaria el exministro de Economía, expresidente de la Corporación Nacional para el Desarrollo y exdirector de la Oficina de Planeamiento y Presupuesto Álvaro García.

“Veremos en qué situación estamos de aquí a algunos meses cuando se tenga que elaborar el plan de gobierno. Pero el deterioro social va a requerir algunas medidas de emergencia a partir del 1° de marzo de 2025, sin ningún tipo de duda”, afirmó García, que se desempeña como presidente de la comisión de programa de la coalición de izquierda.

Si bien destacó que la situación actual no es la misma que la de 2005 ya que gracias a algunas políticas que se implementaron en los gobiernos del FA hay “salvaguardas”, reconoció que se retrocedió varios años en materia de hambre y pobreza infantil. “En el tema del hambre hay que garantizar la alimentación a todos nuestros niños. Hemos visto lo que han sido las políticas del Ministerio de Desarrollo Social. Me parece que la soberanía alimentaria en un país como Uruguay tiene que estar fuera de toda discusión”, agregó. Además, remarcó que se produjo un “incremento de la pobreza en todas las edades”, pese a que el gobierno “intentó ocultarlo”.

Asimismo, advirtió que el Ejecutivo ha seguido una política económica “coherente” con anteriores administraciones herreristas, generando crecimiento económico, pero aumentando la desigualdad; por otro lado, remarcó que las promesas electorales de reducir el déficit fiscal y bajar las tarifas públicas no se cumplieron.

“El gobierno básicamente financió una caída del déficit durante estos años con dos elementos: reducción de salarios y, por ende, de jubilaciones, y recorte de las inversiones. El presidente había prometido que no iba a meter la mano en el bolsillo de los uruguayos y lo hizo […] no logró darles a los uruguayos y uruguayas lo que les prometió, que eran los cinco mejores años de su vida. Por el contrario, muchísima gente, la gran mayoría, está peor y padeciendo un deterioro económico y social importante”.

¿Qué balance hace de la política económica del gobierno?

El gobierno ha sido coherente con lo que han sido históricamente las administraciones de corte herrerista. En la década de los 90, con el gobierno de Luis Alberto Lacalle Herrera, el país tuvo un período de crecimiento económico y las diferencias entre los más ricos y los más pobres se agrandaron. Lo mismo se está procesando en esta oportunidad. Con algunos amortiguadores, que tienen que ver, por ejemplo, con algunas reformas que realizó el Frente Amplio, como el Sistema Nacional Integrado de Salud, o con mecanismos que se fortalecieron, como el seguro de desempleo. Pero la teoría del presidente de gobernar para los malla oro, pensando que van a traccionar la economía y luego a derramar, no se produjo. No sucedió en los 90 y tampoco sucedió ahora.

En las últimas semanas distintos analistas advirtieron sobre el déficit fiscal y hablaron de un crecimiento “magro”. ¿Cree que el gobierno falló respecto de las promesas de 2019?

En el marco de la campaña electoral de 2019 recuerdo una serie de afirmaciones vinculadas al déficit fiscal, las tarifas públicas, el precio de los combustibles, o las transferencias de las empresas públicas a rentas generales, que se incumplieron. Se dijo que se iba a reducir el déficit fiscal y en estos cuatro años estamos llegando al mismo nivel que teníamos cuando eran oposición. En aquel momento, la ministra Azucena Arbeleche se refería al problema del despilfarro, pero actualmente no lo hace. Eso marca una contradicción importante. En materia de tarifas públicas, por su parte, el presidente Luis Lacalle Pou incurrió en la demagogia, enfatizando que bajarlas era facilísimo y que no entendía por qué no lo hacíamos. Luego la realidad mostró lo contrario, y sucedió lo mismo con el precio de los combustibles.
En el caso de las transferencias de las empresas públicas, se dijo que no iban a seguir pagando el despilfarro del Estado. Sin embargo, sigue sucediendo exactamente lo mismo: las empresas siguieron realizando las transferencias que hacían antes, porque hay una necesidad de que también colaboren con sus utilidades en los gastos generales del Estado.
El gobierno básicamente financió una caída del déficit durante estos años con dos elementos: reducción de salarios y, por ende, de jubilaciones, y recorte de las inversiones. A pesar de que el presidente prometió que no les iba a meter la mano en el bolsillo a los uruguayos, lo hizo.

Con respecto a la pérdida salarial, el gobierno señaló que se recuperará. ¿Usted cree que es cierto?

En primer lugar, depende de los sectores. En segundo lugar, habrá que ver qué sucede con la inflación, que está en niveles extremadamente bajos por diferentes causas externas, pero también por algunos desequilibrios que se generaron a raíz de una política muy rígida desplegada por el Banco Central. Habrá que ver qué sucede. Pero, aparentemente, si se recuperara el promedio del salario real de la economía, igual estamos ante una situación grave para los trabajadores y para quienes perciben ingresos fijos, como jubilaciones y pensiones. El dinero que se perdió estos años no se va a recuperar. Según los cálculos realizados por algunos economistas, como Fernando Isabella o Santiago Soto, esa pérdida se estima por arriba de los 1.000 millones de dólares para 2022. Entonces, habría que ver en todos estos años cuánto ha sido efectivamente la transferencia de asalariados y jubilados al sector del capital.

Al inicio de la entrevista mencionaba que el gobierno impulsó acciones para beneficiar a los malla oro y que el resto de la ciudadanía se empobreció. Además de la pérdida salarial, ¿qué otros ejemplos permiten visualizar ese argumento?

Si hablamos de salarios y jubilaciones, hacemos referencia a la enorme mayoría de la población. Además, el recorte de presupuesto destinado a políticas públicas, que en la mentalidad del gobierno se entendía como despilfarro, tiene un resultado concreto en la práctica para mucha gente. Esto implica, por ejemplo, la falta de medicamentos en ASSE [Administración de los Servicios de Salud del Estado], reclamada a lo largo y ancho de todo el país. También están los recortes en la educación, que implican un incremento de alumnos por clase y por tanto una menor calidad. Cada política pública que recortaron tiene un efecto en algún sector de la población. Eso es inevitable. Por más que el Estado contabilice sólo la salida de dinero, con la contabilidad del criterio de caja, del otro lado hay una prestación, hay un servicio que se pierde. Entonces, por allí también hay una pérdida para la gente, porque el Estado tiene sus cometidos y puede hacerlo con mayor o menor eficiencia, pero toda política tiene su llegada y su contrapartida a nivel de población.

¿Cree que el gobierno ha fracasado en materia económica?

El gobierno ahora está haciendo un discurso de las siete plagas y las cinco crisis, porque busca armar un relato justificatorio. Pero en todo gobierno ocurren situaciones complejas. En la primera administración de Tabaré Vázquez (2005-2010) yo fui ministro de Economía un año y medio, y nos tocaron tres de las mayores crisis hídricas o sequías que habían existido hasta ese momento en el país. Entre 2007 y 2008, por otra parte, estalló la peor crisis financiera internacional desde 1929. Y realmente creo que no hubo una actitud de quejarse por esa situación.
Nadie le deseaba [al gobierno actual], por supuesto, la existencia de la pandemia o la sequía. Pero la mala administración de algunas cosas hay que asumirla y el gobierno no lo está haciendo. Entonces, considero que el Ejecutivo fracasó en sus promesas electorales en materia económica. Estamos teniendo un crecimiento muy magro. Venimos de una recesión –caída de producto en los dos últimos trimestres de 2022– y se estima un crecimiento casi nulo para 2023. Es mucho tiempo sin crecer para el país. Además, no logró darles a los uruguayos y uruguayas lo que les prometió, que eran los cinco mejores años de su vida. Por el contrario, muchísima gente, la gran mayoría, está peor y está padeciendo un deterioro económico y social importante.

¿Cuáles considera que son las principales acciones que tendría que realizar el Frente Amplio en caso de ser gobierno?

Es necesaria una tríada para las transformaciones, que implica retomar el rumbo y renovar la apuesta, desplegando un nuevo ciclo de políticas progresistas en Uruguay. Sobre el primer punto, retomar el rumbo implica volver a contar con una mirada estratégica de largo plazo para el país. Volver a adoptar el criterio de que está todo el mundo incluido arriba del barco, de que no hay exclusiones y de que nadie debe quedar atrás. Volver a equilibrios macroeconómicos que se perdieron. La ley de presupuesto incluía serias inconsistencias en términos de política monetaria, fiscal y de ingresos. Hay que volver a tener una agenda pro crecimiento económico y políticas redistributivas. Con respecto a la renovación de las propuestas, eso está garantizado con el programa que el Frente Amplio acaba de aprobar. Es una iniciativa moderna, prospectiva, con una mirada de corto y largo plazo.
Por su parte, doblar la apuesta implica retomar aquellas cosas que se hicieron bien y que se eliminaron durante este gobierno. Por ejemplo, se eliminó la dirección de planificación y se perdió esa mirada de largo plazo.
Hay una necesidad de promover un mayor crecimiento a partir de una mejora de la productividad. Y también de avanzar en esa agenda incluyendo elementos asociados a la transición ecológica. Es un crecimiento económico diferente en algunos aspectos, con una fuerte impronta de innovación y en función de la sostenibilidad.

¿Cuáles cree que son las tres principales acciones económicas que un próximo gobierno del Frente Amplio tendría que realizar?

El crecimiento económico es un poco la base, porque a partir de ahí se genera el aumento de la recaudación que es necesario para promover políticas públicas redistributivas. Paralelamente a eso, el Frente demostró que se puede crecer y que se puede distribuir al mismo tiempo.
También es necesaria la incorporación de mayores niveles de ciencia, tecnología, investigación y desarrollo e innovación en nuestras empresas, a través de las políticas públicas. Es necesario que el sector público y el privado dialoguen más.
Quisiera, además, resaltar la importancia que tiene la mirada de largo plazo, la planificación, trabajar con técnicas de prospectiva. Yo tengo muchísima esperanza en ese tipo de políticas, trabajando gobierno y sector privado mancomunadamente, por supuesto con trabajadores participando y con la academia, como lo fue el Sistema Transforma Uruguay, mirando el mundo hacia adelante, viendo las tendencias mundiales, por mercados, por complejos productivos estratégicos, para hacer las elecciones y las apuestas que Uruguay tiene que realizar en materia de complejos productivos y de transformación.

¿Cuáles cree que son los desafíos de Uruguay en materia de desarrollo sostenible?

El tema del desarrollo sostenible es una definición que asume el programa actual del Frente. Eso me parece muy importante. Se concibe lo social, ambiental y cultural como una cuarta dimensión del desarrollo, pensándolo en términos equitativos. Hay que avanzar en los 17 objetivos de desarrollo sostenible. En algunas áreas Uruguay está con buena ventaja y en otras tiene mucho para hacer. Por ejemplo, estamos bastante bien en el tema de energías renovables. Hemos hecho, a partir del gobierno del Frente, un avance importante y hoy en día prácticamente toda la generación eléctrica del país es sustentable. Pero, sin embargo, en la producción y consumo responsable tenemos muchísimo para hacer en materia de tratamiento de residuos. La consideración de lo que toda la vida le llamamos basura como riqueza, porque, en definitiva, hay que volver a introducirla en el ciclo productivo bajo una concepción de economía circular.

¿En qué otros puntos Uruguay está fallando en materia de desarrollo sostenible?

En el tema del hambre, hay que garantizar la alimentación a todos nuestros niños. Hemos visto lo que han sido las políticas del Mides. Me parece que la soberanía alimentaria en un país como Uruguay tiene que estar fuera de toda discusión. En el tema del agua, por ejemplo, me parece que hay que hacer inversiones importantes. Espero que la sequía y la situación vivida en la zona metropolitana nos hagan tomar conciencia a la hora de hacer mayores inversiones en agua y saneamiento. El Frente duplicó las inversiones de la OSE en sus 15 años de gobierno, pero hay que aumentarlas más, porque no podemos volver a atravesar una situación como esa. En paralelo, hay que invertir en una serie de medidas que tienen que ver con la afectación de las cuencas hídricas por parte de los sistemas productivos. Y ahí vamos a tener que hacer muchas investigaciones y muchos cambios de procedimientos.

¿Cree que el gobierno dejará una herencia pesada para la próxima administración?

Implica una preocupación importante en materia fiscal. A mí, sinceramente, lo que más me preocupa es que estamos partiendo de una situación que tiene un doble discurso por parte del gobierno. Antes la mala situación fiscal era producto de un despilfarro, pero ahora, con niveles similares de déficit, no se dice nada. La ministra no ha hablado, y además es un resultado al que se llega habiendo realizado reducciones muy importantes en materia salarial y de jubilaciones, con impacto directo en el bolsillo de la gente, y también reduciendo las inversiones públicas y haciendo carreteras y doble vías por fuera del presupuesto nacional. Esto último implica un abuso de algunos mecanismos que son buenos para financiar obras, pero que tienen que tener determinados límites, como es el uso de la Corporación Vial del Uruguay. Entonces, desde el punto de vista fiscal, se está comprometiendo a un futuro gobierno. Y desde el punto de vista del crecimiento económico, creo que hay un gran desafío.
Hay una necesidad de promover un nuevo impulso, con una serie de políticas. Hay que revisar, por ejemplo, las políticas de apoyo a la inversión, fortalecer la ciencia, la tecnología y la innovación, generar un mercado financiero más profundo que permita financiar emprendimientos de mayor riesgo; siempre con la necesidad de aumentar los niveles de inversión en el país, sobre todo los niveles de inversión privada.
Además, está el deterioro social que se ha producido. Veremos en qué situación estamos de aquí a algunos meses, cuando se tenga que elaborar el plan de gobierno. Pero esto va a requerir algunas medidas de emergencia a partir del 1° de marzo de 2025, sin ningún tipo de duda.

¿Medidas de emergencia como las de 2005?

Por ejemplo, sí. Yo creo que no estamos en la situación aquella porque ha habido una serie de salvaguardas a nivel de la sociedad, que se deterioraron, pero no es la misma situación. Pero de cualquier manera creo que hay que tomar medidas. Por ejemplo, el Frente lo tiene planteado claramente con la eliminación de la pobreza extrema infantil en un período de cinco años.

¿Se puede decir que se retrocedió varios años?

Uruguay no retrocedió hasta la situación que se vivió en 2005, pero sí se retrocedió varios años con las políticas económicas impulsadas por el gobierno. Hay incremento de la pobreza en todas las edades. En algún momento se intentó ocultar eso tomando una franja etaria particular y se festejó que había habido una reducción, cosa que después resultó equivocada. La pobreza en el país ha aumentado, aunque afortunadamente no en los niveles que teníamos en 2002. Sin embargo, es muy importante atacar este tema directamente.
Por último, y yéndonos de la economía, hay que abordar el tema del narcotráfico y la penetración que tiene hoy en Uruguay, también en parte por algunos errores y horrores del gobierno como la flexibilización del manejo de dinero en efectivo.

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